Capitulo 4.

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Calidez, eso fue lo primero que Harry sintió al despertar, aferrándose a las sábanas que lo cubrían de forma perfecta en busca de más de esa sensación.

Había dormido tan bien, el cansancio del día anterior había sido demasiado como para siquiera permitirse poner sus hechizos de privacidad o poder arroparse, pero... ¿Por qué estaba arropado en primer lugar? Recordaba perfectamente haberse tirado a la cama sin preocuparse por ello y él no era una persona de hacer cosas dormido, su subconsciente al parecer actuó de manera inteligente por primera vez.

Estirando su mano alcanzó de forma floja su varita, conjurando un tempus una vez la tuvo en su mano.
Perfecto - Se quejó mentalmente saliendo de su estado de ensoñación, tenía que darse prisa si quería llegar a tiempo al gran comedor.

De un salto se incorporó y camino de forma veloz hacia el baño de la habitación, pero justo cuando estaba por alcanzar la perrilla de esta, la puerta se abrió, dejando ver a un recién duchado Regulus con el uniforme perfectamente pulcro.
El corazón de Harry latió con fuerza contra su pecho, había estado cerca.

—Lo siento —murmuro rápidamente apartando la mirada, ¿por qué diablos Regulus lo ponía tan nervioso?

El Black simplemente hizo un suave movimiento de cabeza antes de encogerse de hombros, ¿acaso Harry no merecería sus palabras? Por poco y no evitó rodar los ojos.

Lo rodeo y entró al baño, cerrando la puerta tras de sí en un movimiento fluido.

Por otro lado Regulus salió de la habitación de forma rápida, Harry podía llegar a ser extraño, pero a la vez tan... simplemente no podía con todo, lo estaba sobrepasando y no sabía que hacer, cada vez le costaba más.

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—¡Hola chicos! —Harry les sonrió mientras se unía a ellos en la sala común, estos se encontraban sentados en uno de los sofás disponibles.

—Hola Harry, te estamos esperando —Aedus le sonrió suavemente antes de que cada uno se levantara, comenzando a caminar juntos hacia el gran comedor.

En el trayecto mantuvieron una conversación fluida sobre diversos temas, el ojiverde en verdad se estaba relajando, tanto así que olvidó una de sus mayores preocupaciones, o lo hizo hasta que Altair se lo recordó.

—Mira Harry. Es James —sonrió con entusiasmo, haciendo que el menor de los Potter se congelara en su sitio.

No, no, no, Harry no estaba listo para enfrentarlo, no aún, no podía encarar a su hermano aún.

Miró hacia dónde los ojos de Altair apuntaban, y se dio cuenta de que era demasiado tarde para huir, este parecía estar a nada de ubicarlos, por lo que recurrió a lo más viable que veía.

—Escóndanme —murmuró hacia sus amigos, en un pequeño susurro que fueron perfectamente capaces de oír.

Emory y Aedus se plantaron frente a él de forma inmediata y sorpresivamente disimulada, cubriéndolo de toda vista curiosa, parecieron haber actuado justo a tiempo, ya que, segundos después James se acercó a ellos con una sonrisa, dejando a sus amigos metros atrás en el proceso.

—Hola Altair —saludó con entusiasmo—. Y chicos que en mi vida había visto —señalo a sus amigos antes de sonreírles con amabilidad.

—Hola James, hace tiempo no te veía —Altair le dio un pequeño abrazo luciendo sumamente tranquilo y para nada sospechoso.

—Si, lo se... Emm, ¿Han visto a mi hermano? Llevo tiempo buscándolo y no lo encuentro —pregunto suavemente, su tono delatando preocupación, Harry incluso por un momento se vio tentado a salir para borrar esa sensación.

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