12 [CAMINO]

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El chequeo fue tedioso y largo. La mayor parte del alumnado parecía bastante entusiasmado por el dichoso viaje, era algo complicado controlar o manejar lo que fuera con tanto escándalo de fondo. Lo que debió durar un par de minutos casi se extendió a una hora.
Ese no era su único problema. Incluso los profesores sabían que la muy expresiva exaltación de los adolescentes, que ahora tenían casi presos en los autobuses, no era por ver las montañas o por pasar todo un fin de semana en contacto directo con la naturaleza. Incluso con toda la vigilancia que poseían siempre se les escapaban de vista. Y sin alguien que les marcara lo correcto de lo incorrecto era casi seguro que se generaría un caos.
Afortunadamente su indulgencia era basta y poco les preocupaba ser severos con esos muchachos. El pago por el viaje estaba hecho y las quejas por parte de los padres serían fácilmente ignoradas, como ya era su buena costumbre. Los adolescentes hormonales tomarían el control.

Esa, y muchas razones más, formaban parte del porqué Tom aborrecía a capa y espada convivir con especímenes de su edad. Las chicas parecían hienas parlanchinas, criticando rostros a espaldas de otros y sacando sus afiladas lenguas como si se trataran de repugnantes víboras.
Los chicos, por otro lado, no solo apestaban a sudor y hierba. Emanaban unos sonidos de apareamiento que dejaban en evidencia su extrema soledad y lo ansiosos que se sentían por llevar a una pobre desafortunada bajo las sabanas.
Los ojos de Tom observaban los interiores del autobús, con ligero asco en su mirada. Maldecía a todos y cada uno de los que ahora se encontraban apestando el ambiente.

-Hey, Tom. ¿Porqué esa cara?- pregunto Edd al mismo tiempo en el que se recargaba en el asiento del otro.

-¿Estás nervioso? Puedo darte algo para el mareo. Estos viajes son agitados.- comentó Matt al instante, adoptando la misma posición que su amigo.

Tord se adentró en la conversación sin preocuparse por los pocos modales que demostró.

-Chicos, déjenlo respirar. Todo esto es nuevo para el. Debe estar algo incómodo, ¿no es así Tom?-

-Si...creo que puede ser eso.- respondió dudoso pues aunque ya no estaba demasiado ansioso era claro que su cuerpo tenso lo delataba.

Al fondo una voz estruendosa y cansada hizo acto de presencia, alarmando a algunos alumnos y a otros causándoles una notoria molestia.

-¡SIÉNTENSE TODOS! ¡NOS VAMOS YA!- Exclamo un profesor que dejaba muy claro su malestar por estar ahí. Sus arrugas en las arrugas y su apariencia demacrada eran resultado de su muy probablemente triste vida.
Finalmente se pusieron en camino, tan pronto como agarraron carretera, Tom decidió aislarse un momento del mundo en el que se encontraba. Tomo sus audífonos y velozmente se los colocó. No podía engañarse, los viajes en auto siempre lo ponían demasiado pensativo. De niño, como ya bien se sabía, no tuvo la oportunidad de salir tanto como le hubiera gustado. Sin embargo, las veces que lo hizo siempre viajaban en auto. Adoraba ese olor a tierra, el ronroneo del motor, los rayos del atardecer alumbrando su rostro y calentando sus fríos días.
Sentía paz. Amor por la vida. Agradecía por poder sentir.

Su dedo sabía bien a dónde dirigirse. Aunque no estaba tan acostumbrado a escuchar música del estilo debía admitir que esa en específico era una joya. Le permitía regresar a esos momentos en los que sólo existía el y la luz.
Lost Bird-Syd Matters comenzó, sus oídos se deleitaron con la melodiosa guitarra, tranquila y calmada. Sus ojos se postraron en el paisaje y su alma, tan dañada y cansada, respiro. Por unos tres minutos al menos.
La voz apagada pero dulce del cantante siempre le pareció misteriosa. Transmitía tristeza, felicidad, amor, angustia. Tan contradictorio y perfecto. Inconscientemente sonrió.

Tord observaba con cautela al otro. Los rayos de sol acentuaban su pálida piel y sus facciones finas. Se veía tan absorto en sus pensamientos, tan perdido en su paraíso, que no pudo evitar mirarlo con asombro. Cosquillas, emoción, curiosidad. Otra vez esas emociones, combinándose y alborotando sus adentros. Sin pensarlo se levantó de su lugar y se dirigió al asiento vacío junto a Tom.

-Hey...¿qué escuchas?-preguntó.

Tom se sacudió ligeramente del susto, realmente se había desconectado y no esperaba visitas.

-Oh...no es nada. Es solo una canción.- respondió cortante, no tenía muchas ganas de conversar, solo deseaba cerrar los ojos y disfrutar las 4 horas de camino en silencio.
Tord comprendió al instante, pero no deseaba irse. Quería hacerle compañía. Quería disfrutar de su compañía. Solo quería estar junto a él.

-Puedo...escuchar?- dijo dudoso pues no estaba muy seguro de si su petición sería mucho pedir.

Tom no estaba acostumbrado a compartir sus cosas ni mucho menos sus momentos de paz. Aún así, tampoco podía negarse. Mucho menos ante Tord. Terminó cediendo pasándole uno de sus audífonos al otro. La hermosa canción continuo sonando, los autos seguían avanzando a gran velocidad, los simios molestos con ropa de marca reían y se burlaban sin parar, los nuevos amigos de Tom bromeaban, y Tord parecía estar disfrutando el momento. Claramente no era el único.
Una chispa dentro de Tom se prendió, no podía explicarlo y quizá era algo absurdo ante ojos mundanos, pero, si su vida resultara terminar en ese momento podría fácilmente decir que murió satisfecho. Contento. Tranquilo. Por unos instantes, sólo estar ahí sentado, escuchando música, en compañía de ese extraño sujeto que entró a su vida tan repentinamente, fue más que suficiente para hacerlo sentirse más normal.

[EXTRA]

Tord decidió cerrar los ojos, debía admitir que aquellas canciones que ahora sonaban eran extrañamente agradables y relajantes, tanto que incluso se sentía lo suficientemente cómodo como para quedarse dormido. Disfrutando de las melodías y reposando por un rato. Sin embargo alguien se le había adelantado.
Sintió un peso repentino en uno de sus hombros que lo hizo rápidamente voltear para averiguar de qué se trataba.
Unos cabellos castaños se esparcían sin orden y una calidez comenzó a invadir su cuerpo. Tom había caído dormido utilizándolo a él como almohada. Una parte de su interior le gritó que lo apartara de inmediato.

-"Tord no seas bobo! Qué pensarán los demás si te ven?!"-

-"Sin duda no te verán con buenos ojos. Te juzgarán. Te apartarán. Volverás a ser ese niño perdedor que antes fuiste!"-

Tord no podía negarlo, le aterraba regresar a su pasado. Nunca le agrado la manera en la que el mismo se veía en el espejo, tampoco la manera en la que solían tratarlo cuando era más joven. Odiaba con cada fibra el miedo que recorría sus venas de tan solo pensar en volver a ser así de patético.
Su mano tomó el cuerpo de Tom y lo apartó con cuidado, no pretendía despertarlo, solo moverlo un poco, pero el otro se quejó al instante, provocando que Tord se detuviera de golpe.

-Mmh..-reprochó Tom.

-Lo siento! No fue mi intención, sigue durmiendo...-respondió Tord sin poder creer lo que estaba diciendo.

En fin, ¿qué más daba? El cuerpo tibio de su acompañante era agradable y dormido se veía terriblemente bello. Acaricio sus cabellos despeinados, eran suaves y con la luz que entraba por la ventana, se veían todavía más claros. Su rostro parecía tan calmado, tan puro. Como si de un pequeño niño se tratara. Era tan triste que alguien tan desesperado por vivir estuviera en constante agonía todo este tiempo. Tan solitario y roto.
Si, ¿qué más daba?. Tord ya no podía retroceder, había hecho una promesa. Era demasiado tarde. Ya se había encariñado.

A dos mundos de distancia (Tordtom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora