Vera no había dormido casi nada esa noche. Por la mañana sus movimientos eran torpes y descoordinados, mientras por dentro se debatía entre contarle al director lo ocurrido o dejar pasar el incidente. Se paró frente al espejo del baño y se miró; estaba demacrada y pálida. Trató de disimular con un poco de maquillaje las ojeras que rodeaban sus ojos y decidió que no hablaría con nadie de ese asunto. No quería que la policía iniciara una investigación. Seguramente le harían un montón de preguntas y tendría que explicar por qué estaba alojada en un hotel, lejos de su país de residencia, siendo menor de edad.
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A esa hora la clase estaba casi vacía, solo la ocupaban unos cuantos chicos que se habían agrupado alrededor de un pupitre. Aunque aún era temprano, Amanda ya había llegado. Estaba sentada, apoyada en la mesa, concentrada en unos papeles.
Vera colgó la chaqueta en el perchero y se dirigió a su sitio habitual, pero antes de que pudiera sentarse, la profesora le hizo una seña y le pidió que se acercara. La muchacha se detuvo a unos pasos de la mesa y la observó con una clara mezcla de intriga y desconcierto.
Después de deslizar un folio impreso hacia ella, Amanda habló con su habitual seriedad.
—He revisado la solicitud de plaza que enviaron desde París y faltan dos datos indispensables.
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La marca de su piel © PGP2024
RomanceVera regresa a su ciudad para cumplir una promesa, pero nunca nada sale exactamente de la manera en que se planea, y desde el primer el momento las cosas empiezan a complicarse. En el lugar menos esperado alguien se cruza en su camino. Alguien con q...