Capítulo 26

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''Ella no quería morir, ella quería vivir pero feliz''

Mierda.
Mierda.
Triple mierda.

Bajó las escaleras sin los zapatos y con el pelo todo alborotado. Akira esperaba impaciente en la cocina con una taza de chocolate caliente en las manos. Al ver el reloj de la cocina, vio que era demasiado tarde: Las cuatro de la mañana. Él le había dicho que se quedaría a dormir en un hotel y que regresaría temprano en la mañana, Mina hizo una mueca al entrar donde su padre.

—Antes que me castigues o me digas algo... Lo siento, no sabía que iba a llegar tan tarde y tampoco tenía planeado ir de fiesta, sólo quise acompañar a Sana, ¡Además! —Dijo con un tono de emoción. —Tú quieres que tenga una típica vida adolescente y esto es lo que hacen las adolescentes...

—Me alegro que entiendas, ahora... —Junto sus manos en la mesada. —Castigada, un mes, sin salida, sin citas, sin tu novio y solo pueden venir a casa pero, tú no sales... —Le señaló con el dedo y luego dio media vuelta. —Que descanses. —Besó la cabellera de la chica y estaba a punto de salir por la puerta cuando el gritó de su hija le penetró por los oídos.

— ¡¿QUE?! ¡Estoy a salvo, papá! No hagas esto.
—Mina, tú no eres de salir, no te puedes quejar. —Se dio media vuelta y siguió caminando.
—Pero quiero hacerlo, si quiera a la tarde para ir con Chan o Sana...
Su padre hizo un ruido con la boca negando esa petición, tomó otro sorbo de su chocolate caliente y lamió sus labios.
—Un mes. Castigada, sin citas, sin salir, sin Chan.

...............

Una semana. Una puta semana. Sólo eso había pasado del castigo y cada día pasaba más lento de lo normal. Su padre nunca estaba en la casa, pero la tenía totalmente vigilada. Colocó cámaras por toda la casa y activó unos sensores para que Mina, si tenía ganas de salir a la tarde, no pudiera hacerlo... Cada vez que atravesaba alguna puerta o ventana, la alarma sonaba y la hacía volver a entrar a la casa.

Ella estaba rodeada por todas las paredes de la casa, sin poder salir. Sólo su padre sabía cómo desenchufar todos los cables de esta cosa mecánica. No sabía, más bien, no tenía la más pálida idea de que Akira hiciera tal cosa, por un momento llegó a pensar que realmente estaba loco, pero era su padre... Aunque no lo entendiera, quería hacerlo.

Cada vez, que llegaba desde el Instituto a la casa y pasaba la puerta, se escuchaban unos sonidos que aseguraban que si salía, la alarma sonaría. Una tarde, mientras leía un libro que encontró por ahí que no era para nada interesante, alguien tocó a su ventana. Era Nayeon, siempre ahí, espiando y molestando. Una sonrisa se atravesó por sus mejillas, no le esperaba. Llegó a la misma y la abrió. La chica pasó y se sacudió.
—No puedes estar acá.
Nayeon sonrió con su hermosa sonrisa torcida.
—Si puedo estar acá... —Se sacó su gorra y se la acomodó. —Tengo un plan, ¿quieres participar?

Mina cerró su libro que todavía lo tenía en mano, lo tiró sobre el escritorio. Dio media vuelta, caminó a la cama y se sentó. Le ofreció un lugar a Nayeon, quien se quedó parada.
—Cuéntame. —Pidió Mina.
—Estás castigada por un mes, ¿cierto? —Mina asintió frunciendo los labios. — ¿Sabes lo que hacen los adolescentes cuando están castigados y sus padres no están en casa? —Mina negó con la cabeza y Nayeon formó una sonrisa. —Se escapan y ahora es tu turno.
—Lo pensé pero... ¿sabes algo? ¡Estoy rodeada por cámaras! —Exclamó frustrada, su padre estaba loco, completamente.
—No lo creo... Una gran persona, si puedo decir, sacó todos los cables que conectaban las cámaras y las alarmas, no hay nadie que te detenga, excepto tu misma.


...


Hubo un trayecto de una hora hacia un lugar desconocido donde Sana le esperaba a Mina y a Nayeon. Cuando llegaron, eran como las seis de la tarde, había una pequeña fiesta de tarde en un lugar como un parque pero sin ser uno, digamos que tanto como la rubia y la castaña rulosa tenían contactos por todos lados y siempre estaban invitadas a fiestas donde podían llevar acompañantes y en este caso a Mina.

Ella vestía unos pantalones de cuero negros, con sus converse y una remera holgada que decía "Fuck you", su madre se la compró unos días antes de morir. Fue el último regalo que le hizo y el último que alguna vez, le volvería a hacer.

Cada vez, anochecía más y más. Las dos japonesas bailaban al ritmo de la música, mientras Nayeon estaba por ahí con una chica bailando totalmente apretadas, realmente, esas escenas a Mina no le gustaban, daban asco.

Mina agradeció estar tan alejada del resto para no ser de esa forma, a veces Sana daba a pensar que era de esa forma pero, ella siempre se dejaba tocar por una persona solo si era su pareja. 

Eran como las nueve de la noche cuando, Sana y el chico misterioso de la otra vez, empezaron a moverse uno contra otro. Mina dejó aquel lugar y caminó hacia otro lado donde no se escuchaba la música y no había nadie o eso pensaba.
Escuchó unos pasos por detrás de ella, cuando giró la cabeza no había nadie. Y por el lado izquierdo, volvió a sentir la presencia de una persona, podía ser cualquiera.
Iba a hablar pero, prefirió callarse.
Alguien salió corriendo por detrás de un árbol y le tiró al piso golpeando su cara contra el pasto, que estaba un poco mojado por el rocío de hacia unas horas.
—Te callas porque, juro que te perseguiré hasta tu último maldito día, estúpida. —Le susurró una voz femenina, tan conocida... Irene. —Así que te ves con mi novia, hija de puta.

Le soltó el pelo y se levantó de arriba de ella. Mina dio media vuelta en el piso, tenía los ojos llenos de lágrimas. Se había lastimado, su nariz sangraba. Escuchó el grito de su nombre a lo lejos, era la voz de Nayeon.
—Escúchame bien... Vas a decir que te caíste, pero, créeme que voy a vengarme.

Se volvió a esconder y Mina se quedó tirada en el piso, hecha una pequeña bolita, estaba lastimada, había caído con las rodillas en el pasto y eso era totalmente doloroso debido a que estaba duro.

Nayeon llegó a su lado y al verla de esa manera, se fijo por los costados pero, nadie estaba cerca. Se agachó y la tomó entre sus brazos... A unos dos metros, vio un banco y con un paso rápido, llegó hasta ahí donde depositó a Mina.
— ¿Qué pasó? ¿Quién te hizo esto? —Preguntó, acomodándole el mechón de la cara.

Mina sólo negó con la cabeza y se sentó en la banca. Empezó a llorar mientras que, con la manga de su remera, se limpiaba su nariz, de esta salía sangre... Mucha sangre. Nayeon la abrazó y cuando Mina tenía su cabeza en el hombro de la chica, Irene apareció justo detrás de la espalda de la mayor y le miró por unos segundos hasta que la japonesa salió corriendo.

Tenía miedo, mucho miedo y tendría que hacer todo lo posible para alejar a Nayeon de su vida. No era la clase de persona que ella creía, pero, si alejarse de la coreana la mantendría a salvo, eso haría.



...



Entraron a la casa por la ventana y Nayeon estaba a punto de irse cuando Mina le detuvo, pidiendo que se quedara unos cinco minutos más porque tenían que hablar.
—No quiero que nos veamos más. —Le dijo, más bien fue como una súplica.
Nayeon frunció el ceño y después de unos segundos, sonrió, pensó que era una broma. No se llevaban mal y de la nada, le dijo esto.
— ¿Qué? —Preguntó Nayeon.
—Lo que escuchaste, no quiero verte más.

Nayeon tragó gordo, las esperanzas de que fuera una puta broma se habían ido y por el tono de voz que Mina utilizaba sabía que hablaba seriamente. Se sentó en el escritorio y cruzó sus brazos.

— ¿Por qué dices esto?
—Solo, quiero que te alejes de mi vida, no quiero tener nada que ver contigo, Nayeon, ¿vale? Es por nuestro bien. —Le dijo y se sentó en la cama.
La mayor agachó la cabeza y mordió su labio.

—No puedo irme así como así, ¿sabes? No sé si te habrás olvidado pero, me importas y cuando alguien...
— ¡Te quiero lejos! ¡No te quiero tener cerca! ¡Entiéndelo! Ponte en mi lugar una sola vez... No sabes que se siente hablar con la persona que te dejó millones de marcas en toda tu alma. —Le exclamó. Tenía ganas de llorar, no porque le decía tales cosas a Nayeon, sino porque traía recuerdos totalmente feos. Hacía unas semanas que no tocaba sus navajas, que sus muñecas estaban libres... Y ahora, estas parecían abrirse de a poco.
—Si piensas que voy a dejarte, te equivocas, Mina. 

Let Me Die - Minayeon [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora