ღ Capítulo 12 ღ

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Horacio escondió su rostro entre sus piernas aún sentado de copiloto junto a Volkov, sintiendo como sus lágrimas salían nuevamente. Escuchó cómo el peligris frenaba bruscamente el auto. Ya estaba oscuro puesto que era de noche. -Baja.- le oyó decir seriamente mientras bajaba del vehículo. Temblando, abrió la puerta y salió. Estaban en lo que parecía ser un parque, aunque por la hora, ya no quedaba nadie ahí. Temerosamente, siguió al comisario quien ya había comenzado su camino al interior del parque, en silencio y con su rostro serio.


La voz del ruso por fin rompió el silencio, contrario a lo que pensaba, su voz no sonó tajante, sino que salió de forma dulce y comprensiva tras un suspiro. -Entonces...es el dinero lo que te complica?- Tragó con dificultad, si lo decía de esa manera hacía sonar tonto lo que sentía.

-No es el dinero como tal- dijo en voz baja, -Es que...me siento sobrepasado, veo a todos alrededor tranquilos y pudiendo comprar todo lo que quieren, y me siento idiota por escoger el camino que elegí, no puedo permitirme lujos ni nada, todo mi dinero desaparece entre cuentas, deudas, y...los chicos- no quería que sonara como que ellos fueran un problema para él, pero sí significaba una carga económica que no podía solventar tan fácilmente, sobretodo viendo cómo sus verdaderos progenitores usaban el dinero en ellos mismos en vez de velar por los muchachos.

No necesitaba explicarle nada más a Viktor, solo esas pocas palabras le bastaron para completar en su mente la historia. Recordó entonces que fue al ver su lujoso vehículo cuando la actitud del moreno cambió significativamente. Se detuvo frente al pequeño lago artificial que había en el parque, iluminado por la luna de aquella noche. Le miró en silencio, admirando nuevamente el brillo en sus ojos, aunque lucían tristes aún.-entonces...piensas que no podemos conocernos más por....dinero? Te molesta eso?- Nuevamente, la forma en la que el peligris ordenó sus palabras le hizo sentir como un tonto.


-Viktor- detuvo sus palabras tras obtener toda la atención de éste, y soltó un suspiro. -Ya te dije, no es el dinero como tal, es sólo que...Siento que no valgo nada, no tengo algo que sobresalga en ningún sentido, y...siento que no soy lo suficientemente bueno...para ti- Esto último habría sido inaudible, de no ser por que sólo una mínima distancia les separaba, como si no tuvieran todo el espacio del parque.


-Horacio...no has abierto la caja que venía junto a las flores verdad?- Hubo un silencio. Sus miradas una vez más se encontraron. El joven profesor negó con la cabeza, avergonzado por haber olvidado aquello. -Por favor...hazlo- le susurró suavemente. El de cresta sacó aquella cajita que había guardado sagradamente en su bolsillo desde la recibió, y, con la mirada fija en el hombre que estaba de pie al frente suyo, la abrió. Al interior se posaba un hermoso collar de plata con toques en color rosado, era una pequeña flor. Quedó sin aliento ante lo hermoso que era. Y sin moverse de su lugar, dejó que Viktor se acercara y lo tomara en sus manos con sumo cuidado.


-¿Sabes qué flor es esta?- La respuesta que recibió volvió a ser una silenciosa negación, pero esta vez sus ojos brillaban en expectación.-Es una flor de cerezo. Simboliza la inocencia, la sencillez, la belleza de lo natural, y el renacer de cada primavera Horacio. Tú eres como esta flor, de tu persona brota la ternura, suavidad y delicadeza, pero posees la fortaleza necesaria para traer la primavera a la vida de quienes te rodean, sólo siendo como eres.- sus miradas no se separaron en ningún momento, hasta entonces, y colocándose detrás suya para poner en su cuello ese collar, continuó en un tierno susurro. -En tu sencillez yace tu valor y tu brillo, no necesitas lujos para ser valioso, eres más que suficiente por el simple hecho de ser tú.- terminó, depositando un beso en su hombro, lentamente, antes de volver a quedar frente a frente.


No salían palabras de la boca de Horacio. Poco a poco, acercó su cuerpo al de Viktor, sellando aquel momento en un cálido abrazo, tierno, eterno, nervioso. Ambos corazones latían con fuerza, sin comprender del todo lo que ocurría, pero convencidos de que en los brazos del otro habían encontrado un hogar.

Volkacio AU - Teach me how to loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora