02 [RISAS]

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Sudor.

Nervios.

Miedo.

Ardor en su roja piel herida.

Su respiración no paraba de acelerarse con cada segundo. Sus piernas le dolían por haber corrido con constante velocidad y sin un descanso considerado de por medio.
Hace ya un rato que se había detenido y aún así le seguían doliendo. Como si estuvieran prendidas en fuego. Su cabeza igual. Daba vueltas cuando apenas se movía ligeramente.
¿Qué esperaba? No había comido nada aún, y tampoco es como si hubiera estado alimentándose bien las últimas semanas, o los últimos meses. Años.
Su resistencia ya no era la misma.
"Cruel, eres cruel Tom" le decía siempre que podía su delgado y descalcificado cuerpo.

Las personas, "compañeros", apurados por llegar a tiempo a sus clases, pasaban en grupos al lado de él, algunos lo veían, preocupados, otros asqueados, pero, la gran mayoría, solo se reían. Justo en su cara.
En circunstancias normales eso lo habría molestado mucho, al mismo tiempo en que habría sacado dos o tres lagrimas de sus ojos casi ya secos. Pero ahora tenía algo más preocupante en mente.

Buscaba, sacaba todo con desesperación, revolvía el contenido de su mochila. Nada. No había nada.
Había olvidado sus pastillas.

-Carajo...dónde, dónde, dónde las dejé..!-decía entre dientes. Poniéndose cada vez más ansioso.
A su mente se le vinieron esas palabras, palabras que aquel señor vestido de "especialista y amigo" había dicho la última vez que tuvo cita con el. castigándolo por haber sido tan descuidado.

"Estas son tus amigas. No las dejes de tomar Tom. Si lo haces cosas malas pasarán"

-Cosas malas...-susurró ligeramente.
Aunque no lo suficiente.
Unos oídos curiosos lo habían escuchado a la distancia. Decididos a acercarse para ver qué pasaba.

Una mano, ajena claramente a él, tocó su huesudo hombro, haciéndolo brincar del profundo miedo que le había causado ese agarre tan extraño y fortuito.

-Wow! Calma! No te voy a asaltar...O puede que si.-dijo entre leves risas un joven de cabellos oscuros y extraños. Parecía tener puesto un peinado punk de los 80's, cuando era la moda dejarse los pelos parados y enredados. Justo como los tenía ese sujeto.
Tom lo reconocía, si, era el chico de la cafetería. Ese inconsciente que le derramó el chocolate encima.
Sorprendentemente él ya no se sentía molesto, a pesar de que aquel chico fuera el causante de ese "pequeño" ataque que estaba teniendo.
su mayor problema ahora eran esas malditas pastillas.
Se había acostumbrado tanto a tomarlas que ahora dependía de ellas.
Saber que no las tenía, lo hacía temblar. Lo hacía sentirse constantemente paranoico. Cada vez que temblaba su cabeza le rogaba consuelo. Cada vez que su cuerpo le rogaba consuelo sus manos actuaban por cuenta propia. Cada vez que sus manos se rebelaban contra él cortaban cosas, rajaban carne, abrían su piel.
Cuando eso pasaba, Tom apenas y podía controlarse.

-Eh..yo..-balbuceó Tom torpemente, sin tener ni la menor idea de lo que debía hacer en ese momento. Se incorporó con nerviosismo y aunque trató, no pudo ver a los ojos a ese tipo parado en frente de él. Solo apuntó a sus pies y ahí se quedó su mirada.

-Tranquilo amigo, te reconocí de la cafetería. Solo quería...ya sabes, disculparme y esas cosas.-

Tom lo vio extrañado. Tan obvia fue su reacción que incluso llegó a sorprender al otro chico. Haciéndolo preguntarse fugazmente si lo que había dicho había sido inapropiado o algo que se le pareciese.

¿Disculparse?
¿La gente se disculpa cuando lo siente realmente, no?

No.

A dos mundos de distancia (Tordtom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora