【❝Fueron mis recuerdos los que me llevaron de vuelta a ti. No importó cuánto traté de encerrarlos, no importó cuánto traté de odiarte, de olvidarte, siempre volví a ti.❞】
...
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—Colette...
LA CASTAÑA SE removió en su sueño, aquella voz, aquel rostro. Todo era nuevo para ella, jamás había visto al hombre enfrente suyo, pero parecía que él sí la había visto a ella.
—Colette...
Aunque podía distinguir una imagen borrosa, la brillante e incandescente luz hacía todo peor. Era como si estuviera en algún lugar celestial. Se sentía como si estuviera en algún lugar celestial.
—Colette...
Quería abrir los ojos, la luz estaba comenzando a provocarle un intenso dolor de cabeza.
—Colette...tienes que ayudarme...
Y de repente, todo se volvió negro, como si la oscuridad hubiera atrapado a la luz en un acto de crueldad. Y un horrible sonido de cadenas apretándose en el cuello de alguien fue lo último que su cuerpo necesito para por fin despertar.
Una fina capa de sudor recorría su frente, su cabello se pegaba a esta a causa del sudor. Su respiración estaba agitada y su mente daba vueltas una y otra vez en aquella imagen. No tenía idea de por qué estaba sintiendo esa opresión en el pecho. No conocía al hombre, ni siquiera sabía el contexto de aquel...¿sueño? No, no había podido ser un sueño. ¿Visión? Tampoco, aquello no se había sentido como una visión.
No sabía cómo explicarlo, pero se había sentido como si fuera un tipo de mensaje. ¿De quién? No tenía ni idea, pero sentía que era alguien realmente importante.
─── ∙ 🎐 ∙ ───
Caminaba por los pasillos del Instituto en busca de alguien que pudiera ayudarla a distraerse de todos los enredos y enigmas que le estaban provocando un no tan placentero dolor de cabeza.
Atlas fue el primero que encontró, y aprovechando no solo que necesitaba un poco de compañía, sino que también parecía que los dos últimamente habían estado tomando caminos bastante separados, se acercó al muchacho.
—Hey —saludó con una sonrisa.
—Oh, hey —cuando el chico se dio la vuelta, la miró con una sonrisa resplandeciente.
—¿Estas muy ocupado?
—No, ¿por qué? ¿Esta todo bien? —frunció el ceño en preocupación.
—Sí, sí, todo esta bien. ¿Así de separados estamos que ya algo tiene que estar mal para estar contigo? —bromeó un poco.
