【 4.2 】

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The only thing she needed
was him

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—NO VA A aguantar por mucho tiempo más —le dijo Magnus en un susurro

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—NO VA A aguantar por mucho tiempo más —le dijo Magnus en un susurro.

Lo que sea que Colette haya logrado hacer con la desconocida luz en sus manos había sido de gran ayuda para Alexander, pero no lo suficiente. Se les estaba agotando el tiempo, de verdad, agotando, y si Isabelle no llegaba con Jace lo antes posible...

Ni siquiera podía traerse a pensarlo.

—Jace por favor...por favor, por favor, por favor... —susurró para ella misma, desesperada por lo poco que podía hacer en esa situación.

Atlas, quien había llegado hace poco tiempo en compañía de Clary, puso una mano en su hombro y apretó un poco.

En la mayoría de ocaciones, el calor de Atlas lograba calmarla, trayéndole seguridad, calmando sus nervios. Siempre lograba brindarle esa paz que desesperadamente necesitaba. El padre del muchacho alguna vez sugirió que ambos harían una hermosa pareja, que tenían el potencial para ello. Pero la verdad era que para los dos, todo entre ellos se sentía más bien como un laso fraternal. Atlas no tenía una buena relación con su propia hermana, y Colette nunca tuvo otra familia a parte de Hodge, así que para ella, Atlas era el hermano que nunca tuvo.

Pero en esta situación, en la que podía perder al único hombre que amo de verdad, ni siquiera el calor de su hermano podía brindarle tranquilidad, ahora, solo el cabello rubio de Jace Wayland podía tranquilizar su corazón.

Colette estaba a punto de preguntarle a Magnus si no podía tal vez rastrear al muchacho, hacer algo que al menos les diera una pista de si estaba cerca, pero aquello no fue necesario.

La puerta del apartamento se abrió de golpe e Isabelle entró apresurada, detrás de ella; venía Jace.

Todo el aire que había estado sosteniendo todo ese tiempo por fin encontró su camino afuera de su cuerpo cuando vio al rubio cruzar la puerta. Isabelle ya se había acercado a ellos y estaba arrodillándose al lado de su hermano, mientras a Jace le tomó un segundo reaccionar.
Se veía terrible; estaba despeinado, sucio, y más desaliñado de lo que jamás lo hubiera visto.

Pero estaba ahí.

Todos se voltearon a mirarlo, esperado a que hiciera un movimiento, y cuando comenzó a avanzar a paso inseguro, tanto Izzy como Colette se corrieron para darle su espacio.
El muchacho agarró la mano de su parabatai, dejando ver unas pequeñas heridas en sus puños.

𝓜𝓮𝓶𝓸𝓻𝓲𝓮𝓼 ↬ a. lightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora