Hacía más de dos semanas que los pasillos de la facultad se habían empapelado con folletos amarillo narciso anunciando con una caligrafía estridente el gran premio al que podías optar si participabas en un estúpido concurso virtual. Al parecer, con el simple hecho de rellenar un cuestionario acerca de tus bebidas favoritas te podías ganas un viaje para tres personas a la lejana isla de Malta. La cantidad de personas que hablaban del concurso era ridícula, pero supongo que no podía esperarme otra cosa, teniendo en cuenta que nuestra vida universitaria transcurría entre aquellos folletos.
Por mucha curiosidad que tuviera, mi mala fama en los juegos de azar me mantuvo alejada de participar en el dichoso concurso, hasta que finalmente fui "forzada" a hacerlo. La historia de cómo acabé participando en aquella tontería es tan aburrida y nimia como que un trabajador me paró a la salida de la cafetería y, haciendo uso de sus habilidades verbales, me acabó convenciendo para introducir mis datos en la página web. En ese momento, fui un servidor más que participaba en aquel juego de azar tan exquisito como inalcanzable.
Participar en aquel concurso no fue nada reseñable para mí, por lo menos hasta aquella tarde donde se reveló el afortunado ganador. Recuerdo volver de la biblioteca con los ojos inyectados en sangre –después de cinco horas entre libros no podía esperar otra cosa– y con el cuerpo tan cansado que apenas levantaba los pies al andar. Caminaba de vuelta a la residencia de estudiantes, la cual se encontraba a pocos minutos del campus de la Universidad de Seúl, a la cual atendía. En la residencia compartía habitación con otras tres chicas, de las cuales dos de ellas tenía el orgullo de decir que eran mis mejores amigas.
Al entrar en la habitación me encontré a Woo sentada en la cama, rodeada por la oscuridad de la recién entrada noche y con una potente luz proveniente de su móvil que iluminaba su rostro. Encendí la luz.
—¡Auch! —Se quejó cerrando los ojos y arrugando la nariz. —¡Ah Hana, eres tú! Te estaba esperando, ha llegado una carta para ti.
Woo dejó su teléfono a un lado de sus piernas y se sentó como un indio mientras me miraba expectante. De mi hombro cansado dejé caer el bolso en el que portaba los libros y el portátil y cogí la carta blanca que yacía sobre mi cama. El contenido de la carta no lo recuerdo muy bien, ni siquiera estoy segura de haberlo leído entero, pero el hecho de que pusiera "¡Enhorabuena! Eres la ganadora del concurso" ya me hizo saltar por los aires de alegría.
—¡No puede ser cierto! ¿Nos vamos a Malta? ¿¡Nos vamos?! —Exclamé en un gritito mientras Woo se colgaba de mi cuello soltando alaridos.
—Quién lo diría, Lee Hana ganando algo. —Bromeó mi mejor amiga. En condiciones normales le habría dedicado alguna mirada penetrante, pero la felicidad superaba cualquier sentimiento que pudieran provocar sus comentarios. Es cierto, no tenía fama de ganar en los juegos de azar, pero... ¡Qué importaba! ¡Acababa de ganar el concurso más estúpido e inalcanzable del país!
—¿Dónde está Suni? ¡No puedo esperar a decírselo!
—Acaba de bajar a la cafetería, ¡vamos!
Nuestros pasos de gigante y nuestros gritos de alegría inundaron los pasillos de la residencia, y así probablemente fue como todo el mundo se enteró de que las tres amigas nos acabábamos de ganar un viaje de ensueño. O al menos eso era lo que nos parecía Malta: un sueño.
Encontramos a Suni en la cafetería y conseguimos hacer que se ahogara con su zumo al comentarle la buena nueva. La más escéptica de todas, inclusive más que yo, consiguió calmar nuestra excitación hasta cierto punto pero ninguna de las tres pudimos dejar de hablar del tema desde ese momento.
Cuando recuerdo ese día, pienso en lo ingenuas que éramos, sin saber cuánto cambiarían nuestras vidas con el inicio de aquella aventura.
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Car Crash {Jungkook}
Fiksi PenggemarShe doesn't remember me and I cannot forget about her.