• Capítulo 50 •

137 15 5
                                    

Esa mañana me desperté notando un peso pesado sobre mí. A la vez que poco a poco iba volviendo a la consciencia me percaté de que Jungkook tenía su pierna por encima de las mías y su respiración me acariciaba la parte posterior del cuello. Los dos estábamos boca abajo y parcialmente destapados. Él había pasado uno de sus brazos por mi cintura y yo estaba agarrando su mano sin fuerza. Más que agarrar era una simple caricia, un contacto, una forma de saber que él estaba a mi lado.

Después de unos largos minutos conseguí darme la vuelta y quedar frente a él. Nuestras piernas seguían divertidamente entrelazadas pero había retraído los brazos y había metido las manos bajo la almohada. Le aparté algunos mechones de su frente y observé su rostro descansado y tranquilo. Era increíblemente guapo.

Mientras admiraba sus rasgos al dormir mi corazón se congestionaba y me daban ganas de acercarme todavía más a él para sentirme segura. Lo que había vivido hacía apenas unas horas había sido realmente lo más aterrador de mi vida. Había visto de primera mano cómo torturaban a Park Shinhye y después, cuando él ya no respondía –de hecho temí que hubiese muerto–, se centraron en sonsacarme toda la información posible. Mi plan desde el principio fue hacer tiempo, alargar la situación lo máximo posible por si en algún momento la policía llegaba a salvarnos. Durante todo el interrogatorio me decía a mí misma que aguantara, que siguiera poniendo un espectáculo de mentiras y olvidos de forma que consiguiera tiempo. Siendo honesta estuve a punto de perder la esperanza, pero entonces fue cuando un pelotón de policías armados irrumpieron en el lugar y en un abrir y cerrar de ojos habían reducido a todos los criminales allí presentes.

Pasé las yemas de mis dedos suavemente por los cortes de su piel y los ojos se me llenaron de lágrimas. Por la noche me había contado cómo se los hizo en una pelea encarnizada contra Ghim Lee, en la cual incluso le apuntaron con una pistola. Habíamos vivido tantas cosas que ni siquiera parecían reales. Ahora estábamos aquí, juntos, piernas entrelazadas y enrolladas desorganizadamente con las sábanas blancas, y no podía pensar en nada más que en lo pacífico y surrealista que se veía este momento en comparación con el día anterior. No podía dejar de pensar en que siempre siempre le querría a mi lado.

Me incliné lentamente hasta dejar un beso en sus labios los cuales estaban ligeramente hacia fuera porque su mejilla estaba aplastada contra la almohada. Después le besé la nariz, los párpados, la oreja, el cuello y finalmente él se estremeció demostrándome que ya se había despertado.

—Me haces cosquillas. — Espetó con una voz profunda y grave. Reí ligeramente y volví a apoyar mi cabeza en la almohada.

—¿Te estás quejando?

—Para nada. — Una sonrisa cansada relampagueó en sus labios y estiró un brazo para agarrar mi cintura y pegarme más a él. — ¿Qué haces despierta tan pronto? ¿Has tenido pesadillas?

—No es pronto, son casi las once de la mañana. — Él abrió los ojos como platos y yo me reí. Se dio la vuelta hasta quedar boca arriba y estiró todo su cuerpo.

—Será mejor que nos pongamos en marcha, tenemos mucho que hacer.

Yo gimoteé y apoyé la cabeza sobre su pecho para evitar que se levantara.

—Podría quedarme así todo el día. — Dije en voz baja y él acarició mi cabello. Nos quedamos en silencio un rato más hasta el punto que no estaba segura de si él se había vuelto a dormir. Luego sus tripas rugieron y los dos soltamos una risita.

—¡Bien, hora de desayunar!

Dedicamos más de una hora a preparar y tomar nuestro desayuno para luego ponernos en marcha e ir hasta la compañía de los chicos. Park Shinhye había recopilado y organizado toda la información con la que acusaríamos a ciertos miembros de la empresa antes de que trágicamente le secuestraran. Por muy increíble que me pareciera, a pesar de las torturas y los malos tratos, nunca llegó a desvelar dónde tenía escondida toda esa información. No obstante, me lo había revelado a mí en cierto momento donde nos quedamos a solas. Me pidió que encontrara el dispositivo de almacenamiento externo y que lo entregara a la policía cuanto antes, así que eso estábamos haciendo.

El dispositivo estaba guardado en una de las salas informáticas de la compañía, en un lugar tan obvio en el que nadie nunca buscaría. Jungkook y yo no estuvimos solos sino que nos acompañaron dos policías para asegurar que aquel pequeño pero poderoso objeto no cayera en manos equivocadas.

—Vamos hacia allí en cuanto terminemos la rueda de prensa, ¿vale, amor? — Me dijo antes de besarme cuando nos estábamos despidiendo. Las chicas me estaban esperando a la salida del edificio y a él le esperaban el resto de miembros para una rueda de prensa que tenían que dar en relación a todos los escándalos que estaban apareciendo en las noticias. La desaparición de Park Shinhye y su hospitalización con pronóstico grave, la tentativa de asesinato de Ghim Lee, nuestros secuestros... Todo aquello pululaba por los medios de comunicación y a ellos les tocaba dar la cara en la medida de lo permitido.

—Genial, os esperamos allí. — Le guiñé el ojo y él soltó una risita arrugando la nariz para luego perderse por los pasillos del edificio.

Cuando salí me encontré a las chicas en un banco y las tres se levantaron al verme para darnos un gran abrazo grupal. No nos veíamos desde ayer pero parecían estar mucho más recuperadas. Luego empezamos a contarnos cotilleos y a bromear acerca de cosas de forma que quedaba patente lo mucho que necesitábamos quitarle hierro al asunto para no volvernos locas del miedo. Más tarde llegamos al hospital donde tenían ingresado a Park Shinhye.

Car Crash {Jungkook}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora