【❝Fueron mis recuerdos los que me llevaron de vuelta a ti. No importó cuánto traté de encerrarlos, no importó cuánto traté de odiarte, de olvidarte, siempre volví a ti.❞】
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JUSTO CUANDO COLETTE —y todos los demás— empezaban a perder la cordura al no saber dónde estaban Jace y Clary, y por ende no saber dónde estaba la Copa Mortal, los dos susodichos volvieron al Instituto, y para la sorpresa de todos, Jocelyn venía con ellos.
La mujer estaba inconsciente, pero con vida.
El nuevo problema, era la intensa tensión entre Jace y Alec. Era obvio que todo lo que había pasado los había debilitado como parabatais.
Él y Colette se quedaron con Jace, Clary y Jocelyn, mientras Lydia salió directamente a entregarle la Copa a Imogen. La tensión se podía cortar moviendo un cuchillo en el aire. Alec no dejaba de mirar a Jace, Jace no dejaba de mirar a Clary, Clary no dejaba de mirar a su madre, y Colette sentía la más grande de las urgencias por inventar una excusa y salir de aquella incomoda situación. No lo hizo solo por la mirada que Alec le había dado cuando la sintió moviéndose, le pidió silenciosamente no irse, no dejarlo en ese cuarto solo con el prabatai con el que estaba peleado y la pelirroja que estaba de alguna manera en el centro de los problemas, y por eso, no lo hizo.
Cuando las cosas se pusieron mucho más incomodas al Jace acercarse a ambos y solo hablar —o en palabras más adecuadas; pelear—, con Alec, Colette decidió acercarse a Clary con una sonrisa amable y sentarse a su lado.
—¿Cómo te sientes? —preguntó en voz baja.
—Pregúntame eso cuando todo termine —suspiró llevándose las manos a la cara.
—Lo siento —en el fondo, Colette se sentía terriblemente culpable. En el pasado, había tenido la oportunidad de salvar a Jocelyn, pero había fallado, se había confiado. Y ahora, la mujer estaba enfrente suyo, inconsciente, no sabían cómo despertarla, y su pobre hija, quien era todo menos experta en el Mundo de Sombras, tenía todo el peso de este en sus hombros.
—No tienes por qué disculparte, no es tú culpa —la pelirroja trató de sonreírle, pero eso no le ayudo mucho con la culpa.
—Tal vez tenga más culpa de lo que crees —susurró, más para ella misma que para la chica.
Pero Clary, al estar cerca, la escuchó.
—¿Qué?
Antes de que pudiera si quiera contestar, antes de que la bilis en su garganta se adueñara totalmente de ella, Alec informó que iría a darle las buenas noticias a su hermana, y aprovechando la oportunidad, Colette le sonrió a la pelirroja y se levantó.
