Capítulo 14

522 42 0
                                    

Capítulo 14

Alcancé a Mercedes rápidamente, en la entrada del bar, casi como si me estuviera esperando. El enojo hacia mi padrino le duró poco, por lo que ya tenía una sonrisa cuando llegué a su lado. Me explicó que de verdad tenía que irse, pues tenía planes para la tarde, me invitó a acompañarla; lo cual acepté de inmediato, necesitaba cualquier excusa para no pensar en Quinn y mi estúpida confesión. Caminamos en silencio por un largo rato, hasta que llegamos a una espantosa tienda, en la que ella se detuvo dispuesta a entrar.

Me detuve en seco en medio de la caminata, al darme cuenta hacia donde me estaba llevando Mercedes Jones, a decir verdad, cuando dijo que ya tenía planes para la tarde, y que si quería podía acompañarla, no me imagine que, su cita, reunión o lo que fuera, sería en aquel lugar. Tal vez no debí haber aceptado la invitación.

—¿Qué? —preguntó la morena, frunciendo el ceño, al ver que yo no seguía caminando.

—Nada, es solo que... no me imagine que te gustaban estos sitios... —dije con timidez.

Ella sonrió, invitándome a entrar con un movimiento de su cabeza.

—Es que solo aquí preparan una bebida que me gusta mucho, debes probarla.

—De acuerdo.

La campana de la puerta sonó cuando la abrimos, hice una mueca de espanto al ver la decoración del lugar, todo estaba en colores pastel y lleno de volantes, tal como lo recordaba, solo había ido ahí una vez con Ryder; cuando estábamos en secundaria, y ambos acordamos no volver jamás. El local estaba casi vacío, por lo que no me costó trabajo ubicar, a quien veríamos ese día, su cabellera castaña era inconfundible, la sensación de espanto pasó de 10 a 100 en un segundo. ¿Por qué precisamente tenía que haberse ido a encontrar con ella? Deseé una y mil veces que la tierra me tragara en ese instante, mientras caminaba tras Mercedes hacia ella, pero nada pasaba; continuaba en ese estúpido y espantoso lugar, dirigiéndome hacia la mesa.

—Hola, Rach, llegaste temprano —saludó Mercedes.

El tono de la morena me sorprendió, en el trabajo parecía que ellas se odiaban o que solamente se toleraban, pero aquí, parecía que se llevaban de las mil maravillas. La castaña sonreía con una calidez que jamás imaginé ver en ella, pues solía ser bastante rígida en el trabajo, pero fuera de él, y en compañía de una amiga, parecía ser una persona totalmente distinta.

—Cedes, hola, ya pedí para las dos, pero... —Se detuvo, al verme parado como una idiota junto a su amiga, su sonrisa comenzó a ser tirante, su incomodidad era tan obvia, que no había razón para que Mercedes no la viera.

—Me la encontré en el camino, así que la traje, ¿te molesta? —respondió Mercedes a la pregunta que Rachel no se había atrevido a hacer.

Rachel tenía una cara que decía: "si me molesta, pero no voy a decírtelo frente a ella, idiota". Si todo eso decía su cara. Yo la entendía perfectamente, porque por mi cabeza estaba pasando el mismo pensamiento.

—En absoluto, ¿debería pedirle a la mesera que prepare otra taza de café? —preguntó la castaña con amabilidad.

—No, yo iré. Mientras tanto ponte cómoda, Brittany —contestó la morena.

Me acomode en la silla, sintiéndome inmensamente disgustada, además, podía jurar que vi a Mercedes esbozar una sonrisilla maliciosa, antes de ir al mostrador, como si disfrutara de nuestra incomodidad. Permanecimos calladas y evitando nuestras miradas, por lo que pareció una eternidad, yo no estaba mentalmente preparada para enfrentarme a ella, o a Quinn ni siquiera a Santana; aunque era evidente que el destino quería algo muy diferente, cuando mi paciencia estaba llegando a su límite, y el pensamiento de que sería mejor irme, comenzaba a cruzar mi mente, llegó Mercedes, dificultando mi huida.

—¿Cómo está Santana? —Fue la primera pregunta de la morena, en cuanto se sentó.

—¿Qué? —pregunté desconcertada. No tenía ni la más mínima idea de lo que hablaba, ¿Que tenía que ver yo con ella?

—Dijo que le dolía la cabeza, y que ibas a acompañarla a su casa, quiero saber cómo está —explicó Mercedes.

—Ah, ella está bien, supongo.

Ella me miró intensamente durante unos segundos, yo solo le regresé la mirada, un poco incómoda, por el escrutinio. Después, ella suspiró largamente y se acomodó mejor en su silla. Al parecer derrotada al darse cuenta de que yo no le daría ninguna otra información.

—Se perdió su canción —dijo simplemente.

—Es una lástima —comenté, sin saber qué más decir.

—Lo es, pero bueno, al meollo del asunto ¿Cómo te fue con Quinn ayer? ¡Quiero saberlo todo! —dijo Mercedes dirigiéndose a Rachel.

La castaña abrió mucho los ojos, y me miró con alarma. Mercedes frunció el ceño y me miró también. Rachel era tan obvia, que dolía. Quinn confiaba mucho en ella, si fue capaz de decirle algo como eso; debía resignarme a que lo suyo era muy serio, mientras yo viviría por siempre en la friendzone.

—¿Qué sucede? ¿me perdí de algo? —preguntó interesada Mercedes, paseando su mirada de Rachel a mí totalmente perdida.

Rachel posó sus ojos en la azucarera, como si fuera lo más interesante del mundo, eso estaba saliendo peor de lo que pensé. Definitivamente debí haberme quedado encerrada en mi casa, escuchando canciones tristes mientras me ahogaba en helado; ese era en definitiva un buen plan.

—¿Te lo dijo? —Aquello salió más como una acusación, que como una pregunta. Porque no había nada que preguntar, todo era tan obvio que no estaba segura si me molestaba o, por el contrario, me aliviaba.

No tuvo que responder, el rubor en sus mejillas me lo dijo todo. Lancé un suspiro angustiada y me tapé la cara con las manos. No estaba segura de poder seguir soportando aquello, de verdad, ya no podía seguir con todo eso.

—¿Qué sucede? —exigió una vez más Mercedes, que no tenía ni idea de lo que estaba pasando.

Qué más daba, todo eso se iba a saber de todas formas, no es como si lo pudiera ocultar para siempre, y yo necesitaba hablar con alguien, no importaba que fueran estas dos chicas extrañas, que apenas conocía. Necesitaba desahogarme, que alguien me escuchara y me brindara un poco de su apoyo. Sabía que sería difícil, que sería duro y nada me garantizaba que esas dos chicas, no me juzgarían luego de saber toda la verdad.

—Ayer le dije a Quinn que estaba enamorada de ella y fui rechazada —anuncié lo más seriamente posible, las miré a ambas, Rachel hizo una mueca extraña, como si hubiera dicho algo realmente doloroso.

Mercedes, en cambio, se tapó la boca abierta con una mano, tras exclamar un "¡woa!". Si, eso iba a ser difícil.

BreadstixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora