Capítulo 20

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Nights in white satin


Never reaching the end


Letters I've written


Never meaning to send


28 febrero 1968


Hospital Militar EUA Saigón, Vietnam del Sur


Dolor y calor es todo lo que siento, mis ojos simplemente no pueden abrirse y siento las sábanas mojadas por mi propio sudor, hay gran movimiento a mi alrededor, pero no puedo distinguir en dónde me encuentro. Con mucho esfuerzo me obligo a abrir los ojos, hay muchos ventiladores en el techo y percibo el inconfundible aroma a antiséptico, estoy en un hospital. Una enfermera militar se percata que he despertado y de inmediato regresa a mi cama para tomarme signos vitales.

-Aun tienes fiebre niño bonito, los antibióticos no han sido tan benévolos contigo, pero me alegra que después de 3 días de ser nuestro huésped por fin te hayas dignado a despertar- me dice al mismo tiempo que pone un termómetro bajo mi brazo derecho y revisa la canalización del suero en el otro brazo.

- ¿Dónde estoy?- apenas pude pronunciar, mi voz salió pastosa y débil.

- Estás en Saigón en el hospital militar del ejército de los Estados Unidos. Te dispararon en el muslo, casi mueres desangrado en la selva pero Dios o algún poder sobrenatural ha decidido que no mueras en medio de la selva de Vietnam, hemos tenido que hacerte una transfusión sanguínea.

- Ví una luz y dejé de sentir dolor-traté de explicarle un poco confundido

- Se llama morfina, cariño, te la aplicaron en el helicóptero que rescató al escuadrón que acompañabas, si no fueras civil te habrías ganado un corazón púrpura, salvaste a un soldado poniendo en riesgo tu vida.

- ¿García? ¿García está bien?¿Y los demás?

-Aunque el cabo García sigue grave, su situación de salud es estable, no te preocupes por él, te aseguro que sobrevivirá y gracias a tí. El teniente Johnson vino a verte antes de irse de licencia pero tú aún no habías despertado así como el sargento Jones, él por fin consiguió su baja, parece que la misión en la que participaron ha sido exitosa.

- Tengo que avisar a mi familia, escribirles...

- Tu jefe de la Associated Press ha venido a verte todos los días, él ha mandado un telegrama a tu contacto de emergencia. Por ahora debes descansar, la fiebre pronto cederá y tu pierna se repondrá muy rápido, el disparo no afectó ni músculo, ni nervios, ni hueso. Alguien debe rezar por ti todos los días.


Fue lo último que escuché porque volví a caer en un pesado sueño.

Después de que estuve varios días en el hospital y recibí un par de visitas de mi jefe Horst Faas de la Associated Press, por fin me dieron de alta. Aún me costaba trabajo caminar por lo que debía usar un par de muletas. Supe que Horst mandó un telegrama a Susana informándole que había sido herido, por lo que lo primero que hice saliendo del hospital fue mandarle otro para que ella supiera que estaba bien. Entregué antes de partir todo el material fotográfico a mi jefe. Una vez que mandaron mis cosas de regreso desde el campamento a Saigón, las organicé para volar de inmediato a Londres. Llevaba una buena cantidad de cintas de 16 mm y quizá podría comenzar a editar mientras terminaba de recuperarme. Con ayuda de un muchacho al que le pagué una buena propina para que me ayudara a cargar mis pertenencias, me dirigí al aeropuerto, para regresar a Londres después de casi 4 meses.


---*---

6 de Marzo 1968


Londres

Pensé que el vuelo iba a ser muy incómodo por causa de mi pierna, pero estaba tan cansado y debilitado que desperté hasta que el avión aterrizó en Londres en el Aeropuerto de Heathrow. Con ayuda de mis muletas bajé del avión y caminé el largo trayecto hasta la banda del equipaje, ya había conseguido un maletero que me ayudara a cargar mi enorme mochila. Una vez que pasé la aduana sin ningún problema gracias a mi acreditación de fotógrafo de la A.P., al salir a la zona de las salas de espera, me detuve un momento para revisar si traía suficiente efectivo para pagar un taxi, pero una vez que atravesé el umbral me quedé paralizado. En la sala de espera estaba mi padre, mi hermana Alessandra, mi madre y Albert. Sin poder evitarlo mi ceño se frunció y me dije a mí mismo "lo extraño es pariente de lo feo...¿qué carajos hacen todos aquí?" Todos excepto ella, eso hizo sangrar mi corazón y dando un profundo respiro seguí caminando con ayuda de mis muletas.

Sin otra opción avancé hasta acercarme para encontrarme con ellos.

Swinging LondonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora