Capitulo 6

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I Wanna Be Your Man

I wanna be your lover, baby
I wanna be your man


Diciembre 1963

Nuestro último día en Nueva York fue definitivamente maravilloso, bueno, con Candy hasta una visita al infierno supongo que sea perfecta.

Empezamos nuestro día en el mercadillo de Navidad en el Bryant Park, estuvimos casi toda la mañana ahí.

Desayunamos en un puesto waffles con frutos rojos y jarabe de chocolate y un buen expreso doble para caminar unas buenas horas. Candy compró más adornos, creo que Albert pagará una buena cantidad de dinero por el exceso de equipaje.

Daniel nos encontró en el mercado y se llevó las muchas bolsas de Candy para que pudiéramos caminar más libres. Después nos dirigimos a la quinta avenida, entramos en Saks Fifth Avenue en dónde le compró a su padre una corbata de finísima seda, a su abuela Elroy una elegante cartera y a su nana Pony un lindo reloj de pulso.

Yo le compré a Daniel una cartera  y Candy le compró una tabaquera a juego. Y a mi nana Betsy cada diciembre la surto de todos sus perfumes favoritos, cremas y pantuflas comodísimas, y Candy le compró un lindo bolso enorme  y una frazada de lana peinada muy calientita.

—¿Ya tienes mi regalo Terry?

—Claro Pecas ¿y tú ya tienes el mío?

—Sí, mi abuela me lo consiguió a principios de mes—contestó con seguridad.

—Pequitas, que previsora.

—¿Qué me vas a regalar?—Sus ojos brillaron de curiosidad.

—No sé porqué cada año insistes en preguntarme cuando sabes que no te lo voy a decir—Nana Betsy me ayudó a conseguirlo, porque Candy es demasiado entrometida y definitivamente con ella a mi lado nunca habría podido hacer que fuera una sorpresa.

—Por favor Terry…

—¿Por favor qué, Pecas?

—Dime qué es— Se acercaba peligrosamente a mí—Si me das una pista, yo te doy algo a cambio—Entonces en un movimiento rápido, la tomé por la cintura, la pegué a mi cuerpo y le di un beso apasionado que no tuvo ni tantito temor de Dios, en otras épocas seguramente nos habrían llevado a la cárcel por faltas a la moral. Ella con cuidado depositó sus bolsas de compras en el suelo junto con las mías sin dejar de besarme, para colgarse de mi cuello, después de muy pocos minutos de estar perdidos en ese beso, me separé poco a poco de ella. Sus mejillas estaban encendidas y sus labios hinchados, aún no abría sus hermosos ojos.

—Pecas—pude hablar por fin—sabes que de ninguna forma me sonsacarás lo de tu regalo, y tu chantaje de darme algo a cambio—le lancé una sonrisa provocadora—ni lo intentes, yo no hago intercambios con lo que creo ya me pertenece— acaricio con mi pulgar sus labios y ella solo vuelve a cerrar los ojos…error, se ha estremecido y ha soltado un pequeño gemido del cual solo yo me he percatado. Y el gran problema es que estamos a la mitad de Saks Fifth Avenue con un montón de personas rodeándonos y no es un buen lugar para que mis hormonas se manifiesten y hagan reaccionar a mi muy, muy querido y virginal “amigo”.

—Vamos Pecas, hace rato llamé a Daniel para que nos encontrara en la puerta y se lleve estas bolsas— la tomé de la mano y entrelacé mis dedos con los de ella, tratando de distraer su atención.

Swinging LondonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora