Capítulo 9

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I'll Never Find Another You

There is always someone
For each of us, they say
And you'll be my someone
Forever and a day

Enero 1964

El cumpleaños de Terry había sido un éxito absoluto,  al final de la fiesta el ambiente se puso un poco alocado, las parejas se besaban y se acariciaban sin ningún tipo de inhibición, Terry y yo nos habíamos sentado en un rincón y no podíamos dejar de besarnos, probablemente toda la cerveza que tomé con Annie hizo que me desinhibiera y que no me importara que nos fueran a ver los demás, claro, definitivamente no me puse mal como Annie, era el cumpleaños de mi novio y no me iba a perder en el alcohol.

Además gracias a su padre, ambos teníamos permiso de regresar al colegio hasta el domingo en la noche, por lo que pasaríamos solos lo que restaba del fin de semana.

Una vez que se fueron todos después de medianoche, me puse un poco nerviosa, e intenté comenzar a limpiar el desastre, pero él no me lo permitió, me abrazó por atrás, pegando su cadera a la mía, pude sentir su excitación pegada a mi trasero, yo reprimí un gemido, se acercó a mi oído y dijo algo de pagar todas las veces que lo dejé excitado en Chicago, sonreí un poco recordando lo divertido que fue, pero ésta vez estábamos solos, medio borrachos y muy calientes.

Terry me tenía pegada a su cuerpo, con sus manos acariciaba mis pechos mientras besaba mi cuello, yo estaba recargada en la barra de la cocina, no era una posición tan cómoda, yo también lo quería tocar, giré mi cuerpo para quedar frente a él, puro y absoluto deseo ardía en sus ojos azules que parecían devorarme con la mirada, nos besamos ansiosos, nuestras lenguas se movían en una frenética lucha, besos ansiosos, mordiscos, lamidas delirantes. Terry se separó de mí y con una mirada incendiaria que nunca antes le había visto bajó el cierre de mi pequeño vestido rosa pálido y lo deslizó hasta que cayó al suelo, me quité los zapatos y quedé vestida solo con mis bragas y mi sujetador, entonces yo con dedos ansiosos desabotoné los botones de su camisa y se la quité, acaricié su torso, es demasiado guapo, aunque es delgado tiene un cuerpo muy atlético, estuvo mucho tiempo en el equipo de polo. Él me alza en sus brazos y me lleva a su cuarto, me deposita en la cama y aprisa me quita las mallas y él se saca los zapatos, los calcetines y el pantalón que van a dar hasta el otro extremo de su habitación.

Afuera está cayendo un poco de nieve, pero en esa cama estamos ardiendo. Él se queda quieto al pie de la cama mirándome y recorriendo con sus ojos todo mi cuerpo, su respiración está agitada, igual que la mía. Mientras él me observa, se quita la única prenda que resguardaba su miembro y es la primera vez que lo veo completamente desnudo, él me mira y me deshago por fin de las bragas, al igual que él, no hay nada que me cubra, siento su cuerpo encima del mío, nos besamos profundamente. Sentirlo encima de mí, estar piel con piel nos enciende.

—Estás riquísima—murmuraba en mi boca, su miembro lo frotaba cadenciosamente contra mi intimidad, enredo mis piernas entre las suyas, deja de besarme para acariciar mis pechos, y lamerlos, morderlos, chuparlos. Yo me aferro a su cabeza, esa boca definitivamente hace maravillas, cuando creo que estoy a punto de alcanzar el cielo, él acaricia mi intimidad con su mano, y hace que me vuelva loca.

—¡Terry! ¡Oh Dios! ¡Terry!

—¿Ahí te gusta Pecas?

—¡Ahí! Sí sí sí sí...

—¿Más lento? ¿Más rápido?

— ¡Más rápido!

Volvió a saborear mis pechos, yo me revolvía en la cama,  espero de todo corazón que las paredes sean lo suficientemente gruesas para que los vecinos no me escuchen, ahora ya no puedo silenciar mis gritos.

Swinging LondonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora