Capítulo 28

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Hola a todos... tenemos nuevos capítulos a petición de kvegapacheco que hoy termino una de las mejores historias Brittana que he leído "Find Us"... si no la han leído vayan a verla no se van a arrepentir

Capítulo 28

La habitación estaba agradablemente iluminada por la luz natural que dejaban pasar las ventanas abiertas, las cuales daban a un balcón; la estancia entera olía a brisa marina y la colcha de color negro que cubría la cama estaba suavecita. La voz aguardientosa de mi papá sonaba bajita en el cuarto, estaba cantando algo sobre un amor estúpido y egoísta y yo solo podía pensar en Santana, lo cual era bastante raro considerando las circunstancias, suspiré por milésima vez aquella mañana.

—Si tanto te molesta lo que dijiste, discúlpate —dijo Mercedes que estaba acostada a mi lado mirando el techo.

—Ya lo intenté, no quiere hablar conmigo —contesté apesadumbrada, entendía que estuviera molesta, pero al menos merecía que me dejara disculparme.

—Pues inténtalo hasta que te escuche.

—Deberías ayudarme, en parte esto es tu culpa —la acusé.

La morena se sentó en la cama y se volteó para fulminarme con la mirada.

—No es mi culpa que reaccionaras tan mal, ¿Cómo iba a saber que eres una sociópata?

—¡La sociópata eres tú!

—Estoy de tu lado, Brittany, pero tienes que admitir que te comportaste como una imbécil.

Tomé un cojín de su cama y se lo arrojé a Mercedes en la cara, ella me lo devolvió con más fuerza directo al estómago. Carraspeé un poco y me senté en la cama también.

—Sí, fui una imbécil.

—Aceptarlo es el primer paso, ¿quieres algo de beber?

—Chocolate caliente —pedí, eso siempre me hacía sentir mejor.

—Solo tengo jarabe de chocolate, pero tengo cafetera, puedo prepararte un mokaccino si quieres.

—Sí, gracias.

—Ok, espérame aquí.

—¿A dónde más iría?

La morena puso los ojos en blanco y salió por la puerta de la habitación. Mientras Mercedes estaba fuera me entretuve viendo las cosas que mi amiga tenía en su cuarto, Santana no había exagerado cuando dijo que ese lugar parecía un santuario a los amigos de papá, a pesar de eso estaba decorado con buen gusto. Yo me imaginaba las paredes de color negro llenas de posters de la banda y en una esquina un altar dedicado a ellos con velas prendidas e incienso.

En lugar de eso me encontré con muros de color crema con una única fotografía enmarcada sobre la cabecera de la cama, era la portada del último disco de papa y sus amigos. La morena me dijo que era su disco favorito, concordaba con ella, a mí también me gustaba mucho y era justo ese el que se estaba reproduciendo en el ultramoderno equipo de audio que Mercedes tenía en su habitación.

El suelo de madera estaba cubierto con una alfombra negra para mejorar la acústica, razón por la que estaba descalza en esos momentos y junto a su escritorio, que estaba frente a la cama, tenía una vitrina con toda la discografía de ellos que en realidad solo eran seis discos junto con sus ediciones especiales y álbumes en vivo. Además, había mercancía original, como plumillas para guitarra, tazas de cerámica estampadas, sudaderas, playeras y figuras conmemorativas parecidas a los funko pop. Era una colección bastante impresionante.

Abrí la vitrina para sacar lo que parecía un álbum de recortes, cuando lo abrí descubrí un collage con recortes de revistas de chismes viejas, noticias de periódicos relacionados con la banda y algunos fragmentos de letras de canciones escritas a mano con marcadores de colores. Pasé las páginas maravillándome con la atención a los detalles que poseía cada hoja, entonces llegué a una noticia que me dejó perpleja. Era una fotografía en la que aparecía una mujer rubia besándose con un hombre de cabello castaño, la nota había puesto un círculo rojo alrededor de la mano izquierda de la mujer donde se podía apreciar un anillo de diamantes en su dedo anular.

—¿Qué estás viendo? —preguntó Mercedes entrando al cuarto. Dejó el café sobre la mesa y se acercó a donde yo estaba.

—¿Maribel estaba comprometida con Figgins? —pregunté escandalizada.

Ella miró la nota sobre mi hombro.

—No, lee bien —replicó la morena.

—La semana pasada se vio a un integrante de la banda besándose con quien se cree es la prometida del magnate Pedro Lopez, se dice que antes de estar comprometida, el bajista Figgins y la mujer estaban en una relación... —leí en voz alta.

—Ahí tienes.

—No me lo puedo creer, ¿Quién querría salir con Figgins? Eww

—Qué dices, en su juventud era guapísimo, ¡un bombón!

—¡Agh! no digas esas cosas, por favor —pedí fingiendo un escalofrío.

Mercedes se empezó a reír.

—Es que yo sí le daba, mira nada más ese trasero.

—¡No tienes vergüenza! —repliqué acalorada.

Nos miramos un instante antes de echarnos a reír como posesas, no paramos de soltar sonidos parecidos a los de dos hienas histéricas, hasta que mi celular sonó, le hice una señal a Mercedes para que guardara silencio.

—¿Hola?

—¡Brittany!, ¡qué bueno que contestas!, necesito que me cubras solo por dos horas mientras voy a hacer un recado urgente, no te lo pediría, pero la cafetería está llena y no puedo dejarlos sin un miembro del personal —dijo la voz de Tina sonando apurada.

—¿Ahora? —pregunté extrañada.

—¡Sí!

—Vale, voy para allá.

—¡Gracias! Te debo una —dijo la rubia y colgó.

Jones me miró interrogante, le conté los detalles de la llamada, ella asintió y dijo:

—Vamos, te acompaño.

—Ok.

Antes de tomar el uber que pedimos para llegar más rápido, le lancé un último vistazo a la casa de Mercedes, estaba en la misma calle que la de Santana y, como todas las casas de esa zona, era una bonita mansión solariega. Las distancias entre una casa y otra eran grandes por los enormes jardines que poseían, miré por la ventana hasta que me topé con la de los Lopez, volví a fijarme en la estructura tenuemente ennegrecida del ala izquierda de la mansión.

—¿Le paso algo a la casa? —le pregunté a Mercedes.

La muchacha siguió la dirección de mi mirada.

—Hubo un incendio en la mansión cuando Santana tenía once años.

—¡Vaya...!

Nos quedamos en silencio por el resto del camino, el ambiente de repente se había tornado un poco lúgubre, aunque no tenía idea de por qué. El auto nos dejó en el estacionamiento de la cafetería, ya que todos los lugares estaban ocupados, no era de extrañar, pues era fin de semana, le dimos las gracias al conductor y entramos al establecimiento por la puerta trasera.

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