01 [DIA ESPECIAL]

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Una vez más. Esa misma alarma. Ese mismo "Bip" que sonaba. Exactamente a la misma hora.

Sus ojos lagañosos se despegaron lentamente. Mirando el techo un par de segundos, con ese ruido de fondo.
Las mismas grietas, las mismas manchas, el mismo silencioso y a la vez ruidoso ambiente que se creaba todos los días. Exactamente a la misma hora.

Su cuerpo le imploraba más tiempo. Le susurraba: "quédate, quédate, hoy es tu día, haz lo que quieras. Quédate".
Su muñeca le sugería un vendaje pronto, la herida recién hecha comenzaba no solo a doler, si no que también empezaba a infectarse. Poniéndose escandalosamente roja. "Cúrame Tom, hazlo pronto."decía.

Vaya situación. Quería escucharlos. Pero tenía su propia rutina.
Hacerles caso,
Hacerle caso, a sus necesidades no formaba parte de sus días. No, ya no más.
Se levantó, con sueño, sin ganas, como era su buena costumbre. Inconscientemente se miró su antebrazo izquierdo. Ahí estaba, rogándole consuelo. Aún ensangrentado.

No lo pensó bien. No lo pensó nada. Simplemente decidió hacerlo. Clavó sus uñas, en cada una de las heridas que se esforzaban por cicatrizar.
Una gota, luego dos, luego hilos, luego chorros.
Rojos. Brillantes. Ardientes.

Miraba como escurría el líquido por su brazo, por sus blancos dedos, por el suelo. Lo miraba quieto, tranquilo. Como si lo que estuviera viendo fuera algo cotidiano y simple.
Ver una mariposa volar entre las flores.
Ver a la gente caminar apuradas por llegar a su destino.
Ver a los autos pasar a toda velocidad.
Ver al mundo girar.
Pues si, así de normal, así de común era todo lo que hacía. Todo lo que se hacía.

Nuevamente un ardor apareció en su piel. Nuevamente le chilló su cuerpo.
Nuevamente salieron lágrimas con mente propia de sus ojos. Reacción natural al dolor.
Porque si, le dolía, le dolía mucho. Y por eso lloraba. Pero no, eso ya no le afectaba. Y por eso una calma extraña siempre lo abrazaba. Indiferencia ante su propio dolor.

Sus descalzos pies se dirigieron a donde siempre, comenzando así un nuevo día.
Se desvistió sin prisa, sin preocupación. Sus tiempos los tenía bien calculados. No había porque alterarse.
El conjunto cómodo y holgado de siempre lo llamó con amor, con dulzura. "Escógeme"
Tom no pudo resistirse ante tanta sensualidad, terminó escogiendo la misma ropa desgastada y rota de siempre. Lo hacía sentirse cómodo, tranquilo, calientito.
Su vieja playera deslavada, su vieja sudadera desgastada, sus antiguos pantalones negros, sus viejos tenis que jamás lo defraudaban. Se sentía, con todo eso, como en "casa".

El roce de la tela con la herida recién abierta le hizo soltar un quejido agonizante. Le hizo sentir un dolor incontrolable. Le hizo recordar que se había hecho daño, otra vez. Así pues, decidió darle gusto a su cuerpo. Vendándolo descuidadamente y así dejara de quejarse. Para que dejara de molestarle.
"Mucho mejor" dijo su pálido antebrazo.

"Ahora, aliméntame. Aliméntate. Aliméntanos" le pidió su cuerpo con un gruñido proveniente de su estómago.
-No, no tengo hambre.-pensó. Como solía pensar. Como siempre solía decirse. Para hacer callar a esa molesta necesidad de comer algo.

Malos hábitos. Lo sabía bien. Malos hábitos.

No tenía tiempo para pensar en eso. Tenía clases hoy, tenía planes hoy, tenía mejores cosas que hacer. No tenía tiempo para pensar en él.
Se dirigió a la entrada, vieja, sucia, polvorienta, que siempre lo esperaba, seria.
Diciéndole burlona siempre que podía: "¿A dónde vas hoy Tom? ¿Piensas salir? ¡Pero ni siquiera tienes amigos!"

A dos mundos de distancia (Tordtom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora