A dos mundos de distancia (Tordtom)

04 [GRIETAS]

Su teléfono sonaba, una y otra vez, no parecía tener intenciones de callarse.
"¡Responde flojo de mierda!" le gritaba sin articular ninguna sola palabra. Solo vibraba y vibraba.
Haciendo temblar la pequeña mesa de noche al lado de su cama.

Un ojo suyo finalmente decidió abrirse, para ver y localizar la razón de que su sueño fuera interrumpido tan abruptamente. Su mano, lenta y floja, se acercaba a la raíz del ruido. Torpemente trataba de atinarle a ese botón escondido a simple vista, que era capaz de brindarle ese silencio tan sublime que ansiaban sus oídos.

Finalmente, pasados ya más de 6 intentos, logro a gracia de obra divina, atinarle. Y hacer callar todo aquello que le provocaba un malestar.

Su cuerpo nuevamente le hacía una muy mala jugada, haciendo caso omiso a las órdenes que su cerebro le daba. Quedándose quieto y en posición fetal. Acurrucado en sus sábanas aún manchadas de sangre, que lo mantenían gustosamente calientito.
Si no fuera por aquel curioso encuentro que había tenido no se habría levantado de la cama hasta que sus ganas de cagar y orinar lo levantaran a la fuerza. Así como la sequía intensa y caprichosa, que una vez que se presentaba, no era capaz de dispersarse.
Esa sequía que le exigía una buena sobredosis de alcohol.

Si no fuera por ese sujeto, que empezaba a presentarse constantemente y sin permiso en la cabeza de Tom, probablemente ni siquiera se habría molestado en despertar. No se habría sentido entusiasmado. No se habría sentido motivado como nunca antes se había logrado sentir.
Entonces, finalmente su cuerpo cooperó. Siguiendo la misma rutina de siempre. Solo que esta vez, optando por tomar un largo y profundo baño primero. Ya bien le hacía falta.

Se dirigió a su pequeña y claustrofóbica ducha, abriendo la llave y esperando pacientemente a que el agua pasara de "fría que te cagas" a una temperatura más bien "caliente orgasmico". Generalmente no le interesaba demasiado si su cuerpo le gritaba molesto que no disfrutaba del agua totalmente helada pero esta vez había despertado de buenas, algo así. Incluso se sentía de buen humor como para poder desayunar algo antes de salir.

Metió un brazo primero, el que no estaba totalmente rasguñado por los arrastrones que le habían dado esos gorilas agresivos. Con cuidado se dedicaba a remojar cada parte adolorida de su cuerpo.
Al momento en el que el líquido rozó su blanquecina piel una sensación incómoda comenzó a sentirse por todos lados. Sus heridas luchaban por cerrarse, por curarse. Pero aún así seguían abiertas, por supuesto que dolía cuando un intruso recorría los pliegues aún delicados.
Su baño duró aproximadamente 20 min, arrepintiéndose una vez terminando de haber utilizado jabón. Había dolido como el infierno cuando la espuma comenzó a resbalarse por encima de todo.

Se quedó de pie unos minutos parado en frente de su armario, viendo su pequeña categoría de ropa, recorriéndola de arriba a abajo, tratando de decidir cual de todas era la que estaba más "nueva" y al mismo tiempo, tratando de adivinar cual de todas no estaba infestada de un olor potente a smirnoff.
Se decidió por una larga y aparentemente limpia sudadera negra, con un logo apenas visible en la parte trasera de esta. No era precisamente lujosa, pero al menos lograba ocultar ese aspecto desalineado que acostumbraba llevar. Pues el negro, según su madre solía decir, iba muy bien con el. Y con ese lechoso tono de piel.
Casi siempre dejaba esa sudadera de lado, pasando incluso meses enteros sin siquiera voltearla a ver. Le traía muchos recuerdo y lo hacía sentir ligeramente incómodo. Por el corte de la sudadera se alcanzaban a ver las clavículas huesudas que de su cuerpo sobresalían, muchos lo considerarían totalmente una parte normal de la anatomía humana, pero para él era vergonzoso. Lo obligaba a sentirse muy inseguro de su propio físico, muy expuesto. aunque esa no era una novedad en sus sentires.
Sin embargo hoy dentro de él sentía unas repulsivas ganas de verse presentable, admirable..."lindo". Para llamar la atención de esos ojos claros y almendrados. Y despertar en ellos un brillo único y embriagador.