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Uso su capucha como cobijo, hizo que la yegua caminase lentamente a través del pueblo para no advertir su presencia a nadie, recostó su cuerpo sobre la silla, estaba agotado y el olor a sudor seco de su rostro se entremezclaba con el de la crin de Epona

Una vez que estuvo cerca de los límites del pueblo, al norte encontraron una casa alejada del resto, una casa con la chimenea que apenas se sostenía con un par de palos de madera, la vegetación había tomado control del arco de madera en el pórtico y un letrero que estaba en pie de dicha vivienda, levantó los ojos al notar cómo el letrero había sido quemado por fuego.

No...No .... Puso a Epona en el establo a lado de la casa, pasó de largo un gallinero y un corral para gallinas para buscar el árbol plantado justo a lado de la casa, donde estaba enterrada.

La lápida de su madre ya no estaba, ahora sólo eran piedras; Había escuchado que Hatelia había sido atacada pero sólo fueron unos cuantos monstruos que fueron ahuyentados casi de inmediato por capitanes y locales, algunas partes exteriores de la casa mostraba golpes, al parecer cuando los monstruos se retiraron, desquitaron un poco su furia en esa casa que quedaba a su paso.

Llevó una mano su boca, apretó los dientes, ya no estaba, en el letrero apenas se podía leer "Casa de Arn y Merilia" ; Pero no había ya una tumba aunque los pedazos estaban juntos, y alguien había plantado un círculo de flores alrededor, notó los capullos que apenas nacían, acercó su mano libre a lo que quedaba, acarició tiernamente cada parte de piedra:

"M-

Am-

Y e- "

Puso su mano ahora en el suelo, no había forma de asegurarse inmediatamente que dicho ataúd seguía enterrado, pero sentía, sentía que aún estaban ahí, acarició aquel césped con ternura antes de ponerse de pie y dirigirse a la puerta.

Buscó su llave dentro de la alforja, se sobresaltó cuando escuchó el seguro abrirse por dentro, el sonido detuvo su corazón; Al abrirse la puerta se cruzó con un hombre viejo, poco cabello platino pero una pronunciada barba como bigote adornando el rostro, vestido de herrero, tenía un martillo en la mano por si se trataba de alguien indeseable.

Los ojos almendrados y cansados del anciano se abrieron por completo al ver a Link, soltó su martillo provocando el sonido sordo de un golpe cuando la herramienta chocó contra el césped -Hijo...- susurró; Estaba ante el antiguo capitán Arn.

Hola padre.

Gesticuló, el anciano seguía sorprendido al ver a su hijo, no había podido asistir a la tal ceremonia de los campeones, ni escrito una carta; Prefería decir lo que sentía cuando tuviera a su hijo de frente.

Arn quería abrazarlo, gritarle a Eria quien seguía dormida en el piso de arriba de la casa de que su hermano había llegado; Seis meses de incertidumbre en no saber si su hijo estaba vivo o muerto resueltos alfin.

Se inclinó para recoger su martillo, notaba a su hijo cansado,el brillo del sudor seco sus mejillas le recordaron a cuando Link era más joven, llevaba años sin verlo y casi alcanzaba su altura.

-Pasa hijo, ven- decía abriendo paso, mientras el rubio caminaba hacia dentro; A veces visitaba a su hijo cuando se enlistó por voluntad propia a los 10 años, estuvo ahí, notando cómo la voz de su hijo se apagaba para ser reemplazado por lenguaje de señas hyliano. Apoyó si decisión aprendiéndolo y enseñándolo a Eria.

Link caminó directamente hacia dentro, motas de polvo flotaban alrededor en medio de la oscuridad. Empezó a palpar, buscando una mesa de madera que estaba apoyada contra la pared a un lado de la puerta, cuando sintió el mueble, buscó los cajones, al encontrar el primer cajón extendió este encontrando varias velas con cerillos.

Olía a casa vieja; Encendió cuantas velas pudo y las puso en soportes de madera que estaban en el segundo cajón, poco a poco la estancia se fue revelando ante sus ojos. Todo seguía en su lugar.

Su padre aún no decía nada, se limitaba a ayudarlo con las velas, el menor lo escuchó salir para hablar con Epona y quitarle su silla mientras el menor fijaba su vista en la cocina; Pero antes debía hacer algo, subió las escaleras silenciosamente.

Habían dos camas, una grande y una pequeña; En la grande estaba una niña de cabellos rubios cobijada con un chal que tenía patrones del pueblo gerudo; Se trataba de Eria y el chal pertenecía a su madre.

Recordaba que Merilia siempre la usaba cuando hacía frío; Herencia de su abuela Olute, una de las guerreras de la tribu que dejó la ciudad para casarse y tener a su hija junto a un caballero hyliano en aquella misma casa.

Aunque nunca conoció a su abuela, fue una mujer muy sabia según su madre, había confeccionado dos braceras que primero habían sido destinadas para su yerno y ahora él portaba orgulloso junto con la túnica de campeón.

"Ha crecido tanto" Pensó para sí, ella se encargaba de mantenerlo al tanto de lo que sucedía en el pueblo a través de cartas que tardaban una senmana en llegar; Arn descendía de un linaje de caballeros pero aprendió el oficio de herrería rápidamente para cuidar de su hija, en sus cartas ella siempre sonaba orgullosa con lo que hacía que era criar sus gallinas, vender los huevos, negociar con los comerciantes que pasaban, de ayudar a su padre en la herrería atrayendo a los viajeros; Creció siendo mucho más atrevida y sociable que él.

Bajó nuevamente las escaleras para trabajar en la cocina. Encendió madera dentro de un contenedor de cerámica donde encima había una cacerola limpia y empezó a cocinar.

Harina, huevos, extracto de vainilla con azúcar de caña, leche fresca, mantequilla de cabra, trigo y frambuesas con miel, empezó a surgir un olor suave, dulce.

Al terminar abrió una de las ventanas para ventilar el lugar. Coloco en la mesa principal el pastel de frambuesa y miel que su madre siempre preparaba con una pequeña vela en el centro adornado de pequeñas rebanadas de fresa.

Cerró los ojos, recordando mientras olía la replica casi perfecta de aquella receta familiar, podía escuchar a su madre junto con sus pasos inquietos.

-Tranquilo Link! Link! No corras así dentro de la casa! -

-Claro que me puedes ayudar, necesito brazos fuertes para mezclar la masa-

-Vaya Link! Mira que encontraste ! Estás frambuesas son perfectas para el pastel que le daremos a papá, espero que no heredes su apetito-

-ven, ayúdame; Necesitas aprender al menos a hacer algo en la cocina-

Un carraspeo le sacó de esos recuerdos; volteó, tras él Arn le miraba de brazos cruzados y una sonrisa -Huele exactamente igual a los pasteles que tu madre hacía- Link sonrió asintiendo.

El crujido de las escaleras hizo que ambos volteasen; Eria tenía su cabello revuelto, estaba aferrada al chal gerudo, sus ojos estaban entreabiertos pero su nariz se movía -Nunca...Olí algo más rico- susurró apenas.

Arn lanzó una carcajada-Tu hermano volvió pero sólo piensas en comida, definitivamente son mis hijos- decía este.

La niña abrió los ojos ahora de par en par para posar su mirada sobre su hermano quien se encogió de hombros e hizo un gesto con la mano en forma de saludo. Ella corrió y saltó los últimos escalones para abalanzarse sobre él -Cabeza hueca ! Donde estuviste!?- gritó mientras Link le atrapaba entre sus brazos.

No dejarían que fuera a dormir temprano, los tres sabían que era su cumpleaños, el primer cumpleaños en casi 10 años por fin en casa.

(DÉCIMO CAPÍTULO; And yes, tiene una familia como en los juegos anteriores, siento que saldrán muchas situaciones divertidas por parte de ellos)

Propósito [COMPLETADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora