Tenía dos problemas en su cabeza, la mujer que lo buscaba y su encuentro con Levi, bueno, a ciencia cierta no eran verdaderamente problemas, lo llamaría asuntos pendientes.
Y la cita con Levi estaba a punto de resolverse, con él apoyado en el capó de un auto esperando al chico.
Tenía 5 minutos cuando finalmente llegó, caminando tranquilo y con elegancia, con una camisa transparente y pantalón de cuero negro, su cabello algo peinado y joyas de oro en sus muñecas y cuello.
Camilo era simple, sin embargo algo bien vestido por pedido del otro.
Una camisa negra dentro de un pantalón del mismo color, una cadena de acero y sus mejores zapatos.
Cuando Levi llegó a su lado pronunció un "hola" acto seguido le tomó de las mejillas y dejó un beso en sus labios, detonando el ritmo de aquella salida.
Quería ese tipo de compañía.
— No seas tímido, guapo — Le recomendó mientras tomaba su mano para caminar.
— Lo siento, ¿cómo has estado? Lamento como me comporté aquella noche — le miró a los ojos, tan carbonados y grandes, que le hicieron tragar saliva.
— No te preocupes, fue lindo, cuando me pediste un beso, nunca nadie me había pedido uno verbalmente.
Las orejas del castaño se enrojecieron.
— entremos aquí, — Pidió y ambos llegaron a un hotel, se notaba de gran costo y muy refinado.
— Yo- — Se frenó antes de llegar a recepción.
— ¿Qué ocurre? — Le miró de cerca.
— ¿No es muy pronto para hacerlo?
— Cariño, no lo haremos — Rió ligeramente mientras planchaba la camisa ajena con sus manos. — Me estoy quedando aquí, quería buscar algo, puedes esperar aqui si quieres — Era mentira, no todo, sí se hospedaba ahí, pero también quería hacerlo
— En ese caso — Levantó los hombros sentándose en uno de esos muebles costosos.
La silueta de Levi desapareció de la sala de espera y tomó un elevador.
Sacó su teléfono del bolsillo y finalmente puso los pies en la tierra para enfrentarla.
Tres tonos de llamada bastaron para que conteste.
— ¡Hola, sí! — Saludó la apurada mujer, de fondo se escuchaba el llanto de su bebé que estaba taladrando en el cerebro de Camilo.
— Hola, Rubi — Suspiró después de pronunciar aquel nombre.
No lo había saboreado en sus labios desde hacia años.— ¡Hasta que apareces maldita sea! ¿¡Qué creías, que podía mantener un hogar sola!? ¿¡por qué huiste de mí!? — Totalmente irritada, más que seguro por el estúpido bebé que no paraba de exigir atención.
— Por Dios Antonia, no es mi maldita culpa que decidieras estar con un patán como el. No quería volver a mi pasado, pero aquí estás, invadiendo mi espacio una vez más como en toda mi infancia — Ya no le importaba ella, el tenía una nueva vida y le iba de maravilla, esperaba que no se le ocurriera pedirle más dinero o alguna mierda.
— Soy tu hermana, pedazo de imbecil, no puedes pasar página de mí.
— Antonia, ya déjame en paz, te envío dinero cuando puedo, ya basta de seguirme, ¿¡que quieres de mí!? — Subir la voz en lugares de gente con altos ingresos era un bochorno total. Empezó a disculparse con la mirada y volvió al teléfono.
— Quiero que volvamos a ser una familia — y ahí va la sanguijuela de mi hermana, buscando un lugar para que viva su hijo.
— ¿Y cómo planeas hacer eso? Sabes que no vivo en un lugar seguro, no tengo suficientes ingresos y tampoco sé criar bebés. — Puso los puntos sobre la mesa, anhelando terminar la llamada.
— Milo, ya no soy una garrapata, tengo casa, dinero, trabajo, solo quiero tu compañía. — No confiaba en el lazo que ella no había querido romper, nisiquiera eran cercanos, además la magia de la amistad no iba a salvar todo.
— Pues, sigue así, yo ya no te necesito — Concluyó colgando la llamada mientras veía a Levi acercarse.
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¡Mesero!
RomansaCamilo un estudiante, empleado y huérfano chico que debe lidiar con sus cuentas el mismo se mete en un lío al tener que pagar su universidad, tiene a un hombre interesado en el con mucho dinero, ¿dejarse conquistar? ¿Qué tan difícil puede ser? ■Ep...