08 [REALIDAD]

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Tord había recorrido apenas una parte de lo que parecía ser una casa interminable, la gente no dejaba de llegar y el ambiente, lleno de un humo espeso y poco traslúcido le complicaba más la tarea de observar bien sus alrededores.
Durante un tiempo el olor peculiar del lugar no lo molestaba en absoluto, estaba tan acostumbrado al aroma de la gran variedad de drogas que solía repartir (y en ocasiones consumir) que realmente no le figuraba mayor problema. Lamentablemente, después de todo el tiempo que había pasado por ahí ya no podía declararse cómodo el y su nariz.

-Dios...como apesta...-comentó, aún así nadie realmente lo escuchó. Sus amigos se habían separado con la idea de que así, con algo de suerte, encontrarían más rápido a Tom. Un plan que hasta el momento aún no daba resultados.

Tord decidió tomarse un respiro, ya tenía suficiente de todo ese alboroto que, en situaciones normales, probablemente él lo habría causado. Ahora era diferente. Su culpa y descuido no dejaban de recargarse en su espalda. Y como pesaba.
Se dirigió a la puerta más cercana que para su fortuna, conducía a una especia de mini jardín, con árboles grandes y abundantes, pasto cuidadosamente cortado y una impresionante variedad de flores por los alrededores.
-Esta gente si que tiene dinero. ¿Un jardín? Que pretencioso.- pensó.

Decidió sentarse en el suelo, parecía cuanto menos tranquilo. La música aún podía escucharse fácilmente pero al menos hacía un fresco agradable que sin duda despejaba sus sentidos.
Desde donde se encontraba tenía una vista placentera, miró hacia el cielo y comprendió fugazmente su inmensidad y al momento perdió totalmente la noción del tiempo. Por unos segundos se sintió ligeramente inútil y fugaz. Técnicamente eso era exactamente, todo mundo lo era.

Retroceder y visitar el pesado no era algo que Tord acostumbrara a hacer, no disfrutaba de ese vacío que quedaba una vez de percatarse que los recuerdos no eran más que eso, recuerdos. Escondidos y enterrados en las ramas del tiempo. Extinguiéndose con cada segundo. La idea lo agobiaba.
Aún así, se atrapó a si mismo recordando. Se le vino a la mente, por ese ambiente tan relajante en el que estaba, una conversación que había tenido una vez, con su madre, antes de que el cansancio y las facturas decidieran llevársela al hospital.

-Resulta ser, Tord, que la gente no es más que partículas de polvo. Podemos vernos muy sólidos por fuera, pero al final tanta solidez no es más que una ilusión.-

-No lo entiendo, yo me siento muy real...-

-Es un consejo, ser humano no es fácil, vive Tord. Quizá cuando crezcas, lo comprendas. Quizá.-

Hasta la fecha aún no comprendía exactamente que era lo que su madre trataba de decirle aquella ocasión. Lamentablemente tampoco tuvo mucho tiempo para preguntarle. Poco después de esa conversación sucedió aquella "situación" con su padre, la cual complicó las cosas.
Era gracioso, cada vez que decidía tomarse esos pequeños viajes en el tiempo, dentro de su memoria, todos y cada uno terminaban enlazados con ese anciano demente.
Solo provocaban que una especie de explosión diera lugar en los interiores de Tord. Rompiendo sus adentros y haciéndolo explotar a él también en el exterior.

Unos pequeños sollozos lograron llamar su atención, interrumpiendo sus recuerdos y obligándolo a regresar a su realidad, al presente.
Una parte de él no resultó interesada en absoluto, no era problema suyo y lo que necesitaba era tranquilizarse un poco, aún no encontraba al chico. Aún así, los sollozos no paraban, seguían uno tras otro acompañados de moqueos y una melancolía casi palpable.
Su curiosidad e imprudencia lo movieron a investigar.

Seguía el ruido triste muy de cerca hasta que finalmente llegó a un árbol con tronco grueso y alto, lo rodeó un poco para ver mejor de quien se trataba y ahí estaba.
Tumbado con las rodillas bien pegadas a su pecho, en esa posposición que lo hacía lucir indefenso y completamente perdido.

A dos mundos de distancia (Tordtom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora