ღ Capítulo 14 ღ

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Habían pasado toda la tarde juntos en casa de Horacio, avanzando en recortar papeles de colores y hacer manualidades, para las últimas clases del año que haría el de cresta. Horacio miraba divierto como sus tijeras se veían demasiado pequeñas en las manos de aquel ruso de dos metros, quien concentrado cortaba estrellitas y figuras.No tendría por qué estar allí, pero quería acompañar al peliazul para que se sintiera más tranquilo, aunque era una burda excusa puesto que él mismo disfrutaba de su compañía. Se estaba volviendo adicto a sentir cómo su corazón latía fuertemente cuando le tenía cerca y cómo en su estómago danzaba el zoológico completo cada vez que el moreno sonreía hacia él.


Estaban riendo por los comentarios tontos que hacía el de cresta para divertir a Viktor, amaba su sonrisa, aunque le ponía cada vez más nervioso. Así pasaron las horas, hasta que ya era muy tarde. Horacio se levantó de su silla y se dirigió a la cocina, seguido por el peligris. Ambos estaban en completo silencio, y sentían la tensión que fluía en el ambiente. El moreno se encontraba apoyado en la encimera, jugando con su suéter, estaba ansioso. Sentía que su nervioso corazón latiendo desbocado, saldría de su lugar en cualquier momento. Una sonrisa se le escapó de los labios conectar su mirada con la del comisario. Éste, como reflejo, no pudo evitar sonreírle de vuelta. Sentían una complicidad silenciosa que les envolvía de forma natural.

-Vik...te tengo un regalo- soltó sin pensarlo. -Cierra los ojos, voy por él-. Éste le hizo caso, aún sonriendo y ansioso ¿Qué sería? -No los abras! Ya vuelvo- Oyó sus pasos alejarse de allí, rió de los nervios mientras jugaba con sus dedos. Los pasos apresurados del joven profesor venían de vuelta. Sintió que una mano de éste le cubría los ojos pese a que los tenía cerrados ya.


-Espero que te guste- Susurró sobre su rostro, pudo sentir su aliento, y podía percibir como esa mano que le cubría estaba temblando, ambos corazones galopaban desaforados. Sin ver nada, el peligris sintió cómo Horacio pasaba las yemas de sus dedos por sus hombros, lentamente, bajando por su pecho y subiendo a sus clavículas. El cuerpo pegado del contrario sumado a su tacto y a no poder ver nada, le estaban volviendo loco.


El perfume de Horacio le envolvía teniendo un efecto absoluto sobre él, así como también el aliento de éste que seguía chocando contra sus labios. Gracias a estar despojado de visión, le percibía en cada detalle. El brazo del moreno le rodeó por el cuello, dejándole expectante. Horacio comenzó a repartir pequeños besos en su hombro, haciéndose un camino por su cuello, dándole especial atención. La boca de Volkov estaban levemente abierta, permitiéndole respirar de forma irregular a través de ellos. Sus latidos erráticos fue lo último que percibió. Hasta que lo sintió. Un suave toque sobre sus labios, un roce inocente, dulce, que duró sólo unos segundos. Soltó un jadeo, sentía que podría desmayarse en ese mismo instante. No podía detener su sonrisa, llevando una mano al vientre del hombre al frente suyo, necesitaba contacto físico, le necesitaba a él.Aquel toque de labios volvió a sentirse, esta vez, no se detuvo. Ladeando su cabeza atrapó con suavidad y torpeza los labios del de cresta, quien bajaba la mano que antes cubría sus ojos, hasta su mejilla, para luego acariciar sutilmente el pálido cuello del ruso. Aquello le estaba volviendo loco, le estaba haciendo perder la cabeza. Pasó sus brazos por la espalda de Horacio y le atrajo fuertemente a su cuerpo. Recibiendo otro jadeo se su parte.El beso era lento, pero fuerte. Desde la mano del peliazul, que se posaba en su mejilla, sintió que bajaba su dedo pulgar, acariciando su labio inferior, aquello era un mensaje claro que aceptó sin dudarlo, abriendo más sus labios para permitir que sus lenguas se encontraran.

Éstas danzaban en una húmeda batalla de caricias junto a los labios de ambos. Formando en el ambiente un sonido casi obsceno, sumado al de sus cuerpos siendo acariciados con desesperación sobre sus ropas ya desajustadas. Viktor pasó su mano por el pelo del contrario, dejando ésta allí para ejercer presión y profundizar aún más el beso, haciendo que, como respuesta, un sutil sonido escapara deliciosamente de la boca del peliazul.

No sabían cuánto tiempo habían estado así, disfrutándose mutuamente entre caricias furtivas y jadeos ocasionales, hasta que el sonido del móvil de Viktor les sobresaltó, separándose rápidamente, sonrojados y con los labios hinchados. Intentaron regularizar su respiración mientras el ruso contestaba la llamada, era Conway.

-¿Volkov? ¿Está todo bien? Ya son las once de la noche y no has vuelto a comisaría a marcar tu salida de turno.- Su rostro perdió todo color... -Mierda-

Volkacio AU - Teach me how to loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora