«—Siempre le fui fiel a mis promesas. Lo sabes.
—Lo sé, como tú también sabes que eso no te terminó trayendo nada bueno. Mírate—»
Milan sube detrás de mí, agarrándome con posesividad entre sus sudorosas manos y dudando de cada uno de sus pasos.
Nunca fui un libro abierto, me encargué durante toda mi vida de no serlo y me hace feliz saber que lo logré. Me lee quien yo quiero que me lea y cuando deseo que sea así, del resto trato de ser lo más cerrada posible y es por esa razón que Milan no sabe que esperar.
Las puertas de mi cuarto están abiertas por lo ocurrido, hago que se siente en mi desordenada cama y yo me quedo parada.
—¿Babu?—Pregunta haciendo un leve puchero que suele utilizar para mamá.
Cleo es poderosa pero pendeja cuando se trata de sus hijos, yo no me dejo convencer por una mueca. Si llegué con una idea, con ella me voy.
—Nos vamos a separar—Informo, mirándolo a sus ojos y notando el momento exacto en el que se entristecen y confunden.
—¿Perdón?—Sus pómulos empiezan a agarrar cierto color, por la molestia.
Creo que siempre tuve claro de cuáles eran mis límites en una relación, lo que permitiría y lo que no.
No puedo obligar a Milan a que dé la cara por mí ante el hombre que nos salvó, pero si puedo tener claro que es lo que merezco y lo que no.
Para mí las personas son como accesorios. No las necesito.
A las pocas que tengo, es porque así lo deseo, pero yo sé muy bien que puedo conseguir lo mismo con y sin ellas. No son imprescindibles.
Quizás eso es algo que le molesta a mi abuela, mi independencia emocional y como soy capaz de brillar sin ayuda y no precisamente porque sean celos, sino porque Celine Bianchi ama la caridad e ir por todos lados regando amor. Pero yo no me dejo doblegar por ella.
Papá me hizo ser ruda porque sabía la maldad que habitaba en el mundo y lo mal que podía terminar mi vida si me dejaba tratar como un cordero indefenso. Los insultos, el daño psicológico como físico es algo real y que sucede diariamente en todos los colegios, porque siempre la sociedad buscará algo que criticarte y la única forma que yo conseguí para no, es siendo una perra mala, ignorándolos a todos y haciéndolos saber cuan idiotas son por intentar ser quien no son.
Si tienes que ser mala, debes ser inteligente, sino eres solo una perra más del montón.
Benjamin, Imma, Luisa y Brandon son la clara demostración de ello. Iban por la vida bulleando a los becados —Como Eros Black— y creyendo que llegarían muy lejos por su superioridad económica. Pues lo lejos que llegaron es a un internado militar donde les están enseñando como funciona la vida. La realidad es que no importa cuantas casas o carros tienes, sino que haces tú para llegar y mantenerlas.
¿Lo mereces? Probablemente no y si el karma no se encarga de hacértelo saber, yo sin problema lo haré.
¿Otro de los tantos problemas de la sociedad? Esperar a que algo superior y surreal, antinatural, venga y ponga las cosas en su lugar. Si tú estás esperando esa llamada mágica del señor para que te caiga un dinero o el "karma", entonces quédate sentado y ve como en vez de llegar eso, la vida se te pasa por delante.
Por eso yo tomo todo por mi cuenta, porque a mi nadie va a solucionarme la vida. Lo haré yo.
—Es lo mejor—Lo convenzo, pasando mis dedos por su pómulo.
—¿Para quién, Samsara? ¿Para quién? Porque yo no tengo dudas de que te amo.
—Lo sé—Respondo—Pero nuestros padres no se equivocan en que nos falta mucho camino por recorrer y aunque podemos hacerlo juntos, no sabemos como eso pueda llegar a cambiar nuestro futuro si nos convertimos en una relación monótona que, sabes, odiaría.
ESTÁS LEYENDO
SIMPLE...Siempre seré yo
Romance«Un demonio vestido de Valentino. Una belleza desoladora». Cuando la ven caminar, con su andar y pronunciación de caderas, todos caen. Es algo irremediable, por donde se le mire desborda belleza, superioridad y seguridad. Nada le falta y todo lo co...