A dos mundos de distancia (Tordtom)

19 [DESTINO]

Pasaron tres semanas y Tom aún no tenía señales de Tord. Ni mensajes, ni llamadas o saludo siquiera. Absolutamente nada. No comprendía exactamente lo que había hecho. Quizá se acobardó o quizá simplemente decidió no ponerse en contacto, pero le habría gustado enterarse de ello en persona.
Le molestaba. Odiaba las vueltas, las mentiras, las inconsistencias. Por un segundo se sentía en el pasado. Le desagradó en automático.

Había estado sobrepensándolo ya un tiempo, intentaba darle una razón lógica a su indiferencia. Sin embargo, por más que buscaba, no encontraba un motivo. No recordaba haber hecho algo que pudiera malinterpretarse. Mientras más pensaba, más se decepcionaba y más le enfadaba. Llegó a considerar incluso que se trataba todavía de aquella repulsión que vio en su mirada la última vez que hablaron.

Su rostro quedó congelado por unos segundos. Ya había revivido aquel recuerdo un par de veces como parte de las muchas terapias que tomó pero no solía hacerlo de forma tan fortuita. Deseaba despejarse, por lo que tomó el primer saco que encontró y se dispuso a caminar por la ciudad. Con la esperanza de disuadir su evidente malestar.

No estaba seguro de cuánto tiempo llevaba fuera, pero el cielo le indicaba que era de noche. Una despejada y tranquila noche.
Se acercó a la orilla de un famoso lago, conocido por su indiscutible belleza. Deseando tomarse un descanso de tanto caminar sin rumbo, tomó una roca y sobre ella se dispuso a reposar.
Finalmente cómodo, alzó su mirada. El hallar tan pocas estrellas le entristecía.

Cuando era joven, solía poner sus plegarias y esperanzas en ellas pues solo ellas conocían su dolor. El no verlas, tan brillantes y gobernantes del anochecer, le ponía de un humor melancólico.
Suspiró con cansancio y pesadez. Entre pensamientos y deseos, esperaba que fuera liberador pero sobretodo, íntimo. Para su pesar, resultó captar demasiada atención.

-Vaya, algo si que te tiene agotado.-Comentó una voz que por poco sentía familiar.

Puso su mirada en esos ojos caídos y automáticamente lo reconoció. Se trataba de aquel chico que lo observó y dibujó aquella tarde en el parque.

-Oh, eres tú.-Respondió Tom algo nervioso. No se había puesto en contacto después de aquel día. ¿Motivos? Simplemente no le interesó en absoluto. ¿Qué clase de excusa le inventaría ahora? No lo sabía pero debía pensar en algo y pronto. Ya bien se sospechaba que lo mencionaría.

-Discúlpame. Te vi y no sabía cómo acercarme.-Dijo mientras avanzaba un poco más al sitio donde se encontraba Tom. No parecía tener intención de reclamar la espera eterna en la que se había visto obligado a estar. De hecho, para sorpresa de Tom, este se veía en extremo tranquilo, casi indiferente.

Estuvieron escuchando la calmada corriente de agua por unos minutos. Sin decir o compartir una sola palabra. Tom realmente no se sentía de humor para conversar con alguien, mucho menos con un extraño. En parte era por su bizarra forma de gestionar emociones, las cuales prefería no exteriorizar. Pero incluso si tuviera que hacerlo, no se sentía con ánimos de revelarse específicamente con ese ser, en todo caso probablemente lo hubiera hecho si se tratase de Edd. Le despertaba mayor confianza.
Antes de que pudiera pedirle al chico que se fuera, este rápidamente hizo un comentario.

-Puedo notar que te encuentras atravesando uno de esos momentos...complicados. Permíteme ayudar.-Pidió amablemente. Con un vago tono insistente, tal vez algo suplicante.

-¿Cómo?-Preguntó Tom sin esperar demasiado.

El chico le extendió la mano con gentileza. Sonreía con lo que parecía ser sinceridad.

-Conozco un pequeño sitio en el que ocasionalmente presentan breves obras teatrales y conciertos. Hoy presentarán uno, iba en camino cuando te encontré aquí...ven conmigo.- Ofreció, poniendo una pequeña mueca amistosa en su rostro.