• Capítulo 08 •

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Había salido del hotel casi corriendo y me había sentado en las escaleras principales para tratar de recobrar el aliento perdido. El corazón me latía en el pecho y me pitaba en los oídos con fuerza, dejándome totalmente aturdida. También mis manos se encontraban húmedas y no podía dejar de temblar aunque me encontrara cansada. Estando al borde de un ataque de ansiedad, me pregunté quién demonios era ese tal Jungkook y por qué estaba tan enfadado conmigo. Estaba totalmente segura de que no le recordaba y eso me incomodaba, pero el hecho de que me guardara tanto rencor lograba preocuparme. Si era cierto que nos conocíamos, ¿qué le había hecho yo para que me odiara tanto? ¿Era peligroso?

¡Demonios, no! ¡Por supuesto que no le conocía! Todo esto tenía que ser un error. No podía permitir que mi ansiada pacífica vida se viera afectada por ese extraño sin autocontrol.

—¡Hana!

Me estaba empezando a cansar escuchar tanto mi propio nombre, pero el hecho de fuera pronunciado por los labios de Jimin me tranquilizó. Un segundo después se encontraba sentado a mi lado, pasando un brazo por mis hombros con total confianza.

—¿Estás bien? Me has preocupado.—Buscó mi mirada con inquietud, pero yo estaba demasiado avergonzada como para permitirlo.

—Estoy bien. Creo que ahora estoy bien. —Asentí en un hilo de voz. Mis manos húmedas habían palidecido pero al menos mi pierna había dejado de temblar. Por algún motivo, la presencia de Jimin me estaba calmando.

—Déjame cuidarte. —Murmuró con la voz suave antes de estrecharme contra su pecho. Dudé por unos segundos, pero finalmente apoyé mi cabeza sobre él y simplemente dejé que me abrazara. Me sorprendía que el mismo chico seductor de hace unos minutos tuviera este lado tan sensible y cariñoso, pero me gustaba mucho. —Siento lo que ha pasado antes, no sé por qué Jungkook se ha puesto así. ¿Ha pasado algo entre vosotros?

El hecho de que me hablara con una voz tan tranquila y dulce me dio la suficiente confianza como para abrirme a él. No di demasiados detalles, tan solo expliqué los dos cortos e intensos momentos que había vivido con él. Le aseguré que no le conocía de nada y que su actitud hacia mí llegaba a parecerme aterradora.

—¿Alguien que no conoces aparece de repente y te trata así? Claro que te entiendo, debe dar miedo. —Dijo comprensivo, haciéndome sentir mucho más a gusto. Quería mirarle a los ojos y mostrarle lo agradecida que estaba, pero estar apoyada contra su pecho me impedía luchar contra mi voluntad. No sé qué tenía este chico, ni de dónde había salido, pero en un solo día me había hecho sentir demasiadas cosas.

—Parecía que le conocías, ¿es tu amigo?

—Sí, pero no tienes de qué preocuparte, hablaré con él. Y discúlpale por sus acciones, en mi vida le había visto comportarse así. Probablemente estuviera borracho.

Estar embriagado no era una excusa para ponerse así, pero supongo que me conformaría con eso. No quería odiarle ni guardarle rencor, solamente quería olvidarme de su existencia. Quería volver a antes de los ataques de ansiedad y los insomnios, cuando vivía una cotidiana y pacífica vida alejada de mi pasado.

—Ya es tarde, deberíamos volver dentro. Déjame acompañarte a tu habitación.

Me separé de él y le miré a los ojos por primera vez, él me tendió una mano y me ayudó a levantarme de las escaleras. Me parecía increíble todas las buenas cualidades que reunía este chico y mientras caminaba a su lado hacia el ascensor me pregunté si su único defecto sería tener a ese loco como amigo.

Cuando llegamos a mi habitación él se metió las manos en los bolsillos y yo me tomé un tiempo en hacer que buscaba la tarjeta que abría la puerta.

—Gracias... Uh, por todo. —Tartamudeé indecisa y él me miró con una sonrisa tierna. —Por lo de ahora y por lo de la tienda de suvenires.

—No ha sido nada. Aun así me debes 125 euros. —Mis ojos se agrandaron al oír la gran cantidad de dinero que debía pagar, pero él soltó una risita divertida. —Es solo una broma. Pero te lo recordaré cada vez que nos veamos.

—¿Quién dice que nos volvamos a ver? —Dejé un aire de intriga mientras abría la puerta de mi dormitorio. Jimin me dedicó una mirada con la cabeza ladeada y una ligera sonrisa en los labios.

—Estamos en el mismo hotel, y no creo que pase mucho tiempo hasta que vuelva a buscarte.

[...]

Casi ni nos habíamos dado cuenta pero ya había pasado una semana desde nuestra llegada a Malta y nos encontrábamos en la mitad de nuestras vacaciones. Habían pasado demasiadas cosas durante este tiempo y a la vez no parecía suficiente.

—¡Woo, vamos! No podemos llegar tarde. —Espetó Suni, quien llevaba lista desde hace más de media hora.

—¡Aún no sé qué bikini elegir! ¿Os gusta más el amarillo o el negro? —Dijo saliendo del baño con una toalla alrededor del cuerpo y los dos bikinis, uno en cada mano. Suni rodó los ojos.

—¡El que sea, pero date prisa!

—¿Qué más da? No se va a fijar en ti. —Bromeé. Durante estos días su flechazo por Hoseok había aumentado y estaba empezando a convertirse en algo demasiado real. Cada vez que salíamos organizaba su atuendo con esmero para impresionarle y él siempre acababa elogiando alguna de sus prendas. Por increíble que pareciese, los dos tenían una forma muy similar de vestir.

Dado que Hoseok y Woo se veían a menudo, el resto también compartíamos muchos momentos hasta el punto de habernos apuntado todos esta mañana a una experiencia con canoas. Este tiempo me había brindado la oportunidad de conocer más a Jimin, tanto su lado tierno y seductor, como su lado divertido e infantil. En realidad me fascinaba todo lo que conocía de él pero a diferencia de los sentimientos mundialmente famosos de mi amiga, yo me limitaba a querer pasar tiempo con él.

Ahora bien, si tan unidas estábamos a este grupo de chicos, ¿qué había ocurrido con Jungkook? No sé qué es lo que hablaría Jimin con él, pero su actitud hacia mí había cambiado milagrosamente. Había pasado de gritarme y exigirme a ignorarme completamente, literalmente ni me dirigía la palabra y yo estaba totalmente conforme con aquello. Si tenía que asumir su presencia en el grupo, esta era la forma más fácil de hacerlo.

—¡Lista! ¿Vamos? —Dijo Woo saliendo del baño por fin.

Las tres estábamos entusiasmadas con la idea de montar en canoa, especialmente porque la compañía de los chicos era demasiado divertida. La idea era pasar el día en la playa y después realizar la actividad y yo no podía estar más emocionada, sin embargo había algo que me inquietaba. Intentaba ocultarlo lo mejor posible pero cuando llegamos a la playa mi ansiedad se encontraba en el punto álgido.

Car Crash {Jungkook}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora