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Darkness and Death

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DESPERTÓ POR SEGUNDA vez, pero se rehusaba a abrir los ojos

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DESPERTÓ POR SEGUNDA vez, pero se rehusaba a abrir los ojos. Esperaba que cuando lo hiciera las cadenas no estuvieran, esperaba que fuera capaz de moverse y de hablar. Esperaba estar en el Instituto, junto a Alec. Esperaba que todo eso simplemente hubiera sido una mala pesadilla, pero a medida en que abrió sus cansados ojos, la realidad la volvió a golpear con un enorme martillo.

No tenía nada en la boca, entonces, ¿por qué no podía hablar? ¿Por qué sentía su cuerpo tan pesado?

Cuando le echó una segunda mirada a su alrededor vio el por qué. Habían runas a su alrededor, eran, lo que pensó Colette, algún tipo de cárcel. Analizó el lugar a fondo con las pocas fuerzas que poseía; estaba en el mismo almacén con el que había soñado. La humedad era incluso peor en la realidad y había algo tan oscuro en el lugar que la hizo pensar que no volvería a ver la luz nunca.

El pensamiento la hizo comenzar a llorar internamente, porque aunque quería hacerlo normal, ni siquiera para eso tenía las fuerzas.

—Estas despierta. Al fin —la misma voz que la había perseguido por tantas noches en sus pesadillas de repente se escuchó entrando en el almacén, logrando que cada uno de los vellos en su cuerpo se erizara y cada gota de sangre se helara.

Quería gritarle, escupirle, matarlo. Pero a lo mucho su cuerpo dio para que poder mirarlo con el odio más profundo en el mundo. Valentine simplemente rio, como si la mirada de Colette se tratará solamente de una rabieta.

—¿Qué pasa, cariño? ¿No estas feliz de verme? ¿Después de todo el tiempo de calidad que pasamos juntos? —se agachó a la altura de la muchacha y la miró con un puchero fingido.

Cuando no contesto —no solo porque no podía físicamente, sino porque no le quería dar ni una pizca de satisfacción más a ese despreciable hombre—, Valentine volvió a reír y está vez sacó su estela, para deshacer las runas a su alrededor.

Si en ese momento Colette hubiera tenido las fuerzas para dejar salir un gemido de alivio, lo hubiera hecho.

Cuando las runas se desvanecieron a su al rededor sintió como si le hubieran quitado un enorme peso de encima, como si le hubieran devuelto el 5% de sus fuerzas vitales y sus cuerdas vocales. Aunque fuera poco, con eso, por el momento, le bastaba.

—Ahora. Por más que sabes que te apreció y es un verdadero placer tenerte como mi invitada de honor de nuevo, tú y yo tenemos asuntos pendientes, que prefiero resolver lo mas rápido posible. ¿Cómo te suena eso? —se levantó del suelo y comenzó a dar pequeños paso a su alrededor, al fina deteniéndose y mirándola con una sonrisa ladina.

𝓜𝓮𝓶𝓸𝓻𝓲𝓮𝓼 ↬ a. lightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora