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«—Dolías en cada parte.

—Es que siempre lo he dicho. Mi ausencia en la vida de los demás, es una muerte—»

Los días emocionales no son lo mío, por eso detesté cada momento en el que mi madre me abrazaba como si fuera un peluche y lloraba.

No me voy a morir.

Voy a la universidad.

A horas de ella.

Mi padre fue un cuento totalmente diferente. Sé que una genuina lágrima cayó y que no hizo nada por detenerlo. Él solo me abrazó, me dio un beso y me dijo que confiaba en mí.

Mi Ferrari fue enviado para Luxemburgo y fue por ello, que, al llegar, una señora me entregó mis llaves y partí para lo que sería mi nuevo apartamento.

Cuando estaba decidiendo que quería, decidí un piso  con buenas vistas y que pertenece a la asociación de la pareja de mi prima, aunque igual debí pagar por todo, estaba en obra gris que era lo que deseaba. Me tardé menos de una hora en organizar y hacer que los trabajadores se pusieran a ejecutar lo que sería mi nuevo lugar. Mis carreras solo duran dos años y algo, pero no viviré ese tiempo en un lugar que no sienta tenga las vibras necesarias para mi presencia.

Los ventanales me dejan ver un campo, donde se practica golf. La sala está decorada con tono rosa pastel y dorado, la cerámica es blanca. Mi cuarto tiene una cama matrimonial con una colcha blanca, un televisor pantalla plana, baño con lo básico y otras dos habitaciones, una que vendría siendo mi closet y la otra mi oficina.

¿Incluirme en la universidad? Fue algo que realmente no me importó. El primer día decidí llevar un pantalón alto negro con una camisa de tiras color vino, sencilla pero que muestra mis tetas tan grandes  como son. Cuatro cadenas doradas caen por mi cuello y diferentes anillos adornan mis manos. En los píes decidí usar tacones, con doce centímetros de altura, negros y de punta.

Antes de salir agarré una cartera cruzada barbette y mi iPad. A su vez en bowl de fruta picada y mi agua con sabor a toronja.

Vine todo el camino, con mi auto actualizado, escuchando Maniac. Antes de bajarme, decidí escribirle a mis padres por separado que todo estaba bien, adjuntando una foto en la que salgo hermosa, sin llevar algo más a parte de gloss en los finos labios.

Mi pobre teléfono volvió a quedarse pegado, cuando las cincuenta y ocho llamadas de Milan, inundaron la pantalla.

Eros Black incoming call.

Decido contestar.

—Está muy mal. ¿Qué hiciste, Samsara?

—No es tu problema—Lo bloqueo, al igual que los diferentes números de donde Milan intenta contactarme y bajo, no sin antes echarme mas perfume y retocar mi boca.

El controlado viento impacta contra mí, en lo que pongo la alarma al Ferrari y empiezo a caminar por lo que vendría siendo mi universidad. Es una edificación inteligente y diferente, siendo construida hacia abajo y teniendo los colores negros y azul de manera resaltante. Hay ventanas por todos lados, al igual que un enorme lago de color azul claro, neón y brillante, lo que me hace saber automáticamente que están experimentando en él, el contacto del agua con el plástico de bolsas. Puedo ver también una piscina donde las personas nadan de manera rítmica y otras paseando a caballo, lo cual estimula el aprendizaje. No obstante, la atención de todos está centrada en mí.

No hay persona que no se esté deleitando por el caminar de mi esbelta figura y el cuidado con el que lo hago, llevando zapatos tan altos. Hombres detienen su andar y pongo a las mujeres a dudar de su sexualidad, cuando paso una mano por mi cabello y esto provoca que empiece a caer con más volumen y abundancia por mis hombros.

SIMPLE...Siempre seré yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora