Capítulo 27

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Capítulo 27

El espresso descansaba en el fondo de la taza de porcelana blanca, listo para que se vierta sobre él la leche cremada y eso sería perfecto de no ser porque mi leche no estaba cremada en lo absoluto, más bien parecía que solo la herví y se suponía que no debería haber hervido, tenía serios problemas con la leche, en especial porque ese pedido era para una persona que no me caía del todo bien.

—No te preocupes, Brittany, con el tiempo te saldrá mejor —me animó Puck que se encontraba a mi lado.

El moreno se había recuperado exitosamente de su malestar estomacal y ahora estaba trabajando normalmente. Esa mañana no teníamos demasiados clientes por lo cual, Santana insistió en que siguiera practicando cómo hacer café.

—Creo que deberías hacerlo tú —dije desanimada, de verdad ya no quería continuar intentándolo.

—No está tan mal —comentó mi compañero, sin embargo, no se veía del todo convencido.

Observé el contenido de la taza, estaba de un color beige oscuro, tenía una apariencia espesa y porosa en lugar de cremosa como se suponía, en conclusión: estaba horrible, hasta yo sabía eso. Refunfuñé en voz baja más afectada por el asunto de lo que se consideraba normal, pero no podía evitarlo, estaba de mal humor y todo por culpa de Sam, que estaba sentado en la mesa frente a la ventana, rodeado por Mercedes y Santana que charlaban animadamente con él. Los tres tenían un aura diferente, como si fueran los dueños del mundo, se veían muy bien juntos, nunca me habría imaginado congeniando con ellos, pero ahí estaba, de novia de una y de amiga de otra.

—Es tan raro verte aquí, creo que solo has venido tres veces desde que nos conocemos —escuché que decía Mercedes mientras me acercaba con el pedido del rubio en la mano.

—De pronto sentí curiosidad sobre lo que hacen aquí —informó Sam encogiéndose de hombros.

—Trabajar, eso es lo que hacemos —dijo Santana con ligera exasperación.

—Eso no es lo que oí —comentó el rubio con una sonrisa maliciosa y una mirada acusadora dedicada a Santana. Su complicidad me supo mal.

Dejé el pedido sobre la mesa, el cliente lo observó y levantó una ceja en mi dirección de inmediato, señaló la taza con un dedo y preguntó:

—¿Qué es esto?

—Un latte mediano con leche deslactosada —recité con lo que deseaba fuera un tono de voz neutral.

—Hasta el lodo tiene mejor aspecto —replicó desdeñoso.

—No seas duro con Brittany, apenas está aprendiendo —me defendió Mercedes.

—Se nota. ¿Podrías decirle a alguien que no esté aprendiendo que me prepare un café decente? —preguntó dirigiéndose a mí.

—Claro —contesté intentando que mi voz no sonara demasiado cortante, estaba llegando al punto límite de mi paciencia.

Por supuesto, estaba en su derecho de regresar la bebida si no le había gustado, no por eso era más fácil no sentirme ofendido. Retire la taza y regresé detrás de la barra, le pedí a Puck que rehiciera la orden por mí y una vez que estuvo lista la entregué, largándome de ahí lo antes posible, pues no quería escuchar otra queja de su parte. La actitud de Sam se parecía un poco a la que tenía Santana cuando la conocí por primera vez: arrogante, distante, algo grosera... ¡uff! Con el tiempo, Santana me mostró que podía llegar a ser más que eso, pero no tenía intenciones de profundizar mi relación con Sam si podía evitarlo. En especial porque en ese instante se dedicaba a toquetear a mi novia cada vez que podía mientras se lanzaban sonrisitas. Sacudí la cabeza e intenté serenarme. Un cliente me hizo una seña desde la mesa cuatro para que me acercara, una vez ahí me pidieron una ensalada para llevar, tuve que llamar a Mercedes para que me ayudara con eso.

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