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– M-Mamá – Dilan llama a su madre con lágrimas en los ojos, Sam acaba de ir a recogerlo y la escena que la recibe es justamente la que ella no quería ver.

– Dilan – la voz de Sam está estrangulada, está pasando justamente lo que ella no quería que pasara. Sam mira triste a su hijo – Dilan ...

– Mamá – vuelve a repetir el pequeño con la voz entrecortada, Sam muerde su labio y agacha la mirada, es incapaz de mirar a su hijo. Sam siente como las lágrimas se acumulan en sus ojos y como su nariz comienza a picar, síntoma inequívoco de que pronto comenzara a llorar.

– Dilan ... – Sam intenta hablar, pero el nudo en su garganta se lo impide.

– Mamá – vuelve a llamarla Dilan, aunque esta vez la voz de Dilan es diferente – mamá ... mamá ... – Dilan llama varias veces a Sam, pero la voz del pequeño no es la misma que la primera vez. La voz de Dilan suena mucho más enérgica, contrariada por el cambio en la voz de su hijo Sam eleva la mirada y mira a Dilan.

– ¿Dilan? – Sam ve a Dilan igual que antes, Dilan tiene lágrimas en los ojos, una de sus manitas sujeta su camiseta, mientras que la otra restriega uno de sus ojitos.

– Mamá – vuelve a llamarla el pequeño.

– ¿Dilan que pasa? – le pregunta contrariada, la imagen frente a ella no concuerda, la voz de su hijo debería de ser mucho más apagada, pero esa no es la voz que Sam oye. La voz que llama a Sam es una voz alegre y llena de entusiasmo. Contrariada Sam está por preguntar otra vez, pero la voz de Dilan hace que se calle.

– ¡Mamá despierta! No quiero llegar tarde.

Y eso es todo lo que Sam necesita para abrir los ojos de golpe, el cambio drástico de luz hace que Sam cierre de nuevo los ojos. Frunciendo el ceño y coloca el brazo delante de sus ojos, en un intento de hacer un poco de sombra, abre y cierra los ojos mientras se va acostumbrando a la luz que la rodea.

Cuando por fin consigue enfocarse, lo primero que ve Sam es a Dilan sentado encima de ella, el cual la mira con el ceño levemente fruncido.

– Buenos días cielo – lo saluda ella con una débil sonrisa, Dilan no le devuelve ni la sonrisa ni el saludo, su única respuesta es fruncir el ceño un poco más – ¿Qué pasa cielo? – le pregunta todavía adormilada Sam.

– Vamos a llegar tarde – le dice Dilan haciendo un pequeño puchero con sus labios.

Soltado un suspiro silencioso Sam bosteza mientras se estira en la cama, restriega sus ojos y coge el móvil para mirar la hora.

– Dilan son las ocho y media – le dice con tono cansado, deja caer su mano y vuelve a cerrar los ojos – cielo todavía tenemos tiempo antes de que tengas que entrar a clases – le dice mientras bosteza de nuevo.

– Pero tú siempre dices que hay que ir con tiempo a todos los sitios– se queja el pequeño mientras salta en su posición, Dilan está sentado justo en el estómago de su madre, así que cuando el pequeño salta Sam tiene que hacer un gran esfuerzo para que su cara no se contraiga por el dolor. – Vamos mamá levanta, no quiero llegar tarde – le dice él mientras salta de nuevo.

– E-Esta bien cielo, me levantaré, pero por favor deja de saltar en mi barriga – le ruega ella.

Dilan le regala una sonrisa enorme y se baja corriendo de encima de su madre.

Una vez el pequeño se quita, Sam se permite soltar un suspiro, se estira un poco más y se sienta en la cama.

Dilan la mira sonriente mientras le trae la maleta con ropa, Sam no puede evitar reírse por la impaciencia de su hijo.

UN GATO ENTRE LOBOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora