XXXV

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– Sam ...

Nada, Sam no le presta atención al llamado de su pareja y sigue paseándose por la habitación mientras guarda cosas en su maleta, la cual está abierta sobre la cama.

– En serio, cariño, creo que estas exagerando – intenta razonar con ella Dereck.

Pero no consigue nada, Sam sigue sin prestarle atención, ella está entretenida doblando prendas y acomodándolas en la maleta.

– ¿Recuerdas donde puse los pantalones de entrenar? – le pregunta mientras acomoda una de las camisetas.

– Estan en el cesto de la ropa sucia – le responde Dereck, tranquilo mientras cierra los ojos y suspira.

Dereck sabe que va a necesitar mucha paciencia, porque sabe que Sam, ahora mismo no va a dejar lo que está haciendo por nada del mundo.

– Cariño, entiendo que ahora mismo tus instintos de mamá loba sobreprotectora te dicen que lo mejor es que corras a tú antigua manada y "rescates" a su pequeño de un posible imbécil que no sabrá valorarlo ni cuidarlo. Pero por favor, deja de hacer lo que estás haciendo y dame cinco segundos para que hablemos– le solicita Dereck.

El tono de voz cansado en la voz de Dereck, consiguen afectar a Sam lo suficiente como para hacer parar.

– Sé que estoy sobre reaccionando – le asegura ella mientras muerde su labio, todavía sin girarse para hacerle frente – lo sé Dereck – le asegura ella con voz rota – pero si lo que dijo Carlos es verdad ... si lo que dijo él se cumple, yo ...– Sam cierra los ojos y frunce el ceño mientras niega con su cabeza – no puedo quedarme quieta. – Le dice mientras vuelve a mover sus manos y termina de acomodar las prendas que tenía dispersas por la cama. – No dejar que alguien de esa manada tenga a mi hijo, no voy a dejar que Dilan se empareje con ninguno de ellos. ¡No lo voy a permitirlo! – le asegura molesta. – ¡Antes muerta que permitir que alguno de esos cabrones sueñe siquiera con marcar el cuello de mi niño!

Le asegura ella mientras se vuelve para enfrentarlo, los ojos de Sam se han oscurecido de nuevo, demostrando, que tanto la loba como la humana están de unidas. Ninguna de las dos va a permitir que tomen a su pequeño.

– Sam, tranquilízate – le pide Dereck mientras se le acerca con paso tranquilo. – Yo no estoy en contra de este viaje. Lo sabes, ¿verdad? – le pregunta tranquilo, a lo que Sam le responde con un asentimiento pequeño – cariño, sé que quieres irte a rescatar a nuestro cachorro, pero antes de eso necesitar tranquilizarte un poco. No quiero que el día que conozca por fin a mis suegros piensen mal de nosotros porque irrumpimos sin ni siquiera avisarles. Además, te recuerdo que Dilan no es ningún tonto Sam, él mejor que nadie sabe distinguir quienes son las personas que realmente merecen la pena y quienes no, y en caso de que pasase algo ... ¿no crees que nuestro cachorro es lo suficientemente capaz como para defenderse por sí solo? – le pregunta tranquilo mientras se le acerca – después de todo, su entrenadora personal es la mejor de entre todos los centinelas y que yo recuerde, nunca la he visto ir suave con él – le recuerda mientras la abraza y besa su mejilla.

Sam se deja reconfortar por su compañero, deja que la cercanía de Dereck y las caricias que recibe en su espalda y brazos ralenticen la intensidad de sus pensamientos y los latidos de su corazón. Dejándose guiar por la situación, Sam coloca su cabeza sobre el pecho de su mate y aspira el aroma de Dereck.

La pareja permanece así durante unos segundos hasta que por final Sam se separa y mira los ojos de Dereck, ve como la pupila de Dereck sola la refleja a ella y como estos son totalmente transparentes.

De forma suave, una sonrisa dulce se posa en los labios de Sam, la cual levanta un poco su cabeza y posa sus labios sobre los labios de su compañero, en un beso tan simple y dulce, como efímero.

– Gracias – le agradece Sam en un susurro.

– No es nada – le asegura Dereck usando el mismo tono que se compañera mientras le sonríe. – Bueno, ahora que estás más tranquila dime donde está la otra maleta, tengo que empezar a hacer la mía.

– ¿Vas a venir? – le pregunta sorprendida.

– Claro, no pienso dejar a mi compañera y a mi cachorro solos en la boca del lobo – le asegura él mientras le giña un ojo – somos una familia, si tú vas, yo voy – le confirma sin mirarla mientras rebusca en lo alto del armario.

Dereck no es consciente del efecto que tienen sus palabras en su compañero, pero sabe que ha dicho las palabras correctas, porque el lazo que comparte con Sam en ese mismo momento solo tramite amor y calor.

Porque sí, desde el momento que Carlos le sugirió a Sam la idea de que alguien podría estar intentando aprovecharse de su pequeño toda la independencia de Sam salió a flote. Ella está acostumbrada a resolverlo todo por su cuenta, está acostumbrada a pelear sola contra todos y a defenderse a ella y a su hijo cada vez que pasa algo, pero se le olvida que ya no está sola, ahora junto a ella camina un hombre que estaba dispuesto a luchar junto a ella.

Un hombre que no le suelta la mano, un hombre que la ha ayudado a superar traumas del pasado, que ha hecho que vuelva a soñar con una familia y que justamente en ese momento le está demostrando que hará lo que haga falta para proteger su felicidad.

Con paso tranquilo Sam avanza y abraza a Dereck por la espalda mientras apoya su mejilla en la espalda de él, acción que toma desprevenido a Dereck, pero que lo hace sonreír tranquilo al darse cuenta que Sam solo le envía sentimientos de amor a través del lazo.

– Gracias – vuelve a agradecerle, con los ojos cerrados.

– No hace falta que me agradezcas por decir lo obvio cariño, somos una familia – le recuerda él mientras coge un de las manos de Sam y se la levanta para dejar un beso sobre esta – haría lo que fuera con tal de que Dilan y tú fuerais felices – le asegura él.

Sam abraza con mayor fuerza a su compañero, feliz, y se permite disfrutar de ese pequeño momento.

Como era de esperarse, la pareja no tardó mucho tiempo en preparar las maletas de ambos e ir a informar a Jordán sobre su viaje repentino que harían hacia la antigua manada de Sam y Dilan.

Aunque para ser justo, Jordán ya se imaginó ese escenario cuando Stefan le fue con el cuento de lo sucedido cuando Sam y Dereck salieron disparados de la residencia de los centinelas después de discutir con Carlos sobre la futura pareja del pequeño Dilan.

Jordán simplemente conocía demasiado bien a Sam, sabía que en cuanto le presentaran la opción de que la pareja de su amado hijo podría estar en su antiguo hogar, la vería marcharse de forma apresurada. Y sabía, que lo más seguro, era que Dereck la siguiera. Porque vamos, dudaba mucho que Dereck fuera capaz de estar unos días sin su amada compañera.

Y efectivamente, había pasado precisamente eso, Dereck le había explicado de forma rápida y apresurada que se marchaba con Sam y que no tenía claro cuando iba a volver, pero que en caso de que se fuera a tardar llamaría e informaría con la situación.

Mientras ellos hablaban de esto, Sam fue a la oficina de Carlos con la intención de decirle que se marchaba, pero justo cuando entro no hizo falta que le dijera nada, Carlos le dijo que se cogiera unas vacaciones y que ya hablarían tranquilamente una vez que volvieran.

Ante esto, Sam simplemente asintió, pronunció un rápido gracias, y salió con paso rápido de la oficina de su jefe, el cual sonreía divertido por el comportamiento de la loba.

– La que te espera pequeño ... – fue lo único que dijo el lobo, para después volver su vita a los papeles de la mesa y continuar reorganizando las rondas de la manada – supongo que esta vez tendré que suplirla yo. – Se dijo a sí mismo Carlos, cuando vio que ya todos los chicos habían pasado por lo menos dos horas supliendo alguno de los turnos de Sam.

Definitivamente la haría trabajar una vez la tuviera de vuelta, pensó el lobo justo antes de levantarse de la silla y estirar su brazo.

– Bueno, a trabajar – se dijo a sí mismo y salió del despacho para empezar con la ronda.

UN GATO ENTRE LOBOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora