Resaca

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Camilo

Es domingo y tengo un asqueroso dolor de cabeza, estoy en el suelo y apesto a vómito.
Todo gracias a mi queridísimo amigo y compañero de trabajo, al menos no tengo que trabar hoy.

Me senté sintiendo ese infernal dolor de espalda en toda mi columna, me estiré haciendo sonar mi espalda y me dispuse a mirar a mis alrededores.
Estaba en la sala de mi apartamento, muy vacío sin siquiera televisión porque no la veo, mi mesa de comer, estudiar y escribir, estaba a mi lado del mueble que heredé de mis difuntos padres.

La cocina con los 4 platos y 3 tazas que tengo, una olla y una sartén, ¿Qué más puedo necesitar?
Y más allá la pared que le da privacidad a mi habitación, ¿Por qué no estoy allá en mi cama? Buena pregunta.

Tomé un vaso (taza más bien) de agua de la llave y me dirigí a mi habitación a ver que acontecía allí, también para observar al idiota dueño de mis tragedias, Kim, maldito guapo morocho, cuánto te odio.

Estaba plácidamente durmiendo entre mi segundo único par de sabanas, abrazando a mi almohada y vistiendo una camisa mía, mientras que yo, el dueño del departamento estaba con la ropa vomitada de ayer y despertando en el suelo de la sala.

Me acerqué con mi vaso de agua y se lo vertí en la frente después de desarroparlo.

- ¡AAAAh! - Grito el orangután.
- ¡Camilo! ¿Qué tienes en mi
contra? - me reprendió mientras frotaba sus ojos.

- Tú, Tú ¿Qué tienes en mi
contra? - corregí totalmente irritado por el dolor de cabeza. - Amigo dime que pasó anoche, debo estudiar - Le pedí algo desesperado.

- Nada muy importante, pero coqueteaste con un chico y le di tu número - Soltó el muy descarado

- Idiota, ya para de dar mi información personal a
desconocidos - Le dije, recuerdo al chico de anoche, era muy lindo y muy amable.

- Ay Camilito, si anoche parecía gustarte mucho - Se estiró y tronó sus huesos. - Chico, me voy a casa, dejé una pastilla en tu pantalón, gracias y... perdón - Habló saliendo de la habitación, segundos después escuché la puerta principal cerrarse.

Vaya amigo que tengo.

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