Capítulo 18

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Capítulo 18

La suave brocha que se deslizaba por mis párpados cerrados me daba un poco de tranquilidad, por un momento podía olvidarme de que Quinn, quien se veía jodidamente ardiente en su disfraz de demonio, había evitado mi mirada al saludarme y salir por la puerta lo más rápido que sus pies se lo permitieron. Lauren también salió de la sala, después de haberme ayudado con mis alas y ahora estaba ahí, dejando que Tina me pusiera un montón de sombra de color negro en los ojos.

—Ya casi termino, Brittany, tranquila —murmuró la chica.

—¡Ah, sí! No te preocupes —dije. La verdad no tenía prisa por salir de la habitación.

—¿Segura? Pareces muy incómoda, y estás apretando los puños muy fuerte —señaló Tina.

—Estoy nerviosa —admití.

—¿Por qué?

Quería contárselo a Tina, pero sentía que ya me había abierto demasiado con muchas personas y eso no me gustaba. Siempre había sido muy cerrada acerca de mí misma, por lo que comenzaba a sentirme vulnerable. No quería seguir sintiéndome así.

—Siento que me voy a tropezar con las alas —bromeé, esforzándome por parecer convincente.

—¡Ay, Brittany! No te preocupes por eso, son muy flexibles y ligeras —dijo ella en tono conciliador.

—Confiaré en ti —dije.

—¡Eso, ya terminé!

—Gracias, Tina.

—No es nada.

Luego de despedirme de Tina, la tabaquera plateada brillo desde mi mochila, llamándome poderosamente, nunca había deseado tanto fumar un cigarrillo para calmar mi nerviosismo como en ese momento, tal vez más tarde, durante algún descanso, tendría la oportunidad de hacerlo y despejarme un poco. Salí al ala principal con la escoba en la mano para comenzar con la limpieza, me encamine hacia las mesas y, antes de cruzar el mostrador, escuché la voz de la morena cerca de mí.

—Es justo que te diga que luces muy atractiva —murmuró Santana cuando pase junto a ella.

Una pequeña e involuntaria sonrisa tonta apareció en mis labios, levanté la mirada para ver a Lopez, pero en su lugar me tope con los ojos verdes de Quinn, la rubia frunció el ceño y desvió la vista, mi sonrisa desapareció, ¿se dio cuenta de ese pequeño coqueteo entre la latina y yo? Ojalá que no, al menos por el momento, no quisiera que lo notara.

La mañana transcurrió tranquila, aunque había más clientes de los que estaba acostumbrada por ser fin de semana, Tina tenía razón, las alas no me molestaron en ningún momento y en cambio conseguía miradas apreciativas de algunos clientas, pero la que se robaba todos los suspiros, los míos incluidos, era sin duda Lopez.

Aproveché mi descanso para salir a fumar un cigarro al estacionamiento que se encontraba atrás del local, estaba tan perdida en mis pensamientos que no había notado la presencia de otra persona conmigo, hasta que habló.

—En serio tienes que dejar de fumar —dijo Quinn aparentemente tranquila.

La rubia tenía en las manos dos bolsas de basura negra, estaba levantando la tapa del basurero que se encontraba en la pared a lado de la salida trasera, aun tirando la basura la encontraba encantadora, me dolió el pecho ante ese pensamiento, a pesar de comenzar a estar interesada en Santana, un amor cultivado por dos años no desaparece en dos semanas y odiaba eso, ya no quería sentirme así por ella. De verdad quería poder avanzar, dejar de lado ese amor no correspondido, y comenzar uno nuevo.

—Y tú tienes que dejar de ignorarme —inquirí con cierta molestia, dando una calada al cigarrillo.

—No te ignoro, Brittany —respondió Quinn a la defensiva.

Lo observé con aprensión cuando la ojiverde se recargó en la pared junto a mí.

—Me tratas diferente —acusé volteando mi vista al frente, porque dolía verla ser tan indiferente conmigo.

Quinn se rascó la nuca pensativa y suspiró.

—Lo siento, amiga, es que no sé cómo debería comportarme cuando estoy contigo —confesó por fin, volví a mirarla para responder.

—Solo hazlo como siempre.

—Pero no puedo, me siento extraña y... un poco incómoda —admitió.

Me quedé callada un rato pensando en qué responder a eso. Podía entender que no era fácil para ella, pero ella debía entender que para mí tampoco lo era, y ella me lo estaba dificultando aún más.

—Quiero que sigamos siendo amigas, Quinn, como antes de que te confesara mi amor.

—¿Quieres que lo olvide?

—No, no quiero que lo olvides, solo que lo aceptes y podamos seguir adelante, estoy intentando hacer eso yo también.

—Creo que me tomará un tiempo aceptarlo.

—¿Lo vas a intentar?

—Claro que sí, compañera —dijo Quinn mientras me palmeaba el hombro.

—Genial.

—Antes, allá adentro... ¿Tú y Lopez? —tanteó la ojiverde.

—Creo que sí —dije sonriendo y sonrojándome visiblemente.

Quinn me sonrió y pasó su brazo por mis hombros como hacía siempre, ese gesto me calentó un poco el corazón, me dio las esperanzas necesarias para creer que no todo estaba perdido entre nosotras, y que nuestra amistad volvería de a poco.

—Es una engreída.

—Tiene cierto encanto.

La rubia sacudió la cabeza con rapidez, luego fingió un escalofrío.

—Ugh, si tú lo dices.

Me empecé a reír y Quinn me imitó, entonces la puerta se abrió para dar paso a una Santana Lopez totalmente enfadada, que nos miró unos instantes antes de levantar una ceja y preguntar:

—¿Qué hacen aquí las dos? ¡A trabajar! ¡Ahora!

Fue entonces que nos apresuramos a entrar.

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