18. Broma del destino

560 13 48
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando Daniela se despidió de Oscar el viernes por la tarde, sintió de nuevo aquel hueco en el estómago y esa dolorosa decepción que la embargaba y que trataba con gran esfuerzo de ocultar tras una sonrisa postiza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando Daniela se despidió de Oscar el viernes por la tarde, sintió de nuevo aquel hueco en el estómago y esa dolorosa decepción que la embargaba y que trataba con gran esfuerzo de ocultar tras una sonrisa postiza.

El fin de semana parecía no tener fin. Por suerte, el sábado se fue con sus amigas más fieles al centro comercial del pueblo de al lado y el tiempo se pasó volando, pero el domingo no terminaba nunca. Para empeorar las cosas, el instituto iba a permanecer cerrado dos días más debido a la Fiesta Nacional del Doce de Octubre, el Día de la Hispanidad.

Antes Daniela no se angustiaba así. Fue desde que Oscar le dijo que no tenía intención de verla fuera del instituto. Todas sus ilusiones se fueron a pique a partir de ese momento. Envidiaba tener una relación de pareja normal, como las de sus amigas, a las que tanto les gustaba presumir de novio. Su relación con Oscar no avanzaba, seguía siendo el acuerdo calculado que habían establecido al principio. Lejos de oponerse, ella se conformaba con ese arreglo, pero por dentro seguía aferrada a la esperanza de que las cosas cambiaran y él terminara siendo suyo para siempre.

Después de cuatro días de larga y tortuosa espera, por fin llegó el miércoles. Daniela entró apresurada en el aula y, sin soltar la mochila ni quitarse la cazadora, corrió hacia el pupitre de Oscar y se sentó a su lado.

—¡Hola! Buenos días —lo saludó efusivamente—. Traigo noticias nuevas.

Él estaba con la mochila abierta, buscando algo. Se veía contrariado, nervioso; revolvía una y otra vez el contenido de la mochila, tan abstraído que no pareció notar su presencia, apartaba libros, carpetas, un estuche, hasta unos guantes de cuero, que fue arrojando sobre la mesa como si se tratara de basura.

La marca de su piel © PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora