ღ Capítulo 24 ღ

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Durante bastante rato, ambos lloraron juntos, abrazados, intentando deshacerse del dolor mediante cada lágrima liberada. Viktor por fin comprendió el miedo que sentía Horacio respecto al futuro de los pequeños. Ningún escenario parecía ser alentador: si seguían estando con su madre biológica, corrían el peligro a la larga, y si eran enviados a un Hogar de Menores, era posible que no supieran más de ellos.


-Ven, vamos a la cama, podemos ver televisión desde allá si gustas- Dijo Volkov rompiendo el momento, el rostro del de cresta reflejaba su confusión respecto de lo que el comisario acababa de decir. -No me mires así, quiero que descanses, y no te voy a dejar solo durmiendo en tu casa, porque sé que vas a seguir pensando en todo esto, no te hará bien- Horacio haciendo pucheros le miró a los ojos, asintiendo en señal de comprender a lo que se refería. Aunque en sus mejillas se asomó un ligero sonrojo al darse cuenta de que dormiría con aquel comisario en su cama. Su corazón se aceleró nerviosamente mientras se levantaban de aquel sofá y caminaban hasta la ordenada habitación del peligris.


-Mmhm...déjame ver- soltó concentrado el ruso mientras repasaba uno de los cajones del guardarropa, sacando una camiseta blanca y un pantalón de pijama gris, entragándoselos. -Mientras te cambias iré a hacer chocolate caliente para tí- Le besó suavemente mientras acariciaba su rostro, Horacio le rodeó con sus brazos por el cuello para unirle a él, luego le dejó ir. Cuando Volkov volvió se encontró con el peliazul semisentado en la cama, con las piernas tapadas jugando con sus dedos.


Viktor le dedicó una dulce sonrisa mientras le entregaba la taza de chocolate caliente. Podría definitivamente acostumbrarse a ver a aquel hombre allí antes de dormir cada noche. Encendió la pantalla de la TV frente a la cama y se metió junto a Horacio. No estaban prestando atención a aquel programa de televisión, simplemente querían distraerse del silencio. Viktor se removió en su lugar aclarando su garganta -Horacio... eres la persona más fuerte y valiente que conozco- comenzó a decir, -Y cada día te admiro más. Has sido capaz de sobreponerte a adversidades enormes y aun así ser el hombre más dulce que existe- El susodicho le miraba sorprendido, con un brillo en los ojos que dejó hipnotizado a Volkov. Dejando a un lado su taza se acomodó en el pecho del ruso. Tomando sus manos y dejando sedosas caricias en éstas.


Horacio no se sentía capáz de decir nada, puesto que su interior seguía cargado de dolor, pero sus acciones y dulces miradas comunicaron de forma clara lo mucho que agradecía a Viktor por todo lo que hacía por él. Y la realidad era que no necesitaban palabras para expresarse, el simple hecho de estar a tan poca distancia hacía que sus corazones se derritieran enamorados, emocionados, agradecidos. Horacio se sentó a horcajadas sobre el regazo del comisario, dejando inocentes besos por todo su rostro y rozando sus narices tiernamente. Haciendo que ambos soltaran embobados suspiros y sonrisas. Atrapó con delicadeza los labios de Volkov, con lentos movimientos mientras pasaba las manos por su pecho y sentía las manos del contrario en sus caderas subiendo poco a poco a su cintura. Aquel adorable roce de labios les estaba deshaciendo, el calor del tacto que sentían les quemaba deliciosamente. Al separarse de aquel beso, Viktor sintió fundirse ante la preciosa sonrisa del de cresta, sobretodo sabiendo que él era la causa.


Se fusionaron en un abrazo mientras se recostaban ambos, dispuestos ya a dormir entre mimos, besos y sonrisas. Horacio pudo verdaderamente darse cuenta cómo la presencia de aquel comisario le hacía sentir que todos sus dolorosos recuerdos del pasado se alejaban de su mente y corazón. Sintiéndose por fin tranquilo, consciente de que estaba bajo sus tiernos cuidados, dejó escapar pequeñas lágrimas de emoción en la oscuridad de aquella habitación. Envuelto en los brazos del peligris, por fin sus temores se esfumaban junto a su soledad...

-Yo también te quiero, Viktor- susurró tiernamente, siendo sujetado con más fuerza por éste.

Volkacio AU - Teach me how to loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora