*NOTA: Leer hasta el final lean lo que lean...Nueva York
Discoteca Studio 54
Mayo 1979Terry entró a la famosa discoteca sin ningún problema, llevaba un pase VIP y su amigo Steve Rubell, uno de los dueños, lo reconoció y él mismo dejó que entrara por la asediada puerta del local, no cualquiera tenía la suerte o el privilegio de hacerlo.
Él sabía que era casi imposible entrar ahí, pero no iba a irse de Nueva York sin visitar ese lugar lleno de pecado y perdición. Vestido con jeans de diseñador que se ajustaban a su estético cuerpo, haciendo evidentes unos deliciosos atributos tanto por adelante como por detrás, una camisa negra desabrochada en sus tres primeros botones dejando ver parte de su torso cubierto con un suave pero varonil vello, una cadena discreta de oro, una chamarra de piel ajustada, botines color miel y lentes obscuros de aviador, Terry podía ser confundido con una estrella de cine. La discoteca estaba abarrotada de diversos y escandalosos personajes, meseros con taparrabos, meseras cubiertas únicamente con pintura plateada, gente bailando y teniendo sexo en diferentes lugares, bebiendo y consumiendo cocaína; él comenzaba a pensar que había cometido un grave error de ir a ese lugar hasta que, vio a la morena que había ido a buscar.
Ella estaba sentada en la barra del bar en un banco alto, con un vestido diminuto dorado de tirantes que le cubría solo lo mínimo indispensable de su hermoso cuerpo, su espalda descubierta, una piel exquisitamente bronceada y unas piernas largas y ejercitadas que se veían espectaculares en aquellas sandalias doradas altísimas, el miembro de Terry respingó con esa visión, llevaba meses fantaseando con aquella mujer, su matrimonio aunque era muy tranquilo y feliz había estado demasiado inmerso en una exasperante cotidianidad, y aquella morena de cabello lacio y negro le parecía una promesa tanto peligrosa como excitante. Tenía 33 años y 8 años de casado, definitivamente necesitaba algo diferente en su vida.
Se acercó a la mujer y la saludó
-Hola
-Veniste...¿tuviste problemas para entrar?
-No, fue el mismo Ruben el que me recibió en la puerta y me dejó entrar.
La mujer lo miraba intensamente relamiéndose los labios, Terry Grandchester era un juguete delicioso que debía ser usado pronto.
-Te ves asombrosa con ese vestido- le dijo él recorriendo su cuerpo con una mirada ardiente.
-No llevo ropa interior- ella aún sentada en aquel banco giró su cuerpo y separó un poco sus piernas, él alcanzó a ver su depilado sexo...y eso hizo que casi perdiera la razón.
Él se acercó a besar sus labios rojos cuando un mesero vestido de marinero con unos shorts diminutos se acercó a ellos
-¿Van a ordenar algo de beber? ¿De fumar? ¿De inhalar?
-Un whisky, y ¿tú?
-Un cosmopolitan
-¿No quieres snifear un poco?- preguntó ella coqueta.
-No, llevo "limpio" más de 10 años, prefiero meter mi nariz en otro lugar- le susurró él al oído antes de volver a besar sus labios.
-Te ves muy guapo así, pareces un gigoló, yo te daría todos mis ahorros por una noche de sexo desenfrenado aquí mismo-ella se acercó y le acarició su miembro por encima de esos jeans.
-¿Eso lo sabe tu marido?
-Mi maridito no tiene ni idea que ahora estoy contigo, ¿y tu esposa?
-Mi esposa besa el suelo que piso.
Él se volvió a acercar a ella, su mano bajó para desaparecer dentro de aquel diminuto vestido dorado y entrar en la húmeda y caliente intimidad de aquella mujer, Dona Summer cantaba en el escenario con varios DJs escuchándose en todo el lugar la canción "I feel love" y un ejército de bailarines vestidos únicamente de ropa interior plateada la acompañaba.
-Quiero cogerte aquí- le dijo él sin ningún atisbo de pudor-Todos nos verán-respondió ella con la voz entrecortada, los dedos de Terry ya hacían magia debajo de su vestido.
-Estamos entre pecadores, nadie aquí lo notará.
Terry estaba parado colocado entre las piernas de la morena con su mano en su sexo, y en medio de toda esa gente desconocida la masturbaba sin piedad al mismo tiempo que se besaban ardientemente.
-Este vestido apenas te cubre- el rozó sus pezones casi expuestos, éstos se tensaron-me estás volviendo loco, siente como estoy por ti- el tomó la mano de ella y la puso encima de su entrepierna.
-¿Y eres tan grande como estos pantalones lo aparentan?
-Oh nena, soy mejor y más grande de lo que te imaginas.
Ella río de forma escandalosa.
-Te quiero en mi boca ya, y después te quiero dentro de mi, sin condones ni nada, quiero que me hagas perder el control.
-Carajo.
Él la tomó de la mano, todo el escenario dantesco que los rodeaba apenas y pudieron notarlo, la música, el alcohol y el consumo de drogas apenas fue perceptible, disfraces excéntricos, personas famosas, nada podría hacer que ellos salieran de ese delirio de sexo.
Terry llevó a su misteriosa acompañante detrás de una enorme escultura moderna en una esquina alejada, donde no podrían ser vistos.
Ella sin preguntarle, desabrochó su cinturón, también su pantalón y bajó el cierre. Su enorme excitación aún seguía atrapada dentro de la ropa interior, Terry la observaba en silencio, respirando de forma pesada y agitada.
Ella metió la mano para acariciarlo y después se arrodilló frente a él para introducir el pene de su amante en su boca. Ella succionaba su miembro con maestría, sus grandes ojos lo observaban con deseo al mismo tiempo que lo devoraba. Él aún no quería terminar, hizo que ella se levantara y la puso de frente a él, apoyada contra la pared, levantó una de las piernas de la mujer e hizo que se asiera a su cadera y sin más preámbulos la penetró, ella gritó pero, su grito se perdía entre el ruido del escandaloso lugar, Terry la embestía violentamente, sin un ápice de ternura, ella se agarraba a su cuello, ambos gemían de forma escandalosa, la adrenalina corría libre por sus cuerpos así como la excitación. Terry amaba a su esposa, pero estaba un poco cansado de la aburrida rutina: su dulce y demasiado predecible esposa, sus traviesos hijos y lo mismo de siempre día tras día de su apacible vida doméstica en su casa situada en el pomposo barrio de Hamstead en Londres.
Esta noche él simplemente se dejaría llevar, y la mujer frente a él lo tenía al borde.
-Ahhh Terry, así! así!!!!!
Ella había bajado los tirantes de su vestido dejando sus pechos al descubierto, él profundizó y aceleró el ritmo, ambos estaban en un gran frenesí, ella alcanzó su orgasmo y Terry le siguió.
-¿Sabe tu esposa que te gusta coger casi en público con desconocidas? - la mujer preguntó con una enorme sonrisa de satisfacción, mientras él se retiraba y ella acomodaba la parte superior de su vestido.
-No lo sé, dímelo tú Pecas.
Terry le respondió satisfecho mientras trataba de acomodarse el pantalón cerrando su cierre-solo a ti se te ocurren estas locuras, esta peluca te hace ver jodidamente sexy, Candy amor, puedes disfrazarte para nuestros jueguitos, pero te suplico que no vuelvas a usar un vestido como este en público y menos sin ropa interior.
-Eres un aguafiestas, cuando nos encontramos no oí ninguna queja tuya- le dijo Candy abrazándolo usando aún esa peluca que había sido todo un éxito.
-Feliz aniversario Pecas.
-Feliz aniversario Terry.
Y se volvieron a besar, esa noche bebieron y bailaron como si no hubiera un mañana, al fin y al cabo, sus dos hijos: River el primogénito de 8 años y su princesa, la pequeña Blossom de 6 estaban con sus abuelos en los Hampton y esos días ellos eran libres en unas inesperadas vacaciones neoyorkinas.
ESTÁS LEYENDO
Swinging London
FanfictionNo hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay FRANÇOIS DE LA ROCHEFOUCAULD Candy y Terry son los típicos adolescentes rebeldes. Él es el hijo ilegítimo de un noble inglés con una actriz americana...