ღ Capítulo 32 ღ

1.8K 244 64
                                    


-Horacio, ábrame la puerta- El comisario podía oírle sollozar dentro -Por favor cariño...no has respondido mis mensajes ni llamadas hace días, y no me dejas visitarte...dime qué ocurre- Volkov golpeaba insistente aquella entrada de caoba, a la espera de que le dejase ingresar. Sentía en su pecho una presión tortuosa causada por la incertidumbre, no tenia idea de lo que encontraría al interior, ni qué ocurriría con el peliazul.


Finalmente, tras varios minutos de insistencia, Horacio le dejó entrar, derrotado, con los ojos rojos de tanto llorar. Se abalanzó a los fuertes brazos de aquel ruso apenas puso un pie dentro de su casa, encontrando en él su mayor refugio. El perfume y la calidez de ambos se mezclaban en el abrazo, fundiendo sus esencias y logrando calmar un poco al joven profesor.Al separarse, Volkov logró ver una carpeta llena de papeles desparramados en la mesita de centro del living, acercándose a ésta. Vió a Horacio intentar correr en su dirección para impedirle el acceso a éstos, pero fue demasiado tarde. Estaban todas las hojas ya en las grandes manos de Viktor, siendo escaneados por sus rápidos ojos con curiosidad y preocupación.


-Oh...- fue todo lo que salió de sus labios al entenderlo todo por fin. Levantó la mirada, viendo al de cresta romper en llanto nuevamente. Ahora todo tenía sentido. Eran papeles de adopción, que en su página final habían sido marcados por un rojizo timbre: Rechazado.

-Horacio, Horacio mírame- susurró sosteniendo su rostro con ambas manos.-Éste fue sólo un intento, no significa que será así siempre, los niños te seguirán queriendo y podemos continuar visitándoles cada sábado, hay que insistir una vez más-

El de cresta, bajando la mirada, intentó fallidamente zafarse de su agarre, se sentía frustrado, deshecho y humillado. Su pecho ardía, un doloroso incendio dentro suyo le dañaba desde que abrió aquel sobre con los resultados, ya no habría nada que hacer por sus pequeños.-No lo entiendes Vik- su voz quebrada se hizo notoria -No habrá próxima vez, llevo meses intentándolo, desde que fueron llevados a ese horrible lugar. Me rechazaron porque es obvio que el sueldo de maestro es insuficiente para sostener económicamente a tres niños, y...-


-¿...Y?-intentó indagar el peligris, acariciando su rostro suavemente con sus pulgares.

-N-no importa Vik, esa era la razón principal, no te rayes...- soltó con impotencia.Volkov soltó un suspiro y se quedó en silencio, con una ceja levantada, aquello no le convencía del todo.

-Horacio...sabes que puedes confiar en mí, ¿Verdad?- Cabizbajo, éste asintió-Entonces...dime la otra razón, por favor-

La mirada asustada del peliazul le causó ternura. El comisario no era tonto, tenía clarísima aquella razón, y también comprendía que era difícil para su novio decirlo sin sonar que le exigía aquel paso 'extra' en su relación.Entre torpes balbuceos el moreno intentó explicarse -p-pues...es que ellos esperan que los niños adoptados sean llevados a hogares con...matrimonios- soltando lo último en un susurro casi inaudible, estaba triste. -Y...pues, no me van a dejar a tres niños a mí sólo-


-Ooooh ya entiendo!- canturreó el ruso con una voz divertida haciéndose el tonto, lo que dejó completamente extrañado al joven profesor.-Tal vez, si alguien hubiese respondido mis mensajes esta semana, habría podido llevarle a cenar y le habría podido pedir matrimonio!-

Horacio atorado con su propia saliva, tosiendo, aclaró su garganta aterrado, -¿C-cómo?- su rostro había palidecido totalmente y temblaba, su respiración agitada y pupilas dilatadas provocaron que Viktor elevara una ceja nuevamente, mirándole divertido.

-Así es, tenía todo planeado para proponerte matrimonio y que lo intentáramos juntos...había hablado con Conway, y me comentó que estaba moviendo hilos para acelerar el proceso de adopción, pero que era imperativo para lograrlo el que estuvieses casado con alguien...Y...si te soy totalmente sincero...- se acercó a sus labios, susurrando -me gustaría ser ese afortunado que se case contigo y se lleve a casa a los pequeños- Horacio tragó con dificultad. Su mente se nubló por completo ante aquella confesión, su corazón desbocado le ensordecía.


Emocionados, sintiendo el peso de sus sentimientos. Con lágrimas en sus ojos, no eran capaces de articular una sola palabra. Horacio notaba en su pecho el calor de ser amado, de esperar un futuro maravilloso junto a la persona que más adoraba en el mundo. Tembloroso, Volkov se separó un momento de Horacio, rebuscando en su bolsillo una pequeña cajita de terciopelo. Ceremoniosamente se arrodilló ante el moreno, quien ya no podía detener su audible llanto. Abrió la caja mostrando en su interior un precioso anillo.


-Horacio, eres más de lo que hubiese podido rogarle a la vida que me diera, llenas mi existencia de color, y le das luz a mis días- Rompió a llorar en mitad de su propio discurso. Era tan fuerte y real lo que sentía por aquel hombre, que su pecho dolía de amor.


El peliazul se lanzó al suelo sollozando de júbilo, junto al comisario. Tomó la mano libre de éste y la posó sobre su corazón, mirándole a los ojos. Aquel brillo...un brillo sincero y esperanzador, junto a una sonrisa hermosa, la que siempre lograba hipnotizarle.


-H-horacio...Podré no ser el hombre más gracioso del mundo, ni el más talentoso ni popular, pero ciertamente mi corazón te pertenece. Eres dueño de mis ilusiones y alegrías, lo que más anhelo cuidar- su voz temblorosa derritió al moreno. -...Y...yo te amo Horacio- suspiró nervioso-Quiero formar una familia contigo, y con los pequeños, quiero que seas feliz siempre, que tus ojitos brillen así de hermosos por el resto de nuestras vidas- el momento había llegado... -¿T-te quieres casar conmigo?-

Volkacio AU - Teach me how to loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora