6. Cuaderno de notas

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A la mañana siguiente, Vera se despertó desperezándose como un gato

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A la mañana siguiente, Vera se despertó desperezándose como un gato. El recuerdo de la tarde anterior en casa del director la retuvo entre las sábanas. Se dio la vuelta y hundió la cara en la almohada. Había sido un error pensar que podía hacerse cargo de la pequeña Martina. Su torpe ocurrencia había provocado un enfrentamiento entre el director y su hijo, lo que probaba que no debía aceptar otra tarea que la que le había llevado a ese hotel.

Sin esperar más tiempo, salió de la cama y fue al cuarto de baño. Después de darse una ducha rápida, regresó al dormitorio cubierta con una toalla. Se secó el cuerpo y se vistió con la ropa que había preparado, pantalones vaqueros y una camiseta clara de manga corta. A continuación, se calzó unas bailarinas planas.

Era muy coqueta y disfrutaba arreglándose para salir a la calle. No le gustaba llamar la atención, ni tampoco deseaba ser el centro de todas las miradas; pero era muy perfeccionista y lo bastante presumida como para no dejarse ver en público si no estaba presentable. Y aunque algunas veces le gustaba ir cómoda y sencilla, siempre se aseguraba de que sus prendas básicas combinaran bien entre sí.

Se recogió la melena castaña en un moño en la nuca, cerciorándose de que no le quedaba ningún mechón suelto, y se puso un poco de brillo en los labios. Se miró en el espejo para darse el visto bueno y salió de la habitación.

••●••

Al llegar a la puerta de la clase, se detuvo y miró por el cristal a los estudiantes reunidos en pequeños grupos, riendo y charlando entre ellos. La alentaba saber que tenía a Paula para enfrentar esos primeros días en ese lugar desconocido. No tardó en divisarla sentada detrás de su pupitre, con la cabeza agachada y concentrada en hojear una libreta. Tras respirar hondo, abrió la puerta y entró.

La marca de su piel © PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora