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—Perfecta—Sisea Ian cuando caigo sobre su sudado cuerpo y empiezo a besar sus abdominales—Estos han sido los mejores meses de mi vida, te lo juro.

—Y no te querías quedar—Viro los ojos.

—Me convenciste en menos de dos horas—Besa mi coronilla—Cada día te pones mejor.

—Ese es mi don, siempre mejorar.

—En este preciso momento eres una ninfomana idiota.

—O una que solo dice la verdad.

Es cierto. Estos días he hecho todo tipo de cardio y eso tiene como resultado mi cuerpo.

Básicamente nos despertamos follando, nos separamos y cada quien hace una cosa. Ian puede que vaya a buscar el mercado que Blue nos manda en un jet privado o a correr, mientras que yo estoy nadando por horas.

Solemos comer comida preparada que también nos manda Blue Nela, de esa que solo debo descongelar y calentar.

Nos bañamos.

Vemos el atardecer.

Diseñamos proyectos que próximamente llevaremos a cabo donde la física nos salva de incontables problemas como el calentamiento global. Hemos creado una máquina que genera un líquido capaz de derretir los desechos del mar y ese mismo al actuar con el agua, crea plantas marinas.

También follamos como animales, la resistencia ha mejorado montones y ahora no hay quien nos pare.

¿Peleas? También hemos tenido varias pero resulta que Ian tiene algo magnífico, cuando se molesta, sencillamente se separa y cuando viene me suelta un discurso que me deja estática replanteándome hasta porque habíamos peleado. No significa que sea perfecto, hemos pasado horas sin hablarnos, le he dado cachetadas de molestia y él ha dormido en el sofá para no estar conmigo, pero creo que el punto ha sido como lo hemos resuelto.

—Vente para acá—Empieza a besarme de manera desenfrenada y poco a poco me acomodo para poder encajar—Samsara, tengo que decirte algo.

—No es el momento—Beso la raya vertical de su abdomen y se tensa. Subo la mirada y me encuentro con sus ojos azules oscurecidos e inundados en deseo. No dejan de hipnotizarme, son tan profundos como el océano.

—Si lo es...—Hace que deje de besar su cuerpo, agarrándome de los cachetes y haciendo que lo bese como solo yo sé, porque vi los videos suficientes de pequeña como para convertirme en una besadora profesional. Muerdo su labio inferior y empiezo a pasar mis uñas por su espalda, no hay cosa que lo excite más a parte de mi y este acto, lo deja durísimo.

—¡Conejos del carajo! ¡Paren ya!—Escucho una voz gruesa con acento francés en la casa y me pego a Ian por acto reflejo. Él solamente cierra sus ojos con fuerza y empieza a negar.

—Me tienes que estar jodiendo...—Susurra en mi oreja.

—¡Ian Vinicius! ¿¡Puedes darle un minuto de descanso a esa mujer y salir de una vez por todas!?

—Ian, ¿qué pasa?—Le pregunto.

—Vístete rápido porque no le va a importar venir y verte desnuda con tal de que le dé la cara, créeme—Se baja de la cama y se pone una franela junto a un short de baño. Yo busco una franela de él negra y me dispongo a salir, detrás de su espalda pero con distancia.

No sabría definir como está Ian, una parte de él se nota nerviosa y la otra muy emocionada. Esto solo hace que me imagine quien está en la casa.

—Claudius Vinicius Van D' Vierr—Ian saca un lado de francés que hace poco descubrí, las palabras salen de sus labios y mi piel se eriza solo de escucharlo.

SIMPLE...Siempre seré yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora