Amanda entró por la puerta cargada con una pequeña urna de cristal y un montón de hojas de papel. Al instante todos los alumnos guardaron silencio y la observaron con expectación. Con movimientos ágiles y precisos, la profesora dejó los utensilios sobre la mesa y comenzó a organizar el espacio de trabajo.
Esa mañana estaba especialmente bella con su pelo naranja ligeramente ondulado. Llevaba puesta una camisa negra ajustada y una falda de tubo gris que marcaba la suave curva de sus caderas cada vez que se movía. Sus piernas se veían largas y estilizadas sobre los tacones de sus zapatos.
Tenía reputación de estricta y amargada por la particular forma de impartir sus clases. Pero también era popular en el instituto, en parte por ser la más joven de los profesores, y por otra parte por ser una mujer extremadamente bella y atractiva.
—Podéis cerrar los libros y dejarlos a un lado de la mesa —dijo volviéndose hacia ellos—. Hoy tenemos que elegir al delegado de la clase.
Los treinta alumnos obedecieron al momento. De hecho, se mostraron entusiasmados al saber que se iban a librar de la clase de literatura. La profesora cogió las hojas que había traído y se detuvo junto a la primera fila de pupitres.
—Ya conocéis el procedimiento de esta actividad. —Empezó a repartir las papeletas dando pasos lentos y cortos hacia el fondo de la clase—. También sabéis las funciones que debe llevar a cabo el delegado de grupo, por tanto, os recuerdo que es importante elegir a un alumno responsable y competente.
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La marca de su piel © PGP2024
RomanceVera regresa a su ciudad para cumplir una promesa, pero nunca nada sale exactamente de la manera en que se planea, y desde el primer el momento las cosas empiezan a complicarse. En el lugar menos esperado alguien se cruza en su camino. Alguien con q...