• Capítulo 06 •

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Esa noche invité a mis amigas a cenar en uno de los concurridos restaurantes de la plaza principal. Una parte de mí se sentía culpable por haber dejado que aquel chico, que respondía ante el nombre de Jimin, se hiciera cargo de todo el importe que los dos habíamos arruinado, así que pagar la cena de mis amigas me ayudaba a deshacerme de ese dinero que me quemaba en el bolsillo.

—¿Le diste tu número? —Exclamé anonadada, inclinándome ligeramente en su dirección. Woo dejó la copa de vino en la mesa entre risas para nada avergonzadas. —¿En qué momento pasas de discutir acerca de cuál es el mejor regalo para una abuela a pedir un número de teléfono?

—No lo sé ni yo, que estaba enfrente. —Negó con la cabeza Suni, cerrando los ojos como si ya no supiera qué hacer con su vida. Woo se quedó callada con la mirada en los platos vacíos y una sonrisa enigmática en los labios.

—Por lo menos sabrás como se llama, ¿no? —Inquirí. Nos habíamos pasado toda la cena hablando sobre mi pequeño desencuentro, pero esta historia no tenía nada que envidiar a la mía.

—Claro, se llama Hoseok. ¿No es un nombre precioso?

Suni y yo nos miramos para luego empezar a reírnos. Woo era una persona muy enamoradiza y le cogía cariño a las personas con demasiada rapidez. Desafortunadamente, lo que empezaba en risas acababa terminando en llantos y corazones rotos. Pero en fin, ¿quién era yo para adelantarme a nada?

Después de la cena dimos un pequeño paseo de diez minutos hasta el hotel. No era demasiado tarde y no estábamos muy cansadas, así que cada una estaba pensando en lo que haría hasta quedarse dormida. Suni estaba debatiéndose en qué libro leer de los dos que había traído cuando nos dimos cuenta de que en el ala este del hotel había un pequeño bar con karaoke y mesas de billar. Woo se asomó tímidamente pero la música en vivo la hizo agarrarnos de la mano e introducirnos en el humilde y ambientado lugar.

—¡Tres shots de tequila, por favor! —Gritó Woo echándose sobre la barra del bar. Parecía que acabábamos de entrar en una discoteca, pero la realidad era que el aforo no superaba las sesenta personas.

—No voy a beber, quiero ir a la habitación. —Se quejó Suni cuando Woo le entregaba el diminuto vaso de tequila.

—Y yo quiero ir a la luna. No va a pasar, amiga, es hora de aceptarlo. —Declaró Woo de forma contundente. Yo me reí al verlas discutir y me tomé el vaso de tequila a la cuenta de tres. El líquido me quemó la garganta y mi rostro se agrió por unos segundos, pero la sensación me recordó a las discotecas de Seúl que tanto disfrutaba.

Unos segundos después vi entrar por la puerta a un par de chicos, uno de los cuales recordaba perfectamente. Si hasta yo me puse nerviosa, no me quiero imaginar el manojo de nervios de Woo. Sin embargo, si sintió algo lo debió de ocultar muy bien porque saludó a los chicos con toda la naturalidad del mundo. Los dos hombres se presentaron cordialmente después de que nosotras lo hiciéramos.

—Soy Taehyung, encantado de conoceros. —Dijo el más moreno, sorprendiéndome con una voz bastante grave. Hizo una pequeña inclinación y nos miró una a una para establecer algún tipo de contacto con cada una. Era bastante serio y su forma de vestir algo anticuada, pero eso no le quitaba el atractivo.

—Yo soy Hoseok. ¡Qué coincidencia que estemos en el mismo hotel! —Ahora entendía por qué mi amiga había sufrido un flechazo. Este hombre tenía una sonrisa de ensueño.

Después de unos cuantos minutos hablando llegó un chico más, uno muy alto y con la nuez de adán muy pronunciada. Se presentó con el nombre de Namjoon y se disculpó por haber llegado tarde, anunciando que había perdido la tarjeta de su habitación y que tuvo que ir a pedir otra.

—Esta vez la guardo yo, no sé ni por qué te dejé que la custodiaras. —Espetó Hoseok arrebatándole la tarjeta y guardándosela en el bolsillo. Namjoon aceptó las órdenes tímidamente, lo cual me pareció muy adorable. Seguidamente tuvo la amabilidad de invitarnos a unas cervezas como disculpa de su tardanza.

Los tres chicos me parecían estupendos pero después de un rato hablando decidí irme a la zona de recreativos. Resulta que estaba mi juego favorito, el cual consistía en lanzar pelotas de baloncesto al aro. No se me estaba dando demasiado mal hasta que alguien me distrajo por detrás.

—No está mal...—Me giré hacia atrás para encontrarme con la figura sonriente de Jimin. Lo admito, llevaba un rato haciéndome ilusiones con volverle a ver, especialmente desde que supe que su amigo Hoseok estaba en el mismo hotel. —Ahora déjame enseñarte a perder.

—Claro, supongo que serás un experto perdiendo. Debes haber tenido mucha práctica. —Me hice a un lado con un rostro inocente y él me miró con una mezcla de incredulidad, diversión y orgullo herido.

Comenzó el juego. Uno tras otro fue encestando las pelotas, hasta que finalmente se reveló su puntuación, la cual superaba a la mía por treinta puntos. Se giró a mirarme con el pecho hacia fuera, como si alardeara de su buen rendimiento de una forma bastante chistosa. No pude aguantar la risa y me llevé una mano a la boca para cubrirme.

—Genial, le has ganado a una borracha. ¿Estás conforme?

—Espera... ¿Estás borracha? —Su sonrisa desapareció por unos segundos y me miró profundamente a los ojos como intentando descifrar si decía la verdad. No había bebido tanto, pero es cierto que entre el vino de la cena, la cerveza y el tequila no me sentía totalmente yo.

—No del todo, solo digo que si estuviera más sobria no tendrías nada que hacer contra mí.

—¿Quieres apostar?

Otra vez esa sonrisa, ¿siempre era tan provocativa o yo la estaba malinterpretando? Cada cosa que decía me ponía nerviosa y tenía tantas ganas de alejarme de él como de permanecer a su lado. Supongo que cuando unas horas atrás me pidió que sedujera al propietario de la tienda, me estaba pidiendo que actuara exactamente como él lo hacía ahora.

Car Crash {Jungkook}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora