Capítulo 7

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It's christmas time pretty baby
Well, it's Christmas time pretty baby
And the snow is fallin' on the ground

Diciembre 1963

Despierto en mi cuarto, desde hace 7 años ya no vivo aquí, pero mi cama y la cursi decoración en menta y rosa me hacen sentir un calorcito en mi corazón, ayer me reconcilié con papá, me entristece que todos estos años desde que murió mamá él se haya encerrado en su dolor tratando inútilmente de protegerme a mí, siento que hemos perdido demasiados años, y será un poco difícil recuperarlos.

Pero bueno, hoy es Noche Buena, seguramente George nos llevará a comprar un árbol enorme para decorar, traigo tantos adornos navideños de Nueva York que creo que podré decorar todo Lincoln Park.

Aún es temprano, afuera sigue obscuro, voy a ir a molestar a Terry a su cuarto, desde que papá y Nana Pony lo amenazaron con castrarlo, me rehuye como si fuera leprosa. Me levanto, me lavo la cara y los dientes y sin hacer ruido me escabullo a su cuarto, con mucho cuidado, abro su puerta, aún duerme, cierro la puerta suavemente.

Me meto a la cama despacito, me deslizo entre las sábanas y el calientito edredón de plumón de ganso y lo abrazo por atrás, él se remueve un poco, pero no despierta, lo cual es muy extraño, porque Terry es madrugador, no como yo que tengo que usar dos despertadores en el internado para lograr dejar la cama, pego mi cuerpo a su espalda y me quedo dormida sin querer.

Hemos compartido la cama innumerables veces pero nunca antes siendo novios.

— ¿Candy? Candy, ¡Candy despierta!

— Mhhhh no me molestes, déjame dormir.

— ¿Porqué carajos estás en mi cama? ¿Quieres que Albert me arranque las bolas y las arroje al Lago Michigan para que lleguen patinando hasta Green Bay?— Me reclamaba aterrorizado.

—¿Desde cuándo te convertiste en un cobarde? Ven amor, todos duermen, nosotros ya despertamos y bajo la mirada vigilante de Nana Pony, quién sabe cuándo volveremos a besarnos-me acerco a él y lo beso profundamente.

— Dios mío, si no me mata Albert, tú lo harás— Me dice cuando nos separamos por un momento y vuelve a atacar mi boca, llevamos pocos días de novios pero cada beso que nos damos siempre va aumentando un poquito más la intensidad, estamos perdidos en una deliciosa y caliente sesión de besos y arrumacos bajo las sábanas cuando escuchamos ruidos en el pasillo, como un resorte él se levanta de la cama y se enreda en su bata.

— Vamos Candy ¿Qué esperas para salir de aquí? — me pregunta agobiado y asustado.

— No seas aguafiestas, nadie nos va a descubrir, hasta pensé que te gustaría ver un poco antes de que me vaya— le dije maliciosamente, pobre creo que sí lo voy a matar.

—¿Ver? ¿Ver qué? —Me preguntó con cara de extrañeza y susto, entonces, me acerqué a él, le planté un beso y antes de huir de su habitación, bajé un poco el cierre de mi mameluco para que él pudiera ver uno de mis pechos, al ver que el pobre infeliz de mi novio se quedó congelado, que sus ojos casi salen de sus órbitas, y su quijada casi choca con el piso, sonreí satisfecha, le lancé un beso, subí el cierre de mi cursi pijama y salí corriendo de su habitación con mi risita maldosa, no quisiera admitirlo pero creo que disfruto mucho mortificándolo.

Llegó por fin la hora de desayunar, papá esperó a que apareciéramos en el comedor para acompañarnos antes de ir a la oficina.

Nos dijo que nos iba a ayudar a adornar el árbol para que quedara listo antes de la cena. Terry estaba muy serio, al acomodarnos en la mesa del comedor, le pregunté muy bajito para que sólo él me escuchara:

Swinging LondonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora