Capítulo 18

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''Nunca fui tu prioridad, ni tu centro de atención, más bien fue por burlas que notaste mi existencia''

Mina estaba estirada en su cama, dejando caer su cabeza por unos lados de la cama. Sentía una punzada en su muñeca, una punzada de dolor. Levantó su pierna y vio sus moretones en este, eran morados, y grandes.

Estaba oscureciendo, se fijó en la hora en su reloj de mesa, las seis y media. Cerró los ojos y pequeños recuerdos como en luces le llegaban a la mente. Aparecía Irene, escritorios, sillas, láminas de química y física que eran difíciles de entender. A los clones, a ella tirada en el suelo intentando buscar oxígeno entre las paredes. Todo estaba cerrado y ella sufría cada golpe, lo sentía el doble de lo que jamás lo había sentido... Y eso debe ser porque le lastimaron en las mismas heridas. Abrió los ojos y vio nublado, estaba llorando, las lágrimas caían por sus ojos y sentía un peso en mitad de su pecho.

Se levantó de la cama, al sentir unos golpes en la puerta principal de la casa. Se paró y sosteniéndose de las cosas, llegó a las escaleras. Esperaba a Sana y cuando intentó llamarla ella no contestó, así que le abriría, ella ya la había visto de esta manera muchas otras veces. No pudo conseguir mantenerse de pie sobre las escaleras y cayó rodando por las mismas. Vio borroso y cerró los ojos, los entreabrió y se encontró con Nayeon entrando por la puerta corriendo hacia ella.
— ¡Mina! ¡Mina! Mina... —Y dejó de escucharla, cerró los ojos, quedándose inconsciente en el piso.



Abrió los ojos y observó la sala, sus cuadros, la televisión, el centro de la mesa pequeña entre medio de los sillones, la alfombra, el olor a flores que salía cada dos horas de un pequeño aromatizante automático y el clima templado que había sobre esa casa. Pasaba los dieciocho grados y el lugar era acogedor, no se acordaba lo pasado hace unas horas, o minutos... Solo sabía que llegó a la mitad de las escaleras, lo otro no se veía, el recuerdo quedaba en blanco. Volvió a tirar la cabeza para atrás y apretó los ojos, intentó moverse, pero su cuerpo le dolía, sus muñecas seguían punzantes.
Escuchó un grito agudo y abrió los ojos de golpe encontrándose con la rubia de su amiga parada mirándola con los ojos tan brillantes que parecían estrellas, si, así brillaban. Tapó su boca con la mano y dio unos saltos, gritó el nombre de Nayeon en alto. Ella apareció por la cocina con una taza de chocolate caliente y cuando vio a Mina levantada, se lo llevó.
— ¿Qué me pasó?
Nayeon se sentó enfrente de ella con los codos apoyados sobre sus rodillas y entrelazó sus manos.
—Caíste por las escaleras, yo toqué a tu puerta y cuando escuché un ruido dentro de la casa, entré y te observé en el piso... No supe qué hacer más que llamar a tu novio y a Sana.

Mina se preguntó dónde era que él estaba, no lo vió salir de ningún lado por los siguientes cinco minutos, Sana tomó su mano y la acarició despacio. Nayeon miraba atentamente a esa escena, nunca pensó estar de tal manera en la casa de ella. Solía burlarse de ella y empujarla si la encontraba en los pasillos. Ahora permanecía preocupada por lo que le pasaba, hay veces que su mente solo pensaba en ella y en lo que Irene podría hacerle.


...


Sana se fue, le había explicado que cuando Chan la vio de tal manera en el sofá, salió del lugar. No la podía ver de tal manera, se había enamorado de Mina y por lo tanto, cuando observó tal escena sintió enojo, pena e infelicidad. Salió tan rápido como había entrado y se fue de esa casa no sin antes mirar a Nayeon con rencor.

Cuando el ojimiel había llegado, Nayeon y Mina estaba en la casa y eso no le había preocupado hasta que empezó a pensarlo y reflexionarlo lentamente.

En ese momento, Nayeon y Mina estaban realmente solas en la casa. La coreana estaba sentada sobre la escalera mirando a Mina. Nayeon se levantó para cerrar la puerta después de que Sana se marchara, después se dio media vuelta, caminó donde estaba la castaña y se sentó a su lado. La vio atentamente con sus ojos marrones, esperando recibir una mirada de sus ojos color chocolate pero, Mina la ignoraba.

-Era la primera vez que tocaba la puerta para entrar a tu casa. -dijo Nayeon.

Mina levantó la mirada hacia ella y le sonrió.

-Aprecio mucho que lo hagas, Nay.

Mina llevó un mechón de su cabello detrás de su oreja, Nayeon bajó su cabeza y una sonrisa se extendió por la comisura de su labio iluminando su rostro y un brillo llenó sus ojos color marrón.

Mina se enamoró de esos ojos inmediatamente, lamió sus labios y la cercanía empezó a ser escasa. Cuando Nayeon tenía una mano acariciando el cuello de Mina, fue cuando la castaña reaccionó.

Mina miró esa belleza que tenía frente a ella, que eran como un par de gemas, los ojos de Nayeon eran tan perfectos que parecían dos pequeños diamantes. Observó todas las facciones de su rostro; cuando tensaba la quijada, cuando sonreía y cuando su nariz se arrugaba un poquito.

La puerta se abrió y ambas escucharon la toz de una persona, sabían que era el padre de Mina. Ella se separó de inmediato de Nayeon y no miró a Akira. Este le vería todos los moretones y era lo últimos que esperaba, con la campera tapó las heridas de su muñeca, que por más que estuvieran cubiertas por vendas, se veían por la sangre.

—Deberías irte. —Le susurró Mina a Nayeon sin que su padre escuchara.
—Vale. —Se pasó las manos por las piernas, estaba sudando. Se acercó para darle un beso en la mejilla, pero luego se alejó, levantó una mano para acariciarle la cara, pero la bajó. —Adiós.

Su padre le vio salir por esa puerta y cuando la cerró con llave, Mina ya estaba en la planta de arriba. Estaba toda lastimada, necesitaba tomar una ducha, maquillarse y ahí recién podría hablar con Akira. La llamó y ella se detuvo en seco.

— ¿Qué hacía una chica en casa?
Mina rodó los ojos, si tan solo supiera cuantas veces estuvo en la casa esa chica, esa chica de lindos ojos cafés. Sonrió pero, luego borró su sonrisa. No se iba a permitir volver a pensar bien de ella, no quería pensar en Nayeon de tal manera que pudiera enamorarse. Ella estaba a gusto con Chan por más que no haya pasado nada más, no eran novios pero, capaz estaban cerca. 

—Es una compañera de clase, papá.
— ¿Compañera? No parecía eso, estaban a punto de besarse. ¿Es Chan? —Preguntó sarcásticamente, era lógico que no era Chan.
—No, se llama Nayeon.
—No quiero que entren ni chicos ni chicas a la casa si no estoy yo presente. —Exigió. Mina apretó los dientes, no se dio media vuelta aunque quisiera, formó sus manos en puños y habló.
— ¡Nunca estás en esta maldita casa! ¡No tienes derecho a poner reglas así! Siempre trabajas, nunca tienes tiempo para mí. —Exclamó, estaba enojada, demasiado y nunca se ponía así con su padre, le respetaba y quería mucho.

Entró a su habitación y con fuerza cerró lapuerta de la misma, esta chocó y casi se rompe la cerradura. Se apoyó contra lapuerta y empezó a llorar, ya nunca tenía tiempo con su padre, si alguna vezalguno de ellos muere, no tendrías recuerdos... no tendrían muchos.

Let Me Die - Minayeon [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora