• Capítulo 44 •

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Jungkook había inspeccionado la residencia con ojos curiosos y preguntas constantes del tipo "¿la cafetería dónde queda?, ¿sueles bajar mucho al gimnasio?, ¿esas máquinas expendedoras son las que siempre decís que se quedan pilladas?". Por un momento, mientras caminábamos juntos por los pasillos de la residencia, me lo imaginé viviendo aquí, en el ala de estudiantes masculinos, siendo una pareja de estudiantes universitarios que habían salido a despejarse después de una larga jornada de estudio. Fantaseaba a menudo con la idea de esa vida sencilla y perfecta, pero no me quejaba de lo que teníamos.

—No es gran cosa, seguro que te la imaginabas más grande. — Dije cuando abrí la puerta de la habitación y encendí la luz de una de las mesitas de noche. Las luces del techo eran demasiado fuertes para estas horas de la noche y a mí me gustaba el tono cálido y acogedor que aportaba aquella lamparita de cristal.

—Al contrario, es muy amplia. Me gusta. — Miró en derredor mientras asentía con la cabeza. — ¿Cuál es tu cama?

—Adivina. — Había evitado dejar mi bolso encima de mi cama por esta misma razón, pero él ni siquiera dudó al acertar. Se dirigió hacia la cama que estaba pegada contra la ventana y se tumbó en ella sin quitarse las botas. Puso las manos detrás de su cabeza, agarrando en cierto modo la almohada de tonos canelas. Su camiseta se había levantado ligeramente, dejando asomar la marca de su ropa interior. — ¿Cómo lo has sabido?

—No te gustan las colchas con dibujos, y ésta era la única lisa. — Afirmó con seguridad y algo de soberbia, y yo quedé impresionada. A estas alturas debía empezar a asumir que él sabía muchas cosas de mí. — Además, ese cactus que tienes en la mesita de noche es muy tu estilo. Te gustan las plantas pero se te da mal cuidarlas, así que prefieres tener cactus.

—Vale, vale... Sabelotodo. — Rodé los ojos y ambos reímos. Me quité los zapatos y la chaqueta y lo empecé a ordenar en el armario. Había cogido la costumbre de guardar o dejar la ropa en la cesta de la lavandería inmediatamente después de quitármela cuando empecé a convivir en la residencia. Lo aprendí a la fuerza, pues el primer año nuestra habitación era un auténtico caos. — Quítate las botas, me vas a manchar la cama.

—¿Algo más que quieras que me quite? — Dijo en un tono provocador mientras se incorporaba y se desenlazaba los cordones de las botas negras estilo militar. No sé por qué las usaba en pleno verano pero desde luego no me quejaba.

—Por ahora me conformo con eso. — Dije y él soltó una risita. Luego volvió a recostarse sobre la almohada y, al meter la mano por debajo, acabó descubriendo mi camisón. Lo sacó y lo observó con detenimiento. El camisón era de satén color rosa palo y de tirantes ajustables. Tenía escote de barca, por lo que mostraba una buena parte del pecho y era muy suave al tacto. A Jungkook pareció gustarle.

—Deberías ponerte cómoda, al fin y al cabo estás en tu habitación. — Lo tendió hacia mí con un falso semblante de inocencia. Lo cogí y me escondí tras una de las puertas del armario. Ésta no era muy amplia, así que mi acción se quedó en un pobre intento de ser recatada. Mientras me estaba quitando la ropa eché un vistazo en su dirección y obviamente me estaba mirando.

—¿Te importaría...?— Le dije con intención de parecer seria.

—No puedo, eres demasiado perfecta. — Lo dijo sonriente, pero de una forma tan genuina que me hizo ruborizar.

Cuando terminé de cambiarme me mostré ante él plenamente y mi cuerpo se estremeció bajo su mirada de adoración. No me miraba a los ojos como solía hacerlo, sino que escrutaba mi figura con detenimiento, dándole una especial atención a mis pechos. Él estaba tumbado con las piernas abiertas y su pecho se movía muy suavemente. Me acerqué a él y me senté a horcajadas. Inmediatamente agarró mi cintura como si me fuera a caer si no lo hacía.

Car Crash {Jungkook}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora