【❝Fueron mis recuerdos los que me llevaron de vuelta a ti. No importó cuánto traté de encerrarlos, no importó cuánto traté de odiarte, de olvidarte, siempre volví a ti.❞】
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¿POR QUÉ NADA podía salir bien? Por una vez en sus vidas, ¿por qué las cosas no podían salir completamente bien para el grupo? Una sola victoria, eso era único que Alexander pedía. Un solo día en el que no sintiera que le estaba fallando a alguien. Un solo día en el que tuvieran todas las respuestas. Un solo día en el que estuvieran un paso adelante.
El muchacho estaba en su habitación, sentado al borde de su cama con la nota que Colette le había dejado años cuando desapareció de su vida, en sus manos. ¿Cómo es que todo se le había salido de las manos en tan poco tiempo? Había perdido, por segunda vez, a Colette, y ahora, también estaba perdiendo a Jace, a su mejor amigo, a su parabatai.
No tenía idea de qué iba a ser de él ahora que Jace había decidido irse con Valentine, sabía que tenía el apoyo de su hermana, pero Jace seguía siendo su parabatai, su compañero. ¿Habrá él ya encontrado a Colette? ¿Si llegará a hacerlo, le daría alguna señal? Ya no sabía qué pesar. Conocía a Jace, o al menos eso era lo que le gustaba pensar, pero ahora se veía tan decidido a matar a su padre, se veía tan convencido de que era igual que él; malo. Las dudas estaban volviendo loco a Alexander, pero se obligó a ignorarlas después de decirse a él mismo que estaba siendo un idiota. Jace amaba a Colette, esos dos habían sido grandes amigos incluso antes de que él llegará a conocer a la muchacha, sabía que si ella estaba en peligro, Jace no dudaría en salvarla, porque así era Jace, así era el Jace que conocía, y se negaba a pensar que podría haber otro distinto a ese.
Se levantó de su cama con un suspiro y dejo la nota en la caja de nuevo. No estaba siendo útil simplemente quedándose encerrado y lamentándose por haber sido un enorme tonto todo este tiempo, debía salir y buscar algo que hacer, algo que pudiera ayudarlo a encontrar a la mujer de su vida.
Salió de su habitación y caminó con la cabeza gacha hacía la Sala de Control, repasando una y otra vez en su cabeza todo lo que había aprendido aquel día; sobre los "poderes" de Colette, sobre el por qué se había ido, y por qué se había tenido que quedar en Idris. Por qué desde que volvió no había sido completamente la misma Colette Starkweather. Y que era el idiota más grane por haber ignorado las señales por tanto tiempo y haberse negado a ver la verdad durante mucho más.
Caminando, se encontró con Atlas a mitad de camino, solo, y con la expresión más conflictiva que jamás le haya visto al Italiano.
—¿Todo bien? —preguntó, llamando la atención del muchacho.
