- Mi lindo conejito

1.2K 114 3
                                    


Camilo moría por dentro de la vergüenza, nunca había hecho tal cosa, definitivamente las dos películas porno gay que le mostró Kim le sirvieron, sus orejas estaban totalmente rojas, tenía mucha pena y se daba pudor a sí mismo.

"El dinero, Camilo, piensa en el dinero"

A pesar de que el hombre era atractivo con todas las letras, Camilo no sentía un verdadero deseo por el. Su entrepierna estaba flácida, pero su garganta soltaba los mejores gemidos que consiguió.

Aparentemente el hombre no notó lo que verdaderamente ocurría en Camilo y tampoco le importaba, en solo recordar al chico le era suficiente para aceptar lo que él le diese, al precio que sea.

- Acuéstate en la mesa. - La voz ronca de Thomas no perdonaba a nadie y a Camilo se le erizaba la piel cada que soltaba una petición con ese tono.

El chico soltó el miembro del hombre y se recostó en la mesa poniendo a un lado la fuente. 

- Por favor no me folle - Susurró el chico cerrando los ojos mientras su cuerpo era devorado por la mirada del otro.

- Oh no - Dijo en respuesta mientras sus gruesos belfos acariciaban las piernas suaves de Camilo, sus manos paseaban por las caderas de su presa y orquestaba una limpieza con su lengua en los muslos del chico. - Yo cumplo lo que digo - Subía aún más sobre él, como un tigre que se acomodaba lentamente sobre el cuerpo del conejillo que iba a ser su cena.

- Ah~~ - Murmuró el chico con suavidad  al sentir los labios del hombre en sus pezones, provocando cosquillas placenteras que terminaron por levantar su miembro. 

"Maldita sea, se suponía que era 100% heterosexual"

- Oh, mi lindo conejito -

"Okey, eso me recordó a una cumbia"

Cuando Camilo fue totalmente limpiado por el hombre éste se sentó nuevamente en su lugar y miró como el chico seguía acostado en la mesa.

- Señor, ¿me va a dejar con este problemita? - Su voz era suave, deseando las caricias del hombre mientras lo seducía con sus ojos.

- siéntate aquí - Ordenó mientras señalaba su regazo y sonrojaba al chico, el cual muy obediente hizo lo que se le pidió.

Acercó sus labios a los del hombre y los besó con toda la pasión que podía, no era él, pero estaba disfrutando las sensaciones. La lengua del sujeto comenzó a entrar en contacto con la boca de Camilo, este abriéndola para que el hombre entrara en él con facilidad.

Las manos del mayor empezaron a hurgar en el traje y tocando el miembro de Camilo en el proceso empezó a masturbar a ambos.

- Ahg... señor Thomas - Gruñía el chico al constante toque, colocó su mentón en el hombro de Thomas y dejó que este haga lo que quisiera con él. 
Los brazos del chico abrazaron al hombre con fuerza mientras se corría en la mano del otro.

Thomas suspiraba mientras atrapaba el aroma del cabello de Camilo, sus ojos se cerraban y su mandíbula marcada se masajeaba contra los hombros desnudos del chico.

- Vístete, te dejaré en tú casa. - Camilo estaba agotado, pero de todas formas asintió, bajó de la cadera del hombre y se vistió mientras Thomas no lo miraba, estaba absorto en su mente y mirando al techo.

Después de unos minutos de que Thomas haya pagado la cuenta se encontraban ambos en el lujoso auto del mayor.

- Ten chico - Dijo el hombre extendiendo el dinero que le prometió, Camilo lo contaba mientras el hombre conducía. 

- Emm... señor, no puedo ir a casa con este dinero, me robarian.

- a donde quieres ir

- Al cajero porfavor -

- Tienes que pagarme el viaje, acércate.

En un semáforo el chico se acercó a Thomas y este solo lamió la boca del otro empezando a frotar sus labios entre sí. 
Luego su mano entró a la desabotonada camisa de Camilo y acarició con suavidad su pecho.

- Está en verde - Avisó Camilo.

...

Después de ir al cajero y que Camilo pagase todas sus deudas entró al auto y este en silencio fue conducido por Thomas hasta su casa.

- Adiós, conejito

- Buenas noches - Respondió Camilo con mucha vergüenza.

¡Mesero!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora