【❝Fueron mis recuerdos los que me llevaron de vuelta a ti. No importó cuánto traté de encerrarlos, no importó cuánto traté de odiarte, de olvidarte, siempre volví a ti.❞】
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ABRIÓ LOS OJOS de inmediato cuando la imagen de Valentine con la Copa Mortal y la Espada Alma apareció frente a ella. Esta vez, el agua debajo de él había dejado de ser una sombra y se había hecho más presente, reflejaba el cuerpo de Valentine sosteniendo dos de los Instrumentos Mortales.
Le tardo un momento ubicarse y saber que estaba en su habitación, y que el espacio a su lado estaba vació. Recordaba lo que paso la noche anterior, así que no pudo evitar la punzada de decepción al ver que Alexander no estaba junto a ella.
—Hey, estas despierta —escuchó al otro lado de la habitación.
Cuando se dio la vuelta, su corazón descanso al ver que Alec estaba en una esquina, abotonándose la camisa y mirándola con una sonrisa.
—Pensé que te habías ido —se sentó en la cama, sobándose los ojos y sonriéndole al muchacho también.
—Estaba a punto de hacerlo, lo siento, no quería despertarte —pensó que Colette había estado teniendo un sueño tranquilo, pero cuando vio la mueca que hizo mientras asentía y dejaba de mirarlo, le dio mala espina.
Se acercó de nuevo a la cama y se sentó frente a ella, quitó la cortina de pelo que había caído en su rostro y lo organizó detrás de sus orejas, la cogió del mentón delicadamente y la obligó a que lo mirara, analizó su rostro con preocupación y una vez cerca de ella, notó que su pecho subía y bajaba algo fuerte y que su frente estaba cubierta en sudor.
—¿Todo bien? —preguntó en voz baja y delicada.
—Sí, sí todo bien, fue solo la misma visión, pensé que ya que todos sabían que Valentine tiene la Espada pararía, pero cada vez se hace más raro. Pero no importa, no quiero hablar de eso, es confuso y ni yo lo entiendo —negó con la cabeza mientras forzaba una sonrisa y acariciaba la mano que Alec tenía en su mejilla.
—¿Segura que todo está bien? —estaba preocupado por todo lo que Atlas le había contado que sucedía cuando Colette tenía una visión, sabía que tal vez ya que tenía sus runas de vuelta todo sería un poco menos pesado, pero siendo tan incrédulo en los temas del poder de su novia, no podía evitar preocuparse por ella.
—Sí, todo bien. Ya me acostumbre, no te preocupes —asintió mientras volvía a sonreír.
Alec forzó una sonrisa para dejar el tema ahí, no quería forzar a Colette a hablar de algo que era tan complicado para ella como las cosas horribles que tenía que ver al quedarse dormida, dejaría que ella se lo contara cuando estuviera lista.
