Capítulo 17.

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Emory estaba triste, no no estaba triste, solo tenía ganas de tirarse de la Torre de astronomía.

A lo largo de su vida muchas cosas habían sido bastante fáciles, considerando que había crecido dentro de una buena familia, que lo amaba, protegía y educaba de la forma correcta.
Venia de una familia sangre pura poco conservadora y bien posicionada en sociedad, además de que su personalidad le permitía hacer amigos y relacionarse con las personas con suma facilidad.

Y al tomar en cuenta todas estas cosas podría parecer estúpido que se sintiera tan mal esa fría noche, porque claro ¿qué problemas podría tener el "chico de vida perfecta"? Como le había llamado un tejón horas atrás cuando dejo escapar un par de lágrimas en los pasillos.

Pero está en un lugar solitario ahora, uno donde puede permitirse llorar y desahogarse como ha querido hacerlo desde que la noticia llegó a él. Sintiéndose tan miserable como nunca en su corta vida se había sentido,

Es casi media hora después que sus ojos dejan de derramar lágrimas, y sus sollozos se convierten en bajos quejidos. Se siente cansado, con ganas de simplemente tirarse en su cama por horas y horas.

Por otro lado Harry se encontraba caminando hacia la torre de astronomía. Últimamente le gustaba mucho ir a allí, pasar tiempo solo y pensar en todo lo que estaba pasando y cómo proseguir.

Pero apenas entro al lugar se llevo una no muy grata sorpresa, en el se encontraba su amigo, sentado en el suelo abrazando sus piernas, mostrándose tan indefenso como nunca se había visto.

—¿Emory? —la voz de Harry sonó preocupada al notar a su amigo ahí.

La mirada de Emory se posó en él con cansancio y tristeza. Sus ojos rojos de tanto llorar. No tiene ganas de hablar, pero tampoco quiere que Harry se vaya.

El ojiverde no necesita palabras para notar que quiere que esté allí. Y es cuestión de segundos para que se acerque a rodearlo en un abrazo fuerte. Intentando otorgarle tranquilidad y seguridad.

Es lo único que el contrario necesito para volver a llorar, colocando su cabeza en el hombro del Potter y sollozando contra este.

Fueron largos minutos los que se necesitaron para que Emory dejara de llorar nuevamente, esta vez dejando un silencio tras su llanto. Harry lo siente tranquilo en sus brazos, pero sabe que no lo está realmente.

No quería decir nada que pudiera presionar a su amigo, quería darle su tiempo y espacio para que expresara lo que tanto lo atormentaba.

Afortunadamente no tardó mucho en hablar.

—Unos mortifagos asesinaron a mi madre anoche —susurró. Como si decirlo en voz alta lo hiciera más real.

La boca de Harry se abre un segundo en sorpresa antes de volver a abrazar al contrario con más fuerza. Estaba molestándose, y no podía evitar querer comenzar la guerra cuanto antes.

—Lo siento tanto... —dice primero que nada—. Te prometo que esto no se quedará así Emory.

El mismo se encargará de eso.

—Papá dijo que los estaban buscando. Y que no quería que fuera a casa ya que era peligroso. La mataron porque no quisieron apoyar al señor oscuro —dijo, soltando un par de lágrimas más. Su voz era inestable y Harry sentía su corazón latir con fuerza.

—¿Sabes sus nombres?


—¡Hey Altair! —Aedus salto sobre la cama de su amigo, cayendo sobre su cuerpo y haciendo que este riera adolorido.

—Te he dicho que no saltes sobre mi como si fuera un trampolín —reprochó intentando quitarlo de sobre su cuerpo—. Pesas.

—No seas amargado —se burla dandole un beso en la mejilla.

Vuelta atrás. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora