Let Me Die - Minayeon [Adaptación]

Capítulo 10

''Quédate un momento así, no mires hacia mí, que no podré aguantar si clavas tu mirada''

Apenas salieron del Instituto, caminaron al auto de Bang Chan y cuando Mina abrió la puerta trasera para subir un brazo se apoyó en el techo del auto. Ella levantó la cabeza y se encontró con Irene que le miró con superioridad, llegó Nayeon a su lado y le besó el cuello dejándole una marca. Mina bajó la cabeza e intentó subir al auto, pero Irene tiró de su hombro para que eso no pasara.

Abrió la boca para decir algo, pero al escuchar una puerta cerrarse giraron hacia la derecha y vieron a Chan parado apoyado contra el auto, mirándoles fijamente. Su mirada era firme y dura. 

Mina sonrió de lado y miró al hermano de su amiga, este sonrió pero sin quitar la vista de Irene y Nayeon.
Irene le miró coqueta y le habló:
— ¿Eres su novio? —Enarcó una ceja en forma de broma.
Chan negó con la cabeza.
—Te mereces a alguien mejor y a alguien... que por lo menos tenga un poco de belleza. —Señaló a Mina e hizo una mueca con la boca.
La japonesa bajó la cabeza. Le dolió.

—Créeme, Mina es mucho más bella que tú... —Dijo Chan y caminó al lado de Mina, la ayudó a entrar y cerró la puerta del auto.
El resto del viaje fue en completo silencio, la mirada de Mina permanecía quieta en el espejo delantero y miraba hacia donde iban. Miró hacia el espejo retrovisor que estaba pegado en el techo y descubrió al rubio mirándole, desvió la vista en el segundo que ella lo notó. Sus mejillas tomaron un color carmesí.
Sana dio media vuelta la cabeza, mirando a Mina.

— ¿Qué pasó? —Le señaló la cara y Mina no entiendo. — ¡Estas sonrojada!
Chan rió y la volvió a mirar a través del espejo. Mina le miró y sus mejillas ardieron. Mordió su labio, nerviosa. Sana enarcó una ceja, miró a su amiga y luego a su hermano.
Abrió la boca, la cerró y los señaló.
Sonrió, y le guiñó un ojo a Mina.
—Solo voy a decir que, no me metan en el medio de nada. —Sana sonrió y le golpeó en el hombro a su hermano para después, sonreír abiertamente.


{...}


Fueron a casa de Sana y como Mina era la invitada se ofreció a preparar el almuerzo. Era muy buena preparando pizzas, y eso era lo que haría. Sana fue a tomar un baño y dejó a su amiga con su querido hermano.

Mina preparaba la masa de las pizzas cuando sintió una presencia en la cocina, pensó en Sana y se dio media vuelta.
—No pensé que... —Se interrumpió a si misma cuando vio que era Chan.
— ¿Qué cosa no pensaste? —Se rió.
—Pensé que eras Sana y que ya había terminado de bañarse.

Chan tomó un vaso de la mesada, abrió la nevera y sacó una caja de zumo de naranja. Le ofreció a Mina pero ella se negó.
—Sana tarda horas en bañarse.

Una sonrisa se expandió en la cara de Mina. Chan caminó hasta ella y se le paró justo en frente. Observó su cara detenidamente, pasó una mano por su mejilla y otra por su frente. Mina sintió un escalofrío recorriendo toda su espina dorsal.
—Tenías la cara llena de harina. —Dijo, y mordió su labio.

Mina se quedó quieta como una estatua mirando sus ojos. Algo que siempre le atraía sobre chicos eran sus ojos y su sonrisa. Eso siempre sumaba puntos, pero la personalidad siempre estaba primera... Y la de Chan era perfecta.

Bang Chan acomodó su pelo y queriendo salir de ese momento incómodo, ayudó a Mina a terminar los bollos de la masa para el almuerzo.
—La chica que hoy te molestó... ¿Era Irene? —Preguntó Chan mirando a Mina de reojo.
—Sí.
Él suspiró y bufó.
—Sabes que todo lo que dijo es mentira, ¿no? —Dejó todo en la mesa y se giró para poder mirarla bien.

—Chan...
—No, déjame... Ella, ha de ser una de las personas que te lastimaron. —Le acarició la cara con ternura. —Y una, de las que siempre te molestan y te insultan... Pero, ¿sabes? Eres mucho más hermosa que ella, y tu personalidad es mejor que Irene... No es necesario conocerte desde siempre para saberlo. —Le sonrió y Mina cerró los ojos, analizando lo que le había dicho.

Nunca nadie, bueno... Nunca un chico, le había dicho cosa tan preciosa. Negó a las lágrimas que ardían en sus ojos a salir y cuando los abrió, veía borroso. Una lágrima rebelde cayó y Chan la secó con su pulgar.
—No llores.
—Gracias.

Mina abrazó a Chan por el cuello y sintió los brazos de él agarrándole la cintura con delicadeza, apretando sus labios contra su hombro. Le acarició el pelo del cráneo y con dificultad se separó de él. Cuando lo hicieron, quedaron a pocos centímetros.
Sana tosió y ambos se separaron.
—Estoy aquí desde que él dijo que le parecías hermosa. —Sana señaló a su hermano y luego, a su amiga. —Fue como en las películas... Siempre alguien arruina el momento del beso.
—No íbamos a besarnos. —Dijeron al unísono.
—Y en las películas o novelas siempre dicen eso. —Tomó una manzana y le dio un mordisco.
—Sana...
— ¿Qué? —Sonrió. —Yo sé lo que vi, y ustedes... Se llevan mejor de lo que yo pensé.