Capítulo 4

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You really got me now

See, don't ever set me free
I always want to be by your side


Diciembre 1963

El chofer de mi padre pasó puntual por nosotros a las 6:oo am en punto, nuestro vuelo salía a las 10:00 a.m. pero necesitábamos llegar mucho antes para buscar en el mostrador de British Airways el permiso de Candy que mandó Albert desde Chicago para viajar sola, Leonard, el chofer de mi padre traía el mío, y sí, lo adivinaron, también hemos hecho viajes transcontinentales solos desde los doce años.

Nuestras nanas y la abuela de Candy siempre han querido venir por nosotros y acompañarnos de regreso, pero nuestros amorosos padres lo han impedido con el pretexto de enseñarnos a valernos por nosotros mismos, en fin, yo no creo que mandar a tus hijos solos en primera clase sea una lección de vida, toda la noche estuvo nevando y hace un frío del carajo.

Veo que mi Pecas se muere de sueño porque se restriega sus bellos ojos, ella está enfundada en un pantalón negro con botines, un suéter enorme de cashmir rosa pálido con una boina y bufanda a juego y encima su abrigo favorito color hueso. Observo que su cabello aún está mojado recogido en una trenza de lado y ella sin gota de pintura es definitivamente hermosa, el rosa es su color.

Yo como siempre en traje negro con un abrigo que me protege del frío y una bufanda de cashmir blanca que me acaba de regalar Candy, trae un poquito de su perfume lo que la hace doblemente placentera. Llegamos al aeropuerto, Leonard hace los trámites necesarios de manera rápida y cuando menos lo sentimos ya estamos instalados en nuestros asientos.

Esta será la primera vez que viajamos a América juntos, Candy me acompañará a Nueva York y conocerá a mi nana Betsy. Después viajaremos a Chicago, pasaremos un par de días en la casa donde ella creció y a continuación iremos a la casa de su abuela Elroy en un lugar llamado Lakewood, muy cerca del Lago Michigan, en donde, según me dice ella, creció su madre. Ella fue la que le enseñó a trepar árboles y ahí pasaremos la navidad y el año nuevo, nunca antes había sentido tanta emoción y anticipación de regresar a casa, claro, nunca antes había ido con Candy.

—Pequitas…

—Mhhh…durmiendo, no me jodas…

—Pequitas vamos a despegar, abróchate tu cinturón.

—Tú házlo—me dice de mala manera y se vuelve a dormir, es muy gruñona si no la dejan dormir.

Enderezo su asiento, y paso el cinturón por su pequeña cintura, lo sujeto y me aseguro que está bien ajustado, acaricio su mejilla y la veo sonreír en sus sueños, me voy a volver loco en este viaje con ella tan cerca, tan deseable, tan cálida. Pero algo ha cambiado, mi corazón me dice que ella también me ama, y no precisamente como amigo, mi objetivo del viaje es éste: pedirle que sea mi novia, aunque estoy aterrado de que no acepte, o de que sí acepte y por alguna tontería rompamos y pierda a mi mejor amiga para siempre, estoy dispuesto a correr ese riesgo, creo que poca gente tiene la certeza de haber encontrado al amor de su vida. Las asistentes de vuelo nos indican que ya podemos reclinar los asientos y quitarnos el cinturón, desabrocho el cinturón de Candy, vuelvo a reclinar su enorme asiento de primera clase para que esté más cómoda y ella al acomodarse me acerca con sus brazos y se recarga en mi pecho, aflojo un poco mi corbata antes de quedarme dormido junto a ella.

Cuando despierto una de las asistentes de vuelo nos ha arropado con frazadas y ha acomodado unas almohadas en nuestras cabezas, ella ha subido sus piernas encima de las mías y está despatarrada dormida en el asiento, la semana que pasó en mi cuarto y que la dejaba dormir en mi cama mientras yo dormía en el suelo, me di cuenta que tiene muy mal dormir, sonreí para mí mismo al recordarla así, durmiendo en posición de estrella en mi cama. Han comenzado a servir la comida, y el olor empieza a despertar a mi Bella Durmiente

Swinging LondonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora