Vera regresa a su ciudad para cumplir una promesa, pero nunca nada sale exactamente de la manera en que se planea, y desde el primer el momento las cosas empiezan a complicarse.
En el lugar menos esperado alguien se cruza en su camino. Alguien con q...
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Mientras Vera caminaba de regreso al hotel, no podía deshacerse de la agradable sensación que había experimentado en casa del director. Ese corazón tan franco y ese carácter tan noble y generoso la invitaban a dejarse llevar por la espontaneidad, a derribar los muros creados por la decepción y la soledad. La idea de tener una vida normal comenzaba a florecer. Con el paso de los días, empezaba a sentirse más integrada en su nuevo lugar de acogida.
Avanzó algunos pasos y, al llegar a una esquina, se detuvo para cruzar la calle. Desde la acera vio un BMW blanco avanzando por el centro de la calzada. Aguardó en el bordillo y, cuando el vehículo llegó a su altura, se quedó paralizada. La puerta delantera tenía impresas en letras negras las iniciales «CSM». Eran las mismas que aparecían en la tarjeta de visita del hospital. Alzó la vista inmediatamente y miró hacia el interior del coche mientras pasaba por delante de ella. Las sombras nocturnas se proyectaban en los cristales, y solo pudo ver un instante al hombre sentado al volante antes de que el vehículo ganara velocidad y lo perdiera de vista.
Intrigada por la casual aparición, cruzó al otro lado de la calle y anduvo unos metros por la empedrada acera hasta entrar en el hotel. Tomó el ascensor hasta la sexta planta, recorrió el largo pasillo y abrió la puerta con la tarjeta llave. Tras encender la luz, se acercó al escritorio y dejó la chaqueta sobre el respaldo de la silla. Mientras se desvestía su cabeza seguía dándole vueltas al asunto. ¿Tenían algo que ver las iniciales del enfermo con las del BMW o solo era una casualidad?
